Esta semana se estrenó en los cines de casi todo el mundo Los santos de la mafia, película en la que David Chase, creador de la célebre serie Los Soprano, imagina cómo fue la juventud de Tony Soprano, el ya mítico personaje que interpretara James Gandolfini y que en este nuevo filme dirigido por Alan Taylor está encarnado por Michael Gandolfini, quien no es otro que el hijo en la vida real del actor fallecido en 2013.
La historia -ambientada en la Nueva Jersey de finales de la década de 1960 y comienzos de la de 1970- recupera esa dinámica tan propia de la mafia italoamericana (enfrentamientos entre bandas, violencia extrema, lealtades, traiciones y venganzas, negocios turbios, inmigrantes que suben en la escala social, familias disfuncionales, machismo, religión, rituales de iniciación en un proceso de formación que se transmite de una generación a otra) que hemos apreciado en tantas películas de directores como Martin Scorsese o Francis Ford Coppola que con el tiempo se han convertido en clásicos de este género en particular y, claro, del cine en general.
La pregunta, entonces, surge de forma casi inevitable: ¿Por qué nos siguen fascinando las historias de gánsteres tanto en el cine como en las series? ¿Por qué nunca pasan de moda si en muchos casos repiten esquemas y apelan a recursos y conflictos que a esta altura ya bordean el lugar común?
El estreno de Los santos de la mafia, una precuela que une el universo de aquella serie que HBO emitió entre 1999 y 2007 y hoy está considerada entre las mejores de la historia con el del cine, es una excusa perfecta para recorrer algunos films y series esenciales que surgieron de los Estados Unidos, pero también de otras latitudes donde los gánsteres (y los policías que los combaten, claro) tienen un peso esencial.
En un sentido inverso al de Los santos de la mafia podríamos analizar el caso de Fargo, que primero fue una película de Joel y Ethan Coen con Frances McDormand, William H. Macy y Steve Buscemi estrenada en 1996 (se puede ver en Movistar Play), y desde 2014 inspiró cuatro temporadas (las tres primeras están en Netflix) de una serie que cada año propone una historia completamente diferente, pero siempre con mafiosos en el centro de la escena. De hecho, la más reciente -lanzada en septiembre de 2020 y disponible en DIRECTV Go- arranca con una historia de cómo las bandas afroamericanas irrumpieron en la guerra de clanes en un negocio originalmente dominado por italianos e irlandeses.
La pantalla chica siempre se nutrió con mafiosos que se convirtieron en protagonistas o bien tienen un lugar secundario pero representan el peligro, la amenaza, la tentación del mal. Una lista -inevitablemente arbitraria, caprichosa e incompleta- podría incluir a Historia del crimen, una joya hoy olvidada con Dennis Farina que tuvo a directores como Michael Mann y Abel Ferrara, Narcos (Netflix), las italianas Gomorra (HBO Max), también basada en una película, y Suburra (Netflix), Ozark (Netflix), la española Farina (Netflix), Peaky Blinders (Netflix), la noruega Lilyhammer (Netflix), Godfather of Harlem (Star+), The Wire (HBO Max), Sons of Anarchy (Star+), Boardwalk Empire: El imperio del contrabando (HBO Max), el díptico conformado por Breaking Bad y Better Call Saul (ambas en Netflix).
La lista sigue con Zero Zero Zero, con el argentino Pablo Trapero como uno de los directores principales (Amazon Prime Video) y -ya en un plan más ligado al humor negro- Barry (HBO Max), sobre un asesino serial al servicio de la mafia que incursiona en el mundo de la actuación teatral y esa nueva sensibilidad artísica le cambia su perspectiva sobre su profesión y el mundo en general.
Pero, más allá de que la oferta “mafiosa” de las series es abundante y en muchos casos valiosa, es en el cine donde los gánsteres, desde los todopoderosos capos hasta los simples y en principio inocentes aprendices que van escalando dentro de la rígida jerarquía de las bandas, han encontrado el ámbito ideal para historias que se desarrollan a sangre y fuego.
El Hollywood clásico nos regaló sobre todo en la década de 1930 decenas de notables exponentes (La ley del hampa / Underworld, de Josef Von Sternberg, con George Bancroft; El pequeño César, de Mervyn LeRoy, con Edward G. Robinson, El enemigo público, de William A. Wellman, con el icónico James Cagney; Héroes olvidados / The Roaring Twenties, de Raoul Walsh, también con Cagney, o Scarface: Caracortada, de Howard Hawks, con Paul Muni, por citar solo unos pocos ejemplos).
Pero en la era “moderna” nadie como Martin Scorsese ha construido una saga tan poderosa y atrapante como la conformada por -entre otras- Calles salvajes (Qubit), Buenos muchachos (Amazon Prime Video), Casino (HBO Max), Pandillas de Nueva York (Paramount+), Los infiltrados (HBO Max), remake de una película hongkonesa que le valió el único premio Oscar de su carrera; y la más reciente El irlandés (Netflix), con un Robert De Niro que ha sido una suerte de actor-fetiche de varios de sus largometrajes.
De hecho, varios brillantes realizadores de la misma generación de Scorsese también han incursionado en el género: Francis Ford Coppola con la insoslayable trilogía de El Padrino (Paramount+ y Movistar Play), Sergio Leone con la no menos épica Erase una vez en América (Amazon Prime Video y Movistar Play) o Brian De Palma con la remake de Scarface: Caracortada (Netflix), Los intocables (HBO Max y Flow) y Carlito’s Way (HBO Max).
Y podríamos seguir... hasta el infinito y más allá: Promesas del Este (Apple TV), una de las colaboraciones entre el director David Cronenberg y el actor Viggo Mortensen; El nombre del juego / Get Shorty, de Barry Sonnenfeld, con John Travolta, Gene Hackman, Rene Russo y Danny DeVito sobre el libro de Elmore Leonard (en alquiler en Google Play y Apple TV), así como buena parte de la filmografía de Abel Ferrara (El rey de Nueva York), los hermanos Coen (De paseo a la muerte / Miller’s Crossing, disponible en Star+) o Quentin Tarantino, ya desde su ópera prima Perros de la calle / Reservoir Dogs (HBO Max y Qubit).
En el caso de Netflix también se pueden encontrar desde Gángster americano, de Ridley Scott, con Denzel Washington y Russell Crowe; hasta Bugsy, de Barry Levinson, con Warren Beatty como Bugsy Siegel, Harvey Keitel como Mickey Cohen y Ben Kingsley como Meyer Lansky (todos “célebres” mafiosos), pasando por Los hijos de la calle / Sleepers, de Barry Levinson, con un elenco impresionante (Jason Patric, Kevin Bacon, Brad Pitt, Billy Crudup, Robert De Niro, Minnie Driver, Ron Eldard, Vittorio Gassman, Dustin Hoffman y Jason Patric); un muy didáctico documental sobre el tema como Ciudad del Miedo: Nueva York vs. La Mafia o una película coreana The Drug King, con Song Kang-ho, también protagonista de Parasite.
Si nos trasladáramos por un momento a Asia, encontraríamos que una parte significativa del cine de Corea del Sur con Park Chan-wook como uno de sus principales referentes, Hong Kong con John Woo a la cabeza, Japón o Tailandia está dedicada a historias de mafiosos. El análisis detallado quedará para una futura columna, pero si alguien ha construido una rica y extensa filmografía sobre la yakuza nipona ese es, sin dudas, el director y actor Takeshi Kitano, de quien en Amazon Prime Video se puede ver Brother, una película en la que mixtura el mundo de la mafia japonesa con el de los bajos fondos de Los Ángeles. Una síntesis perfecta entre dos universos supuestamente opuestos e incompatibles, pero que en verdad tienen muchos aspectos en común.
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