Las obras de arte que muestran niños, niñas y la realidad que los circunda suele pintar, nunca mejor dicho, un universo que se torna, por momentos, inquietante.
Jonathan Leaman (Londres, 1954), estudió entre 1973 y 1977 en la Camberwell School of Art de Londres, y desde 1977 a 1983, se dedicó a la enseñanza en la misma institución. Leaman es un gran admirador de la pintura narrativa a gran detalle de los siglos XVII y XIX, su obra está llena de significados y acontecimientos tanto emocionales como espirituales.
Es llamativa la minuciosidad en sus pinturas, lo que las hace hiperrealistas, sin descontar, sin embargo, la posibilidad de incluir, dentro de ellas, detalles del plano onírico. Los cuadros de Jonathan Leaman son verdaderamente épicos. Cada cuadro, en el que se ha trabajado durante años en lugar de meses, está hecho a escala monumental (el más grande tiene más de tres metros de ancho). La obra está ejecutada con una asombrosa habilidad pictórica, mientras que cada cuadro está marcado por una incesante atención al detalle. El resultado es la creación de obras maestras excéntricas y enigmáticas, cargadas de imágenes clásicas y matices multirreligiosos.
A Jan Steen Kitchen [Una cocina de Jan Steen], (1995-6), es una pintura al óleo sobre lienzo, cuyas dimensiones son 123,5 x 170,5 cm (marco: 128,6 x 175,9 x 5,3 cm), perteneciente a la colección Tate, de Londres (no expuesta), que muestra una escena, ambientada en una cocina, representa el matrimonio de la joven púber desnuda al fondo de la habitación con el joven que se asoma por la puerta de la izquierda. Aunque ambas partes parecen igualmente inquietas ante los acontecimientos que les aguardan, es la novia, situada en el vértice del triángulo compositivo del centro del cuadro, la que recibe la prioridad pictórica. El novio, en cambio, aparece como un simple espectador alarmado. La consumación que se avecina es aludida por el lecho conyugal, que es transportado por los cuatro duendes. La pérdida inminente de la virginidad de la chica está simbolizada por el yoni, símbolo hindú de los genitales femeninos, que se rompe pictóricamente contra su cabeza. Algunos de los objetos tienen un claro significado iconográfico.
Es interesante encontrar referencias a otros artistas –no solo en el nombre de la pintura, que es una clara alusión al pintor holandés del siglo XVII Jan Steen y sus exuberantes pinturas sobre hogares desordenados–, como, por ejemplo, una variación del Nacimiento de Venus de Sandro Botticelli en la pared del fondo de la sala. El cuadro de Leaman se refiere en particular a la obra de Steen Celebración del nacimiento. Aunque las figuras se basan generalmente en amigos o familiares, Leaman prefiere pintar de memoria más que del natural. El cuadro tardó más de un año en realizarse.
“Toda mi temática está completamente impregnada de matices religiosos. Todas mis lecturas son religiosas porque me proporcionan un vocabulario. El cubismo comenzó con lo espiritual, lo abstracto, y se desplazó hacia lo material. Yo empiezo con lo material y me muevo hacia... Dios... la religión proporciona un vocabulario, lo mismo que el arte, los dos son inextricables”, dijo Leaman en algún momento acerca de su obra.
Ver un cuadro de Leaman es experimentar un mundo curiosamente desconcertante de imágenes extrañas y retorcidas. El espectador se ve arrastrado al instante a la escena, convirtiéndose así en parte de la narrativa. El talento de este artista es incuestionable, de hecho, los cuadros están ejecutados de tal manera que parece surfear esa fina línea que separa la genialidad de la locura. Sin embargo, ya sea inspirado o perturbado, su fértil imaginación es contagiosa.
Hay una presencia fuerte en la pintura de Jonathan Leaman de alusiones a la infancia.
Jonathan Leaman llamó la atención del público por primera vez cuando fue seleccionado por la artista Paula Rego para exponer en la Feria de Arte de Londres en 1992. En la actualidad sigue viviendo en esa ciudad y continúa pintando.
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