Darío Lopérfido (Buenos Aires, 1964) es ahora integrante del directorio de la Cátedra Vargas Llosa, en una remodelación que el Nobel peruano dirige, no sólo para expandir su legado, sino también para hacerla más poderosa, económicamente hablando.
El ex funcionario argentino y gestor cultural, quien fuera Secretario de Cultura y Medios de Comunicación de la Nación durante la presidencia de Fernando de la Rúa, director artístico del Teatro Colón, presidente de Ópera Latinoamérica y Secretario y Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, trabajará junto a Raúl Tola (periodista peruano), el periodista español Ramiro Villapadierna y el mismo Mario Vargas Llosa, por el que siente una “profunda admiración”, para encaminar la Cátedra.
Desde Guadalajara, México, donde se lleva adelante la Bienal en la que mañana se dará a conocer el ganador del IV Premio de Novela Vargas Llosa, Lopérfido habló con Infobae. “Es un honor muy grande, básicamente porque tengo una profunda admiración por Mario, como escritor, como ensayista y como un hombre comprometido con su tiempo. Estar en la Cátedra y haber venido a México y que él nos haya ofrecido a trabajar con él, es un altísimo honor”, dice Lopérfido, vestido de traje gris, con una camisa rosada y portando un barbijo.
Simpático, agradable, muy dispuesto a hablar de su nueva función, aclara que le gusta construirse a sí mismo como a una persona interesada en muchas cosas. Por eso no le llama la atención que ahora, lejos de la música y del teatro, esté tan metido en la literatura.
“Trato de abarcar las mayores cosas posibles. Es verdad que soy melómano, pero también fui fundador del BAFICI y la literatura me constituye como persona. Soy un empedernido lector. Tengo una avidez muy grande. En la Cátedra hay una cosa muy ligada a la literatura, pero en el caso de esta Bienal, tiene también algo muy ligado a la libertad. Esas son dos cosas que me constituyen a mí. Tengo como eje en mi vida la defensa de la libertad. Me va a seguir gustando mucho la música clásica y voy a seguir viendo muchas películas y teatro, pero me siento muy cómodo en esta actividad al contribuir a la reflexión sobre la literatura y cómo a veces la libertad se ve amenazada”, afirma.
“En octubre haremos un evento público, con personalidades de la literatura, de la política, para dar a conocer el nuevo trabajo de la Cátedra. Tendremos una actividad de fundraising, para los que quieran constituirse como mecenas de la Cátedra y a partir de ahí mostrar todo lo que queremos hacer. Ya nos hemos reunido con la FIL de Guadalajara y hay muchos planes de ampliar la colaboración. Hay un espectáculo literario prontamente en Málaga y estos nuevos problemas que se han presentado en el mundo, donde las culturas de la cancelación, castigar al que piensa distinto es una constante: nosotros, como Cátedra, queremos problematizar eso”, agrega.
A propósito de que la Bienal está mucho más abierta a las voces disidentes, a las mujeres, que en las ediciones pasadas, el gestor cultural y político argentino responde que “es un momento donde la participación de las mujeres es notable, hay muchas y muy buenas en todo el mundo. Ahora bien, me interesa mucho problematizar y discutir la cultura de la cancelación. Siempre hubo persecución al que pensaba distinto, en todos los grandes autoritarismos del siglo XX, pero ahora hay como una lapidación pública de quien piensa distinto por un grupo sectario, que no acepta ninguna discusión sobre sus postulados. Eso termina siendo puritanismo”, expresa.
Ante la pregunta de si él fue víctima o no de la lapidación pública a propósito de su cuestionamiento a la cifra de 30 mil desaparecidos, Lopérfido dice que jamás se ve a sí mismo como una víctima. “Lo único es que yo dije algo que decía mucha gente en la Argentina y que tenía posturas respecto a lo que había pasado, cercanas a lo que dice Graciela Fernández Meijide, que es defensora de los derechos humanos y tiene a un hijo muerto por la Dictadura. Mi vida política, por otro lado, fue muy consistente en luchar contra la Dictadura y por decir algo que tiene que ver con las cifras me criticaron mucho”, afirma.
“Que me critiquen no es un problema para mí, sino la negación a debatir el tema. El poco interés en el debate que tiene la crítica es un problema. La cultura de la cancelación es negarle al otro la posibilidad de que se exprese. Conmigo se puede estar en acuerdo o en desacuerdo. Da igual. Yo estoy en acuerdo y en desacuerdo con mucha gente, pero nunca le negaría la posibilidad de debatir a alguien que piense distinto de lo que pienso yo”, agrega.
No piensa volver a Argentina todavía. “Sigo manteniendo un vínculo muy fuerte con la Argentina, pero tengo una esposa, un niño que nació en Europa y ahora mi momento profesional está en Madrid. Publiqué un libro en el que muestro la batalla cultural que hay que dar en Argentina, para parar esta decadencia que me parece muy marcada, pero nunca me gusta decir lo que va a pasar”, expresa.
Sobre el final, en cuanto a la situación actual y la campaña para las legislativas de noviembre, explica su posición: “Yo siempre me siento mucho más cercano al pensamiento de Macri y Bullrich o de gente como López Murphy, pero ahora hay que mantenernos unidos, para que Juntos por el Cambio gane las elecciones y podamos terminar con el kirchnerismo democráticamente”.
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