Con remeras, pintadas en las calles e intervenciones en las redes, los lectores de Carlos Busqued, fallecido hace cinco meses, cuidan su obra y engrandecen la figura del escritor de culto, que se agiganta en nuevas ediciones de sus dos novelas y en posteos que extrañan su estilo corrosivo para leer la cotidianidad urgente, distintas expresiones de un fenómeno en el que recordar también puede ser una forma de honrar y repensar la ficción.
Sobre la calle Quesada, a pocos metros del tránsito entreverado de la Avenida Cabildo, se adivina en una pintada con stencil la silueta de Busqued, una marca de aerosol negro que resume varias de las iniciativas que luego de su repentina muerte idearon los lectores del autor para difundir su obra y hacer honor al ingenio que lo caracterizaba.
”Los mejores tuits sobre lo del domingo los hubiese escrito Carlos Busqued”, lanzó un usuario de Twitter tras las PASO para dar cuenta de cómo se extraña su lucidez punzante para alumbrar la coyuntura. “Nunca voy a leer el libro que me falta de Busqued y así no se va a morir de nuevo nunca”, confió otro, amparado en esa idea de que solo en lo latente de la incompletitud hay vida.
Con solo dos novelas publicadas y una trayectoria como escritor que se hizo visible a partir de 2009 con la publicación de su primera novela, Bajo este sol tremendo, tras ser elegida como finalista del Premio Herralde, Busqued supo dejar su impronta memorable en la literatura contemporánea con una escritura cercana al realismo sucio que trasladó, en un juego con la ficción, al personaje de su cuenta @unmundodedolor, donde agudizaba la banalidad de las redes sociales con ese estado de letargo y delirio como el que construía en sus libros.
Autor también de otra novela, Magnetizado (2017), que narra la historia verídica de Ricardo Melogno, un asesino serial de taxistas cuyo caso tuvo mucha repercusión en la Argentina de los años ochenta, falleció repentinamente a los 50 años, pero dejó un obra potente que ahora se reactualiza en nuevas ediciones, así como también sobrevive en modo bot su cuenta de Twitter, donde alimentó al personaje que se parecía bastante a Cetarti, el protagonista de Bajo este sol tremendo, ese hombre a la deriva que se entregaba a ese estado de letargo y delirio desde el que se puede actuar para devolver una mirada absurda a lo establecido como normalidad.
Con remeras, pintadas en las calles, relecturas e intervenciones en las redes, sus lectores articulan formas de extrañar y leer al escritor ausente. Sebastián Lidijover, responsable de comunicación de la Editorial Anagrama en Argentina, la psicoanalista Carina González Monier, quien fuera su novia, y el ilustrador y diseñador Sergio Ucedo se expresaron sobre estas iniciativas alrededor de la figura del escritor que falleció a fines de marzo.
”Tanto Magnetizado como Bajo este sol tremendo se reimprimieron tras su muerte. Es algo que suele pasar y que se explica por la presencia de notas en los medios y porque cuando uno ve las manifestaciones de afecto y todas las cosas que se dicen de los autores cuando fallecen, un poco uno quiere formar parte de eso. Ves que afectó a tanta gente que te da curiosidad por leerlo”, cuenta Lidijover, en función de la experiencia que le da su rol en la editorial pero también los años de librero.
“Creo que va un poco por ahí, esa ola de afecto contagia. Nada con más carga simbólica que un libro, si encima se le suma lo que genera la muerte, es como que gana más peso todavía”, asegura sobre la mayor demanda de las novelas que generó las reimpresiones. Los lectores también esperan novedades sobre la novela en la que trabajaba el escritor. “Había hablado con la editora Silvia Sesé. Entiendo que desde Anagrama estaban guardando respeto a la familia, y que iban a esperar para hablar con ellos ese tema”, cuenta Lidijover.
Hace unos días su última pareja, la psicoanalista Carina González Monier, compartió en su cuenta de Twitter la dedicatoria que Busqued le había escrito en su edición de Magnetizado y generó un gran hilo de respuestas de lectores que también lo extrañaban. “Gracias por dejarme mirar un poco del universo que manejás y te hace una persona tan trascendente. Lo que es yo (o lo que queda de eso, todo desparramado en el piso) te quiero para siempre. Carlitos”, se puede leer en aquella primera página de la novela.
”Me llegan muchos mensajes acerca de quién fue para cada quien, cuánto lo querían. Le hubiera gustado mucho saber eso, le interesaba ser querido, sentía una carencia de eso, una falta estructural”, cuenta sobre las respuestas que recibe. Sin embargo, más allá de ese plano de carácter público de reconocimiento como escritor, González Monier se reserva un espacio para recordarlo en el registro unívoco con el que se extraña al ser amado: “Me acompaña mucho lo que tenemos juntos, lo que hicimos, quién fue uno para el otro, la compañía que nos hicimos, las ganas de hacer cosas juntos, las conversaciones, sus cosas, nuestras vacaciones, nuestras remeras, sus aviones, sus libros, que tuvimos las llaves de nuestras casas y la llave de casi todo lo demás. Lo extraño muy mucho”.
”Creo que él tenía un modo de percibir muy agudo y sensible en relación a las cosas del mundo, y eso, sumado a cómo manejaba el lenguaje, generaba una composición muy perspicaz y lúcida de los acontecimientos, además de su elocuente gracia”, advierte sobre por qué en las redes se repite aquello de “qué diría Busqued” ante cualquier cimbronazo de la coyuntura. “Hablaba por muchos. Hablaba y decía, también esto era una manera de vérselas con un sufrimiento muy particular y sostenido que le producía la existencia, creo que lo aliviaba y eso lo comunicaba y lo compartía. Que ese lugar que él ocupaba no esté, hace vacío, falta su voz”, reconoce la psicoanalista.
El ilustrador Sergio Ucedo llevó a las paredes de Buenos Aires el stencil de Busqued, que ahora interpela a quienes lo reconocen al paso. Lo pintó en Palermo, Núñez, Pilar, Barracas, Boedo, Florida Oeste, San Pedro y Vuelta de Obligado, y sigue. “Éramos amigos, nos conocimos una noche en una cena en la librería Eterna Cadencia o ´Eterna carencia´ como le gustaba decir a él. Pintarlo por la ciudad es una forma de hacerlo presente, de contar cuánto lo extrañamos”, cuenta Ucedo. Con esa idea, también generó una línea de remeras.
En el diseño, la silueta del escritor se acompaña con frases de su registro como “estoy cansadita”, “esto no está acá” o “estoy drogado”. González Monier no encuentra en las remeras la esencia de Busqued, pero sabe que “hay muchos Carlitos”. Los stencils, en cambio, sí la conmueven: “Encontrarlo retratado en la ciudad es un hermosa manera de decir: ‘vos no te vas nada’”, apunta.
Fuente: Télam
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