La belleza del día: “Inocencia”, de Franz von Stuck

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

"Inocencia" (1889), de Franz von Stuck

Franz von Stuck (1863-1928) fue un influyente dibujante, ilustrador, grabador, artista decorativo, pintor, escultor y arquitecto alemán nacido en Baviera, hijo de un molinero. Dibujaba con entusiasmo cuando era niño, y pronto se convirtió en un caricaturista talentoso. Asistió a la Escuela de Artes Aplicadas de Munich entre 1878 y 1881, año en el que comenzó a estudiar en la Real Academia de Bellas Artes, donde permaneció hasta 1885.

Durante sus años de estudiante, Stuck se ganaba la vida con diseños de pintura decorativa y realizó contribuciones notables al periódico humorístico de Munich Fliegende Blätter y a las publicaciones seriadas vienesas Allegorien und Embleme y Karten und Vignetten. Gracias a esos trabajos, se ganó una reputación como dibujante hábil e ingenioso.

Su cuadro Los guardianes del paraíso recibió la medalla de oro en la Exposición Anual en el Palacio de Cristal de Munich en 1889. A partir de allí, Von Stuck se dedicó principalmente a la pintura, convirtiéndose en un retratista muy solicitado, aunque también produjo una serie de estatuas y estatuillas. La primera obra importante fue El centauro herido en 1890, luego El atleta en 1892.

Cuando solo tenía treinta y dos años, en 1895, fue nombrado profesor de la Academia de Munich. Entre sus alumnos notables se encontraban Paul Klee, Hans Purrmann, Wassily Kandinsky y Josef Albers.

"Cacería salvaje" (1889), de Franz von Stuck

En 1897 comenzaron los trabajos de construcción en Munich de la Villa Stuck. El propio artista diseñó para la residencia la arquitectura, la decoración interior y el mobiliario, que recibió una medalla de oro en la Exposición de París de 1900.

Inocencia, pintada por Franz von Stuck en 1889, es un óleo sobre tela de 68 por 61 centímetros que integra actualmente la colección Manoukian. Se trata de una pintura encuadrada en la corriente del simbolismo, caracterizada por exaltar la subjetividad, la vivencia interior. En este estilo, el símbolo es un “agente de comunicación con el misterio”, que permite expresar intuiciones y procesos mentales ocultos. El retrato simbolista entonces es más bien de introspección psicológica, frecuentemente idealizado, antes que pretender un detalle fotográfico o realista. Así, son los conceptos intangibles, la religión, la mitología, la fantasía, la leyenda, así como el hermetismo, el ocultismo e incluso el satanismo, los que rigen el arte de esta corriente.

En relación al gusto por lo misterioso e inconsciente, los simbolistas mostraron una especial preferencia por la alegoría, por la representación de ideas a través de imágenes evocadoras de esas ideas. Para ello recurrieron a menudo a la mitología y la iconografía relacionada con las leyendas medievales y las figuras del folclore popular, especialmente en los países germánicos y escandinavos.

La mayor parte de los trabajos de Franz von Stuck están inspirados en la mitología griega, romana, cristiana y germana, que los dotaban de una oscuridad casi gótica que pocos artistas del Art Nouveau se atrevían a experimentar.

"La cabeza de Medusa" (1892), de Franz von Stuck

Su obra marcó de por vida a una persona. La historia se remonta a 1889 cuando Stuck termina una de sus pinturas más oscuras: Cacería Salvaje, basada en el mito de Wotan (la versión de Odin en la mitología germana), dios de la guerra que, según el mito, atravesará Alemania, la conquistará y la llenará de cadáveres tras el paso de su ejército.

Décadas después de ser pintada, un pequeño niño ve por primera vez la obra de Von Stuck y queda impactado. No puede dejar de mirarla, de hecho va a verla en múltiples ocasiones. La obsesión no queda aquí; en una de las visitas, se encuentra con una de sus obras más famosas, La cabeza de medusa (1892) y, al fijarse bien, dice reconocer en la mirada de la mujer retratada la mirada de su madre, tiene su mismo rostro.

Este joven crece y, después de ser rechazado en la academia de Bellas Artes en Roma, entra en la política alemana. El muchacho no es otro que Adolf Hitler, que compró varias de las obra de Von Stuck y nunca las vendió. Desde que las adquiere, nunca las deja ir. El cuadro Pecado (1893) lo mantuvo colgado encima de su chimenea hasta el final de la guerra.

"El pecado" (1893), de Franz von Stuck

Lo más impactante de la historia no es sólo su fijación por la obra del artista. Ni siquiera esa conexión apreciada entre la madre de Hitler y el cuadro de la cabeza de medusa, sino más bien que Hitler parece estar retratado en el cuadro que lo obsesionó durante su infancia. Cacería Salvaje, como una suerte de oráculo, anuncia el exterminio que Adolf comandaría. El mito habla acerca del dios de la guerra que, junto con su ejército, va a llenar Alemania de cadáveres. El cuadro se finalizó el mismo año del nacimiento de Hitler.

Al llegar al poder, Hitler nombre la obra de Von Stuck como un ejemplo del arte y la moral germánicos.

El número de alumnos de Stuck que alcanzaron un gran éxito sirvió para realzar aún más la fama del maestro. Sin embargo, en el momento de su muerte, la importancia de Stuck como artista casi se había olvidado: su arte parecía anticuado e irrelevante para una generación destrozada por la Primera Guerra Mundial. En general, Stuck permaneció perdido en la memoria pública hasta finales de la década de 1960, cuando un renovado interés por el Art Nouveau llamó la atención sobre él una vez más. En 1968 se abrió al público la Villa Stuck, que hoy es un museo.

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