Badfinger, el cielo y el infierno: los Beatles los apadrinaron y un manager inescrupuloso los llevó a la pobreza y al suicidio

El grupo galés iba camino a convertirse en heredero de los Fab Four y firmaron con Apple Records. Pese a una ola de hits, el cambio de compañía y un representante inmoral abrieron la puerta a la tragedia

Joey Molland, Tommy Evans, Pete Ham y Mike Gibbons, formación original de Badfinger (RB/Redferns)

La cronología del rock está plagada de historias de ascensión y caída. Pero pocas tan definitivas y dramáticas como las de Badfinger, un grupo de jóvenes talentos que sobre finales de los 60 se presumía como la continuidad de los Beatles, pero que tan solo unos años después transformaron ese destino venturoso en una tragedia sin antecedentes.

En aquellos años los cuatro de Liverpool ya habían dejado atrás la sintonía que produjo su milagro musical. El final de la banda más famosa de la historia estaba próximo y el hartazgo personal iba en paralelo con las disputas legales. Pero entre tantas diferencias, John, Paul, George y Ringo coincidieron en justipreciar el potencial de una joven banda de Gales y no dudaron en contratarla para Apple Records, el sello que habían creado en 1968 para editar sus propios discos y los de artistas emergentes.

Aquel grupo, que comenzó como The Iveys, estaba integrado por cuatro músicos que apenas superaban los 20 años: el cantante y guitarrista Pete Ham, el vocalista y bajista Tom Evans, el guitarrista Ron Griffiths y el batería Mike Gibbins. Pero a pesar de las expectativas de sus productores, el comienzo no fue tan auspicioso como se presagiaba. Su primer sencillo, Maybe Tomorrow, pasó casi inadvertido, lo mismo que el LP debut que ni siquiera fue editado en Estados Unidos. Pero los Beatles les habían puesto los ojos y eso aventuraba un destino diferente.

Pronto The Iveys pasa a llamarse Badfinger, nombre inspirado en Bad finger boogie, título preliminar de la exitosa With a Little Help from My Friends, la canción que Lennon y McCartney habían compuesto para Ringo Starr. Pero los cambios no solo se limitaron al nombre. Por entonces Griffiths deja la banda y en su reemplazo entra el guitarrista y cantante Joey Molland, con quien ahora sí Badfinger encuentra un estilo definitivo, mezcla de sutileza y rudimento.

Badfinger: "Come and get it" en vivo

Entonces Paul McCartney les cede una de sus composiciones: el pegadizo Come and Get It. El sencillo fue un éxito inmediato. Vendió un millón de copias y trepó al cuarto puesto en los charts del Reino Unido. En 1969, Apple edita Magic Christian Music, el primer LP de la banda con su nombre y formación definitiva, producido por McCartney y el experimentado Tony Visconti, quien años después sería parte esencial de los mejores trabajos de Iggy Pop y David Bowie.

Allí los Badfinger evidencian que, más allá de las canciones prestadas, ellos también tenían en Peter Ham y Tom Evans una poderosa dupla compositiva. Sus primeras canciones, como Carry On Til Tomorrow, Midnight Sun o Maybe Tomorrow, pronto invaden los programas radiales y desembarcan victoriosos en los primeros puestos de ventas. El éxito estaba al alcance de la mano.

Un año después los Badfinger estaban listos para superarse a sí mismos en una segunda placa. Los Beatles les concedieron libertad artística y acceso a todos los recursos del estudio. El resultado fue No dice, el disco que hasta hoy es considerado uno de los puntos altos en la historia del rock inglés. El trabajo tenía uno de esos singles que hacen historia, No matter what, compuesto por Pete Ham, y la desgarradora Without you, escrita por Ham y Tom Evans y producida por Geoff Emerick, el joven ingeniero que durante años grabó a los Beatles bajo la supervisión de George Martín.

Badfinger: Without you

El ascenso de Badfinger a las ligas mayores trajo aparejado algunos cambios de estructura y motivó a la banda a rodearse de profesionales de mayor trayectoria y conocimiento. Entonces Bill Collins, su amigo de años, se desvincula del manejo financiero y entra en juego Stan Polley, un dudoso hombre de negocios que, aunque ellos lo desconocían, era investigado por la Corte Suprema de Estados Unidos por supuesto lavado de dinero para la mafia.

Polley se las ingenió para tomar a su cargo absolutamente todos los negocios de Badfinger, incluidos los derechos editoriales y de autor. Y en lo que configuró su jugada maestra, los convenció de abandonar Apple para firmar un nuevo contrato con Warner por el que cobró (y se apropió) un adelanto de tres millones de dólares a cambio de seis nuevos discos en tres años.

Los chicos de Badfinger parecían ajenos a esos manejos. El dinero llegaba a cuentagotas pero ellos habían alcanzado el sueño y a los veintipico se daban lujos por los que otros hubieran dado la vida. Colaboraron en All Thing Must Pass, el primer y exitoso disco de George Harrison tras el final Beatle, fueron parte del sencillo It Don’t Come Easy de Ringo Starr o del mítico Imagine de John Lennon. También estuvieron en el Concierto por Bangladesh auspiciado por Harrison en agosto de 1971. Allí tras la actuación de Badfinger, Pete Ham subió al escenario para hacer un dúo con el ex Beatle en Here Comes The Sun.

George Harrison con Peter Ham en los estudios de Apple en 1971 (Michael Putland/Getty Images)

El primer álbum de Badfinger con Warner fue lanzado en 1974, con producción de Chris Thomas, quien también había trabajado con los Beatles. Pero el disco no tuvo el éxito esperado y la crisis artística se sumó a la financiera. Luego, tras una serie de giras por los Estados Unidos, donde tocaron en pequeños bares y estadios universitarios, Badfinger volvió a los estudios para grabar otro disco con Thomas como productor: Wish You Were Here, que fue bien recibido por la crítica, pero por disputas legales entre el sello y Polley, pronto fue retirado de la venta.

El presente se mostraba muy distinto a los sueños y los presagios de tiempos pasados. Ham anunció entonces su intención de abandonar Badfinger. Pero Warner Brothers lo dejó claro: sin la presencia de su guitarrista y compositor, no seguirían trabajando con ellos y los demandarían por una cifra varias veces millonaria. Ham decidió volver para grabar otro disco más. Tristemente, aquella decisión fue su sentencia de muerte.

La situación se volvió insostenible. Stan Polley volvió a Estados Unidos con cualquier excusa, no respondía el teléfono y de repente los Badfinger se dieron cuenta del problema en el que estaban metidos. Pete Ham, líder y motor de Badfinger, se vino literalmente abajo. A pesar de los millones que generaba la banda, Ham vivía con su mujer en una modesta casa comprada con una hipoteca. Tenían un niño pequeño y estaban esperando un segundo hijo.

Ham seguía sin entender porque si ellos vivían de manera tan modesta, llenos de deudas, mientras el cantante country norteamericano Harry Nilsson se había hecho multimillonario gracias a la grabación de Without you, una de sus canciones. Día tras día esperaba una llamada de Stan Polley anunciándole que había conseguido un nuevo disco o una nueva gira para Badfinger.

Los medios y la carta de despedida de Ham

Hasta que llegó el día en que sí tuvo noticias del mánager desaparecido. Se había fugado a los Estados Unidos con todo el dinero de la banda. Aquella misma noche Peter Ham, el músico al que todos le auguraban un futuro provisorio, se ahorcó en el garaje de su casa. Fue un 23 de abril de 1974, tres días antes de su cumpleaños 29. Su nota de suicidio no dejaba dudas: “Anne, te quiero. Blair, te quiero. Ya no puedo querer a todo el mundo y confiar en cualquiera. Esto es lo mejor. Pete. PS: Stan Polley es un desalmado bastardo. Me lo llevaré conmigo”.

El suicido de Pete Ham puso al descubierto una vez más y de manera trágica las miserias de la industria musical. Ham había hecho ricos a otros pero murió en la pobreza. La banda pasó a la historia y el resto de los músicos intentó vanamente continuar en el negocio musical, hasta que años después, sobre finales de los 70s Tom Evans, la otra mitad creativa de Badfinger se reunió con Joey Molland para regresar a la carretera. Entre 1979 y 1981 grabaron un par de discos que no obtuvieron demasiado éxito pero que al menos les sirvieron para retornar a los escenarios.

Pero Evans y Molland terminaron enfrentados y cada uno de ellos formó su propia versión del grupo. Entonces de las cenizas del viejo Badfinger, surgieron a comienzos de los 80s dos grupos con el mismo nombre; grabando y haciendo shows a un tiempo. La situación no podía prolongarse más. Finalmente la justicia falló a favor de Molland, quien pudo seguir con la banda mientras Tom Evans tuvo que regresar a su casa sin nada. Para complicar más su situación, comenzaron a llegarle reclamos judiciales por incumplimiento de los contratos que había firmado cuando todavía lideraba su propia versión de Badfinger.

Los discos de Badfinger

Cuentan sus amigos que, angustiado por la situación, Evans hacía constante referencia a la muerte de Ham, su amigo de la vida, invocando que seguramente estaría en un lugar mejor que el que debía soportar a diario él. A medida que la situación judicial se complicaba y subían los intereses de las demandas, las invocaciones de Evans eran cada vez más reiteradas. Hasta que una noche tomó la misma decisión de su amigo y el 19 de noviembre de 1983 se ahorcó en el jardín de su casa. Tenía 36 años.

Luego de la tragedia, Joey Molland siguió su carrera musical promocionándose como ex miembro de Badfinger y sigue activo hasta el día de hoy. Mike Gibbins falleció a los 56 años a causa de un aneurisma en 2005.

Hoy solo los memoriosos o los fanáticos de antaño recuerdan el nombre de aquella banda galesa de destino trágico. De tanto en tanto alguien regresa su mirada al pasado y rescata alguna joya perdida del arcón Badfinger. Como en 2013, cuando la canción Baby Blue, la memorable melodía de 1972, sonó como fondo de la última escena de la serie Breaking Bad, por iniciativa de su creador Vince Gilligan.

Entonces las escuchas en Spotify se incrementaron un 9000 %, durante las 11 horas siguientes a la emisión del capítulo. Y, esa misma noche, iTunes vendió 5000 copias del tema, según Billboard. Una pequeña revancha para una gran banda. Una historia de gloria y tragedia que desnudó como pocas el manejo abusivo de la industria y la inocencia de un grupo de jóvenes artistas en estado puro.

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