“Marginados”, el primer libro de Michaela Coel: una oda a la resiliencia y el empoderamiento

La actriz, productora y directora británica escribió sobre la determinación que nace “de tener que trepar por una escalera apoyada en un suelo inestable”. En un manifiesto personal, la creadora de “I May Destroy You” argumenta a favor de las personas que no encajan y hacen el mundo más diverso

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"I May Destroy You" obtuvo nueve nominaciones a los Emmy. (HBO)
"I May Destroy You" obtuvo nueve nominaciones a los Emmy. (HBO)

Ahora que la pandemia de COVID-19 ha popularizado el término, porque es uno de los síntomas secundarios de la enfermedad, los medios y las redes se han cansado de explicar qué es la anosmia, pero en 2018, cuando Michaela Coel comprendió que sufría ese problema, era algo tan minoritario —afectaba a menos del 5% de la población— que casi no lo identificó.

Lo descubrió una noche en su casa, mientras preparaba burritos para los amigos a los que había invitado a mirar Stranger Things con ella, según cuenta la creadora, actriz y directora de I May Destroy You en su libro Misfits. Acaba de salir en inglés (Penguin y Macmillan) en octubre se publica en castellano (Temas de Hoy) con el título de Marginados.

“Mis amigos se quejaron de que el olor de las cebollas que estaba picando era demasiado fuerte y abrieron la ventana”, siguió. Entonces entró una polilla. Coel siempre ha odiado las polillas: “Sus movimientos erráticos, impredecibles, me ponen súper ansiosa”. Así que dejó el cuchillo sobre la mesada, buscó el matapolillas y comenzó a diseminar el aerosol por toda la sala, siguiendo los pasos incoherentes del insecto.

En el Reino Unido (izq.) y en los Estados Unidos acaba de salir el primer libro de Michaela Coel.
En el Reino Unido (izq.) y en los Estados Unidos acaba de salir el primer libro de Michaela Coel.

Sus amigos comenzaron a toser, cada vez más desesperadamente. Sacaban la cabeza por la ventana. Algunos se querían ir.Pero ella no olía nada. Como tampoco antes había advertido lo punzante de las cebollas.

El reconocimiento de esa falta de un sentido parece haber transformado su perspectiva creativa por completo. Si proyectaba la anosmia sobre sus textos encontraba algo similar: se había hecho “el hábito de contar el horror con una sonrisa”. Decir que sí aunque se quiera decir que no. Encajar al costo de cortarse partes. Recibir un bouquet de heces sin oler nada.

De esa epifanía salió I May Destroy You, nominada a nueve Emmys: una serie personalísima y a la vez universal sobre el consentimiento sexual, la violación y el abuso. También el discurso principal del Festival Internacional de Televisión de Edimburgo —un honor que recibieron figuras como Dennis Potter o Rupert Murdoch— que la invitaron a dar aquel año y que reelaboró hasta completar las 128 páginas de este libro, subtitulado “Un manifiesto personal”.

Michaela Coel grabó personalmente el audiolibro en inglés de "Misfits".
Michaela Coel grabó personalmente el audiolibro en inglés de "Misfits".

Era una conferencia importante, la MacTaggart Lecture: la más importante en la industria de la televisión del Reino Unido. Le prestaron una casa en Somerset para pensar y escribir durante unos días. Lo hizo sin parar; rápidamente logró un primer borrador, “divertido en algunos tramos, brutalmente honesto, que concluye con un mensaje positivo sobre la alegría y el sentido que este oficio de contar historias puede darle a la vida”.

Satisfecha, lo repasó echada en un sofá; al rato apoyó la computadora en el suelo y se quedó dormida.

Tuvo un sueño extraño. Al final, aparecía una polilla.

La polilla se clavó en su cabeza; volvió a su apartamento en Londres pensando en ella.

Leyó el borrador del discurso, lo retocó un poco. Encontró una candidez positiva en el modo en el que hablaba de la violencia sexual, los abusos en el trabajo, el racismo y la pobreza. Y seguía pensando en qué significaría esa polilla de su sueño.

Tuvo entonces un momento eureka.

“El barniz positivo de la conferencia comienza a darme asco”, escribió. “Las cosas ya no están bien; la mierda que podía narrar tan fácilmente no está bien: es mierda y apesta. Si se la voy a ofrecer a otros en bandeja de plata, mejor sería que tratara de hacerme una idea de cómo huele. Aunque los detalles de la conferencia se mantienen, mi impresión de esos detalles comienza a cambiar: percibo mi dolor, mi quebranto, mi fragilidad. Es como si siempre hubiera sabido que mi casa se incendiaba, pero de pronto oliera el humo”.

Así el contenido del discurso empezó a adquirir distintas formas, en general menos casuales, menos edificantes. “¿Cuánto hace que tengo el hábito de narrar el horror con una sonrisa, de plantarme bajo la luz para narrar historias de tinieblas?”, se preguntó.

A medida que reescribía, Coel rompió ese hábito para mirar a las tinieblas como lo que son, y se sintió aterrada, con el corazón desbocado. “Sin dejar de ser honesto, mi discurso se transmuta en un misterio. Elijo un lenguaje que carece de transparencia, elijo permanecer en este banco, en la oscuridad, y en cambio invito a cada oyente a encontrarse conmigo aquí”.

Por ejemplo, dijo desde el podio en Edimburgo, poco después de que el caso de Harvey Weinstein se difundiera en todo el mundo:

“¿Cuánto hace que tengo el hábito de narrar el horror con una sonrisa, de plantarme bajo la luz para narrar historias de tinieblas?”, se preguntó Coel, y de allí salió "Misfits". (Laura McCluskey)
“¿Cuánto hace que tengo el hábito de narrar el horror con una sonrisa, de plantarme bajo la luz para narrar historias de tinieblas?”, se preguntó Coel, y de allí salió "Misfits". (Laura McCluskey)

Ser más transparente en nuestra industria ha llevado ante los tribuales a aquellos acusados de conducta impropia. Lo sabemos porque son personas poderosas, que generan clicks, que llegan a los diarios. ¿Protegemos a los abusados por esos productores?

Algunos dicen que nuestra industria es un microcosmos del mundo. Es una danza delicada, ¿verdad? El mundo nos refleja y nosotros, a la vez, al mundo. Tenemos que recordar que hay personas, fuera de esta industria, que son violadas por hombres y mujeres sin un estatus de celebridad que arrebatarles, o un poder público que disolver.

El texto, que con el paso de los meses dio origen a Misfits, incluyó también el contexto en el cual sucedió la violación de la que fue víctima y que la creadora británica transfiguró en I May Destroy You: cuando despertó y descubrió lo que había sucedido, la primera llamada que hizo fue a la policía, pero la segunda no fue a su familia: fue a los productores de la serie que estaba escribiendo, tanto la presionaban con la entrega que la idea de dedicar un día a ocuparse de sí misma luego de un ataque sexual le generaba angustia.

La traducción al castellano, "Marginados", saldrá en octubre con el sello Temas de Hoy.
La traducción al castellano, "Marginados", saldrá en octubre con el sello Temas de Hoy.

La ganadora del premio BAFTA a la mejor intérprete femenina y el Breakthrough Talent por su primer programa de televisión, Chewing Gum, también cantante (Fixing the Barbie, We’re the Losers), tomó el concepto de misfit (una persona que no encaja, inadaptada o marginada) para reflexionar sobre su experiencia de recuperarse. Y más: cómo recobrar, o lograr, el poder de ser y crear, algo que va más allá de la industria audiovisual e interpela a los lectores de cualquier camino. Tanto en inglés como en castellano, las editoriales han catalogado el libro como autoayuda y superación.

En lugar de términos como diversidad o extrañeza, dijo, eligió la polifonía de marginalidad, y le quitó la connotación negativa. “El término marginado asume ideas dobles; un marginado es alguien que mira la vida de manera diferente. Muchos, sin embargo, terminan marginados porque la vida los mira de manera diferente a ellos”. La palabra, agregó, “cruza generaciones y conceptos de género o cultura, simplemente por su deseo de transparencia, un deseo de ver el punto de vista de otros”.

En su caso, esa marginalidad la acompañó desde el momento de su nacimiento en Londres, donde creció en el mismísimo distrito llamado City of London, o The Square Mile, porque literalmente mide 1,12 millas cuadradas (2,9 kilómetros cuadrados) pero allí concentra todo el poder de las finanzas, desde la Bolsa de Valores al Banco de Inglaterra. Y también un pequeño edificio de casas sociales, un resabio del estado anterior a Margaret Thatcher: construido en 1977 para albergar gente sin techo, se convirtió en vivienda subsidiada para familias de inmigrantes como la madre de Coel y sus dos niñas.

Como "I May Destroy You", el libro es una historia personal que cobra magnitud general. (HBO)
Como "I May Destroy You", el libro es una historia personal que cobra magnitud general. (HBO)

“A la vista de todos, pero de algún modo invisible”, recordó en el libro ese primer hogar.

Esa experiencia del contraste tomaría muchas formas a lo largo de su crianza: por ejemplo, la madre la inscribió en el Teatro Juvenil de Bridewell, menos para impulsarla al arte dramático que “porque era gratis, es decir más barato que una guardería”. Era seguro, quedaba a pocas cuadras. Michaela fue la única estudiante negra.

Ya había experimentado el racismo. Nunca creyó que el hecho de que su familia fuera una de las pocas —cuatro— negras del edificio pudiera importarle a alguien, hasta que alguien dejó una pila de heces en su puerta. “Mi madre la limpió en silencio. Pero cuando recibimos una bolsa de mierda a través de nuestro buzón, como entrometida precoz sentí que no tenía más remedio que tomar las cosas en mis manos de siete años. Recorrí la urbanización, me columpié en los columpios, desesperada por la transparencia, preguntándome: ‘¿Quiénes...? ¿Quiénes son los enemigos de mi familia?’”.

Pensó en un vecino de su edad, Sam, con el que solían pelearse y luego jugar al Nintendo y comer scones. Su inocencia no concebía otra posibilidad.

La actriz británica Michaela Coel recibió el premio BAFTA. (EFE/ Clemens Bilan)
La actriz británica Michaela Coel recibió el premio BAFTA. (EFE/ Clemens Bilan)

“Luego me sumé a una escuela secundaria para niñas”, siguió en Misfits, y allí conoció a “un grupo de diez marginadas, en su mayoría originarias de África y el Caribe”. Era la década del 2000: preadolescentes con teléfonos Nokia 3310 y salas de chat que ya no existen. “Lo que me sostuvo a lo largo de esos cinco años fue la abundancia de muchachas negras, blancas, mixtas; marginadas, porque mis amigas eran todas marginadas; una pandilla enorme de chicas poco atractivas para el mercado, hermosas marginadas, a quienes el mundo convencional les parecía poco atractivo”.

También fueron años de bullying: le decían coco (negra por fuera, blanca por dentro), se burlaban de sus labios grandes, la ridiculizaban por elegir Danzas Irlandesas como actividad artística.

Comenzó a responder en su blog, básicamente porque descubrió que funcionaba como un exorcismo: ella se reía de sí misma, la agresión quedaba neutralizada. Trasladó eso a la vida física: “Se te ve estresada. ¿Necesitas un abrazo?”, le dijo una vez a la principal de sus atacantes, que nunca más se dirigió a ella. Y al arte, como compositora de algunas letras de la banda de chicas Black Voices Inc.

El casting de "I May Destroy You" fue destacado en la edición 36 de los Film Independent Spirit Awards. (REUTERS)
El casting de "I May Destroy You" fue destacado en la edición 36 de los Film Independent Spirit Awards. (REUTERS)

Coel estudiaba literatura cuando dejó la universidad —para preocupación de su madre— y se inscribió en Arte Dramático. Tenía 23 años. Era un instituto público cuyo teatro “atraía a agentes de todas partes”; el último año iban “a fichar a los mejores talentos”. Una vez más, fue única: “la primera chica negra que aceptaban en cinco años”.

No había visto sitcoms británicas como Fawlty Towers o Red Dwarf; su dieta era más bien estaounidense, Seinfeld y Buffy y Moesha, así que no tenía mucho de qué hablar con los compañeros. Que, además, en un par de ocasiones se dirigieron a ella con epítetos como si fuera lo más cool del mundo; debió explicarles que no.

En una clase le enseñaron que para seguir una carrera artística había que decir que sí siempre y prepararse para no recibir recompensa económica. Había que ascender en la escalera por el mero gusto de contar historias. “¡Me encantó el concepto! Todos unidos, escalando para narrar historias a riesgo de ser pobre, gritando ¡Sí!”. En otra clase debió participar en un ejercicio que dividió a los estudiantes en dos grupos: aquellos cuyos padres eran propietarios de sus casas y aquellos que no. Se encontró sola: todos sus demás compañeros, entendió, tendrían al menos esa seguridad.

"Un marginado es alguien que mira la vida de manera diferente. Muchos, sin embargo, terminan marginados porque la vida los mira de manera diferente a ellos”, escribió la creadora de "I May Destroy You". (HBO)
"Un marginado es alguien que mira la vida de manera diferente. Muchos, sin embargo, terminan marginados porque la vida los mira de manera diferente a ellos”, escribió la creadora de "I May Destroy You". (HBO)

“Pensé, entonces escribí sobre el tema en mi blog”, contó en el libro. “No sobre lo difícil que era no poseer una casa: escribí sobre la resiliencia que nace de no tener red de seguridad, de tener que trepar por una escalera apoyada en un suelo inestable”. Subrayó: “Escribí que esas circunstancias pueden dejarte con el sentimiento de estar destinado a la derrota o pueden hacer algo más: engendrar una determinación, una búsqueda implacable de los sueños que ninguna persona con seguridades podría nunca imitar”.

Por entonces ensayaba Lisístrata, de Aristófanes, y escribía lo que luego se convertiría en su primer éxito, Chewing Gum.

Supo entonces que la puesta de Lisístrata no sería en el teatro principal, sino en otro, a 35 minutos y al otro lado del Támesis, donde nunca iban los agentes. “Hice lo que sabía hacer mejor que nada: abandoné”, ironizó. “La marginada no asciende en busca de seguridad o beneficios: sube para contar historias, se baja de la escalera y se trepa a los columpios; oscila de un lado a otro, a veces agresivamente, a veces balanceándose de pie, en busca únicamente de transparencia”.

A partir de su primera obra de teatro, "Chewing Gum Dreams", Michaela Coel hizo su primera serie, "Chewing Gum". (Netflix)
A partir de su primera obra de teatro, "Chewing Gum Dreams", Michaela Coel hizo su primera serie, "Chewing Gum". (Netflix)

La obra de teatro Chewing Gum Dreams subió a escena en el Royal Exchange Theatre y en el Royal National Theatre; mientras Coel se abría paso con otros papeles circunstanciales —Law and Order: UK, London Spy, The Aliens y el éxito de Netflix Black Mirror— consiguió que se adaptara como Chewing Gum en 12 episodios para televisión.

Su papel en Black Earth Rising —una serie sobre las consecuencias del genocidio en Ruanda en los noventa— la hizo conocida en el mundo; Netflix quiso contratar su siguiente proyecto por USD 1 millón.

No tengo hipoteca, ni tarjeta de crédito, ni hijos, ni auto (contenta con mi bicicleta); el dinero es bueno, pero prefiero la transparencia. Mis historias son mis bebés, quiero cuidarlas, así que pedí que me reservaran una porción de mis derechos parentales, mi derecho de autor”, explicó. Le dijeron que no, que la cosa no era así. “Usé el único poder que tenía, y me rehusé”.

Todo el libro celebra la idea de ese poder: en concreto el de una mujer negra de clase baja insertada en una industria dominada por hombres blancos de clase media, pero en general el de cualquier individuo que, aun en su condición de marginado, sigue teniendo una esencia a la que serle fiel.

Michaela Coel recibió el premio Breakthrough Talent por su primer programa de televisión, "Chewing Gum". (Netflix)
Michaela Coel recibió el premio Breakthrough Talent por su primer programa de televisión, "Chewing Gum". (Netflix)

Después de todo, como señaló al elegir el juego de espejo doble entre la sociedad y Hollywood, los problemas del sexismo, el racismo, la clase social y la violencia están en todas partes. Y hasta pueden producir obras como I May Destroy You, que se ocupa exactamente de esos temas.

Misfits es a la vez el relato de una experiencia y una suerte de propuesta ética para no encajar, sea porque una persona es diferente del modelo ideal impuesto por la cultura o porque simplemente “ve el mundo de otra manera”, como sintetizó Coel.

De la riqueza de la diversidad —sobre todo, de pensamiento— a la importancia de mirar el trauma más allá del concepto de víctima —para, por ejemplo, quedarse con las capacidades de recuperación que puede tener una persona—, Coel recorre el modo en que ella se reinventó en sus 34 años para mostrar como otros pueden adaptar sus identidades a la experiencia para hacer de las heridas meras cicatrices, para llegar a un lugar mejor.

Las polillas vuelven cada tanto en el libro, una en particular de las casi 160.000 especies identificadas, la Acherontia, la que parece tener una calavera humana dibujada. Es la única de todas las polillas capaz de emitir sonidos como mecanismos de defensa, explicó. Coel llevaba un collar con una Acherontia escondido bajo el vestido el día que dio en Edimburgo el discurso principal del Festival Internacional de Televisión que se convertiría luego en este libro, su primero.

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