L-Gante, el inesperado mensajero de un mundo que puede parecer lejano pero está ahí

Surfea con elegancia la grieta sin ofender a nadie, apuesta al diálogo y busca llevar su música pero también el relato de sus deseos y aspiraciones, como el primer Maradona. “En momentos en que las clases populares son siempre explicadas por otros, él lleva las riendas de su guion”, dice la autora de esta nota

Casi como menester imperioso necesitamos entender eso que irrumpe y muchas veces desconocemos. Así pasó con el cantante L-Gante, que de golpe se convirtió en un enigma a descubrir: famoso entre los jóvenes pero ignorado por una buena parte de los adultos, que vemos pasar las nuevas olas desde la playa sin levantar la vista, bastó que fuera nombrado en plena campaña por la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner para posar nuestros ojos sobre él.

Es que Elián Ángel Valenzuela, el joven artista en cuestión, lejos de quedar en el centro de cualquier polémica -corrigió el relato sobre sus inicios contado por la ex mandataria, rectificando algunos datos- manejó con una cintura admirable los dimes y diretes sobre su historia, en plena etapa preelectoral, sin dejar a nadie ofendido.

El surfear con elegancia la grieta en estos tiempos álgidos lo convirtieron en un personaje para prestarle atención: nos podía enseñar algo.

Por eso lo más destacado en este asunto, amén de él, es lo que nos produjo a quienes lo fuimos descubriendo a través de la televisión, ese lugar en el cual hoy reina el grito, el cruce poco respetuoso y la inmediatez. Donde contextualizar ya no se estila y escuchar al otro parece demodeé.

Con frescura, mucho respeto y una gran capacidad para relatarse, Elián se salió de los parámetros a los que estamos televisivamente acostumbrados y nos regaló un poco de paz mediática.

L-Gante y su mamá, Claudia Valenzuela.

Uno de esos momentos fue el reportaje que le brindó a Eduardo Feinmann en el noticiero que conduce para la señal de cable de La Nación +. El periodista, famoso por sus polémicos retruques, esta vez debió abandonar su mordacidad luego de que el muchacho, a modo de presentación, y tras ser azuzado con un “¿Te la bancás?”, refiriéndose a la entrevista, respondiera calmo y sonriente:

-Algo bueno que tengo en mí y que me ayudó en eso (bancársela) es la sinceridad. Si vos me decís que algo está mal y tenés razón, claro, ¿qué te voy a decir?

Una declaración de amor al diálogo, difícil de encontrar en estos tiempos donde tener la razón parece ser lo único que nos moviliza frente al otro. Tiempos en los que el intercambio aparece como lugar para demostrar que no pensamos matizar nuestras ideas previas aunque el otro te demuestre lo contrario.

La curiosidad por ver esa esperada confrontación que no fue, y culminó con L-Gante invitando al conductor a comer en su casa, no solo generó rating sino más de un millón de vistas en youtube. El boca a boca de la amorosidad había funcionado. Lo excepcional, que debiera ser asiduo, dos personas intercambiando ideas, nos dejó a todos sorprendidos y pensando.

L-Gante mostró públicamente su casa

Claro que también en las redes sociales, otro campo de batalla donde todo está puesto en duda y análisis, pudo leerse, tras ser invitado a la mesa de Mirtha Legrand, hoy comandada por su nieta Juana Viale, que Elián “se convirtió en un objeto de estudio”, “que se lo observa desde la superioridad de la clase”, “que lo invitan para llevar a un pobre”.

Pero, lejos de esos otros prejuicios, podríamos también sugerir que, más allá de los intereses de quienes lo invitan en pos del ansiado rating (y ni siquiera aseverando que todos sean malintencionados), Elián es un gran relator de su vida, de sus deseos, de su aspiraciones.

En tiempos en los cuales las clases populares son siempre explicados por otros, que el protagonista tome las riendas de su propio guion es rico y estimulante. Y L-Gante tiene la capacidad para hacerlo con destreza. Puede interrumpir el almuerzo sin temor de preguntar por dónde tomar los cubiertos ante la cantidad de vajilla desplegada sobre la mesa: todos en algún momento quisiéramos preguntar lo que no sabemos con esa soltura y gracia. ¿Cuántas veces el miedo a la mirada ajena nos imposibilita hacer cosas para no exponernos?

La participación del cantante en los almuerzos conducidos por Juana Viale mostraron la capacidad de comunicación de L-Gante

Elián demostró que se puede hacer en prime time y no pasa nada y que hay un mundo que quiere mostrar desde su música y lo continúa a través de las entrevistas. Al igual que otro gran artista de la danza futbolística, Diego Maradona, tiene el talento para hablar por sí mismo, para contarse.

“Yo vengo de la villa y voy a Palermo. Lo que sí, veo poca gente de Palermo ir a la villa”. Una delicada manera de explicarse sin tutela.

Como ese Diego mundialista juvenil del 79, que después de bajar del avión que lo traía con la Copa se fotografiaba con su mamá luciendo un tapado de piel, dando a entender con una sola imagen que su ascenso iba a ser familiar. No se salvaba solo.

Mirtha Legrand y Diego Maradona. Detrás se ve al actor Claudio Levrino.

O ese otro Diego que visitaba, impecable, a Mirtha en su mesa y le permitía que la diva arreglara puntillosamente su corbata. Era el Diego que iniciaba su relato.

En el caso de L-Gante, eso se advierte desde en la devoción que siente por su madre hasta la comodidad que le genera su barrio, sin olvidar el orgullo que le produce estar construyendo un hogar para su futura familia. En breve nacerá su hija Jamaica, fruto de la relación con su novia Tamara, con quien sale antes de “pegarla” con la música. Y su vida no es un cuento lineal, hay tantos arcos narrativos como en cualquier serie que se precie de atrapante.

Criado solo por su madre, conoció la pérdida de un lindo hogar en General Rodríguez a comienzos del siglo, por lo que pasó a vivir en la modesta zona donde vive su abuela hasta que a su mamá le fue otorgada en el 2010 una casa en el Barrio Bicentenario, construido por el Estado para los que no tenían vivienda.

Dejar la escuela para ir a trabajar a una fábrica, conocer las drogas y el alcohol, renunciar a su puesto laboral apostando a la música porque le “habían salido shows y no quería faltar y quedar mal” en su trabajo; la pandemia frustrando los sueños iniciados con ese micrófono de mil pesos y una netbook del programa Conectar Igualdad, obtenida mediante un intercambio por un celular, la venta de barbijos y un IFE para sobrevivir culminaron esta temporada en un tema con millones de views que cambiaron su suerte.

Fama inmediata, dinero para edificar su nueva casa junto a la de su progenitora, olla popular para el barrio que lo vio crecer, el arreglo de su plaza y una canción para que los más pequeños aprendan el abecedario. Ascender sin cortar las raíces.

Y la historia continúa.

En lo artístico, L-Gante es un gran admirador del cantautor Pity Alvarez

En lo artístico, Elián no casualmente es un gran admirador del cantautor Pity Alvarez, que pudo expresar el alma de gran parte de esa generación X golpeada por los 90, esa generación desesperanzada y en caída que alimentó ficciones como Okupas, tan venerada este año al ser repuesta por Netflix.

Nos guste o no la música de L-Gante, sus temas reflejan la vida de muchos jóvenes fuera de nuestro radar, los chicos apartados del sistema y de los spots de campaña.

“Yo solo muestro lo que pasa en el barrio”, le respondió a Feinmann luego de que el periodista le comentase su disgusto con la aparición del tema de las armas en sus videos.

L-Gante es el mensajero de un mundo que a muchos nos parece lejano pero está ahí. Una costumbre que vienen generando los músicos de cumbia desde hace rato, con la salvedad de que a la hora de las entrevistas no pueden terminar de plasmar la diferencia entre la oda o la mera descripción, generando más de una vez controversia.

Claudia, la mamá de Elián, cuenta que eligió ese nombre para su hijo, que por azar es un nombre bíblico que significa “Hombre Brillante”, de tanto oírlo en la tele ese año. En el 2000, cuando nació el cantante, el mundo estaba en vilo por el pequeño balserito cubano Elián González, que había sobrevivido a un naufragio mientras cruzaba Cuba hacia los Estados Unidos y era el centro de una contienda legal entre su padre, residente en la isla y la familia materna, alojada en Florida.

Elíán González, el pequeño balsero cubano que fue devuelto a la isla desde Miami en el año 2000. L-Gante lleva se llama Elián, como él.

En aquellos años, su imagen entre delfines era venerada cual santito milagroso. Ojalá este Elián no sea el único joven que sobreviva llegando a las costas en este naufragio de chicos creciendo entre tanta desigualdad.

Ojalá no sea el milagro.

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