Uno se está desarrollando de manera online; el otro se realizará dentro de pocos días de forma presencial. Uno tiene como eje a una industria modélica de Asia; el otro, a una de las potencias europeas. Pero, más allá de las diferencias, ambos festivales encuentran un cauce común gracias a cinematografías que combinan una rica tradición, excelencia artística y una vocación inclaudicable por conectar con su propio público y con las audiencias internacionales.
Estamos hablando de la octava edición de Han Cine - Festival de Cine Coreano, que hasta el 26 de septiembre está presentando en streaming gratuito en la plataforma oficial Cine Ar Play 13 películas recientes de ese origen; y del 21º Festival de Cine Alemán, que entre el 16 y el 22 de septiembre proyectará 7 largos y 13 cortometrajes en el complejo Cinépolis Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires.
Cuando se analizan modelos exitosos de política cinematográfica (sin contar a la todopoderosa industria de Hollywood, claro) inmediatamente surgen los de dos gigantes como China (fuertemente regulado desde el Estado) e India (con una producción local descomunal), pero también los de Francia y Corea del Sur.
Joyas desde el país más cinéfilo del mundo
Lo del cine coreano no es una casualidad sino fruto de una apuesta de muchas décadas que ha trascendido a (y ha sido continuado por) gobiernos militares y democráticos, de derecha o de izquierda. La industria audiovisual es política de Estado y parte esencial de la identidad del país.
Los coreanos aman su cine (y sus series, y su música) y prueba de ello es que se trata de uno de los pocos países del mundo donde sus películas convocan siempre más público que los tanques hollywoodenses. Con una población no mucho más grande que la nuestra (52 millones de habitantes) tienen el cuarto mercado cinematográfico más importante del planeta detrás de Estados Unidos, China y Japón, que en 2019 (último año de normalidad antes de la pandemia) recaudó en boleterías 1.600 millones de dólares.
Ir al cine es una costumbre y una pasión, cada coreano va en promedio más de cuatro veces por año a las salas (en Argentina apenas se llega a una visita anual), por lo que podemos decir sin caer en exageraciones que es el país más cinéfilo del mundo (en el ranking de entradas per capita le siguen Islandia y los Estados Unidos).
Pero esas cifras no se explican solamente por una agresiva, persistente, moderna y multimillonaria política de fomento y protección: el cine coreano es muy bueno. Uno podría decir que los premios Oscar conseguidos el año pasado por Parasite, de Bong Joon-ho, son una explicación rotunda, pero en verdad es solo una muestra, si se quiere en forma de consagración internacional, de los alcances de una industria que cada año regala decenas de excelentes películas de género y de autor.
Una prueba contundente del fenómeno coreano se puede apreciar con varios títulos disponibles de forma gratuita en Cine Ar Play hasta el 26 de septiembre. Allí está, por ejemplo, El hombre del presidente, de Woo Min-hoo, el título más taquillero de 2020 en su país (¡35 millones de dólares de recaudación en plena pandemia!) que reconstruye en formato de thriller el atentado contra Park Chung-hee, dictador que presidió con mano dura a Corea entre 1961 y 1979; o El gángster, el policía y el diablo, film de Lee Won-tae estrenado en el Festival de Cannes sobre un jefe mafioso y un joven policía que -muy a su pesar- deben unir fuerzas para perseguir a un sanguinario asesino serial.
Y, si el cine coreano se destaca por sus películas de género (acción, suspenso, terror, comedia), también es uno de los más buscados por los festivales dentro del ámbito autoral. Dentro de esa vertiente son insoslayables entre la oferta del festival online La mujer que escapó, historia de conversaciones femeninas que le valió a HongSang-soo el premio a Mejor Director en la Berlinale; y Hermanos en una noche de verano, de Yoon Dan-Bi, sobre la crisis económica de una familia narrada desde el punto de vista de los dos hermanos (una chica y un chico) del título.
De Alemania, con diversidad temática y estética
El cine alemán también tiene una historia tan rica como la del coreano (ahí están Friedrich Wilhelm Murnau, Rainer Werner Fassbinder, Werner Herzog, Wim Wenders y todos los maestros germanos que alimentaron al Hollywood clásico, desde Ernst Lubitsch hasta Douglas Sirk) y un impacto global que se podrá apreciar aunque sea en parte gracias a la programación del festival que comienza el próximo jueves 16.
Si hubiese que elegir un título nos quedaríamos, sin dudas, con Undine, la nueva propuesta de Christian Petzold, uno de los principales representantes del cine alemán de las últimas dos décadas con films como Seguridad interior, Fantasmas, Yella, Triángulo, Bárbara, Ave Fénix y Transit. Ya sin su actriz-fetiche Nina Hoss, pero con Paula Beer como nueva heroína trágica, esta historia que bebe del imaginario de Hans Christian Andersen (con La Sirenita a la cabeza) narra las desventuras afectivas (y las maldiciones) de Undine, una mujer que trabaja en Berlín como historiadora especializada en el desarrollo de la ciudad.
Pero hay muchas propuestas más. La diversidad temática y estilística es una de las características esenciales del cine alemán y este festival no hace otra cosa que ratificarlo.
* El Han Festival de Cine Coreano se puede seguir gratis a través de Cine Ar Play
* El Festival de Cine Alemán inicia el 16 de septiembre en el complejo porteño Cinépolis Recoleta
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