La continuidad de los libros: así funcionan los clubes de lectura para chicos

El estímulo para que lean desde temprano es una preocupación y una ocupación de padres y maestros. Infobae Cultura conversó con quienes ayudan a facilitar esta tarea

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Pocas cosas fascinan tanto en
Pocas cosas fascinan tanto en la infancia como leer (iStock)

Los clubes de lectura no son una novedad: en los últimos años han surgido, proliferado, aumentado e, incluso, en algunos casos, desaparecido. Lo que sí es novedoso es la diversificación que han encontrado algunos para renovarse y la especialización que ha despertado el fenómeno en otros casos. Un ejemplo de esto último son las suscripciones literarias cuyos destinatarios son las infancias.

La LIJ –literatura infantil y juvenil– tiene una especificidad que le es propia, muchas veces ligada a lo escolar, en primera instancia, y a lo familiar.

No parece casualidad, entonces, que las propuestas presentadas en esta nota —y no solo, como sucede también con Lecturita, una de las primeras, y con Bla bla blá o Glöw, por mencionar algunas más— estén comandadas por mujeres, en varios casos madres, docentes o ligadas a la educación. Es una certeza y una evidencia el amor por los libros y la lectura, y su pasión por convidar, por compartir.

Constituirse como clubes de lectura puede haber sido el puntapié inicial para armar una librería; un mismo proyecto en común para ambas propuestas; una excusa para la promoción lectora o un camino de llegada tras transitar otros. Y así lo cuentan sus protagonistas.

Una entrega de Pantuflas (Foto:
Una entrega de Pantuflas (Foto: Gentileza de Gretel Nájera)

Magalí Jardón, licenciada en Psicología, especialista y actual doctoranda en literatura infantil, lleva adelante Infancias lectoras, desde 2018, junto con Victoria Medaura, diseñadora gráfica, y Hernán Díaz, que se ocupa de las finanzas. E incluyen en el equipo a “tres pequeños lectores muy exigentes: Matías (12 años), Joaquín (7 años) y Martín (5 años)”. Desde sus comienzos se embarcaron en ambos proyectos, “como librería virtual y club de libros”. Cuenta Magalí que el motivo de esta decisión fue no solo por no limitarse, sino porque quienes se acercaban lo hacían con diferentes inquietudes: “Hay quienes vienen buscando una recomendación específica y hay otras personas que desean armar una biblioteca sumando libros mensualmente”.

En el caso de Pantuflas libros, de Gretel Nájera, docente y socióloga, y su pareja João Coutinho, que tienen a su hija Anna como “musa inspiradora”, el proyecto surgió hace cuatro años con el nacimiento de la niña y con la idea de “hacer una curaduría de libros infantiles en vistas de la gran oferta editorial que existe y la especificidad de estos libros”. En una primera instancia, surgió el club de libros y luego fue ampliándose hasta llegar a ser una librería virtual, como consecuencia de la demanda, del mismo modo que, agregan: “Hemos ido incorporando libros para adultos y adultas que nos fueron pidiendo”.

Julia Sturla y Melisa Papillo,
Julia Sturla y Melisa Papillo, de Mochila de libros

El camino inverso es el de Club Grendelín, uno de los más nuevos, con apenas un año, de Eugenia De Micheli, poeta, escritora, historiadora y docente, y Daiana Salvia, librera, artista audiovisual y gestora cultural, que es la, como ellas dicen, “extensión”, una suerte de consecuencia de la librería Grendelia, especializada en LIJ y con local a la calle en el barrio porteño de Boedo, que ya tiene cuatro años de vida. La identidad está muy marcada por el concepto mismo de club, rescatado “como lugar de encuentro e intercambio” con “la lectura como interés en común”. El proyecto surge del deseo de hacer un club de lectura para socias y socios con nombre y apellido y parte del deseo de generar vínculos con los lectores, conocer sus recorridos, hacer de guías, acompañar, compartir lecturas y ofrecerles un espacio de pertenencia.

EnLápiz –”todo junto y con mayúscula en la E y la L”–, de Melisa Ferreras, licenciada en Psicopedagogía, y Vanesa Suárez, licenciada en Educación, socias y fundadoras del club, es el fruto de su “amor por la educación y la literatura” desde que se conocieron en 2010 “en el patio de una escuela”. Ambas amigas son madres, docentes y desde hace unos años también socias en este emprendimiento que las apasiona y “las invita a soñar permanentemente un poco más allá cada día”. Mientras Melisa se dedicaba a la atención clínica de infancias y adolescentes y Vanesa a la formación de docentes, tareas que siguen desempeñando, en 2019 gestan un espacio psicopedagógico y educativo, al que llamaron Espacio EnLápiz, y en el que se dedican “a la atención de las infancias de una forma integral, acompañando de forma respetuosa y amorosa” a niños, niñas y adolescentes. En ese proyecto, cuentan: “Siempre estuvo muy presente la vinculación de los procesos de aprendizaje con la literatura, por lo que surgió la necesidad de involucrarnos más con el universo de los libros”. Y así se inició el club, con la idea de poder llegar a las familias “identificando sus necesidades y realizando una asesoría profesional para adquirir el material que se ajuste a cada caso en particular”.

Gretel Nájera y João Coutinho,
Gretel Nájera y João Coutinho, de Pantuflas

Construir una comunidad lectora, expresión e idea afines a todos estos proyectos, puede tener su anclaje más obvio justamente en la idea de comunidad, como es el caso de Casitas de papel, de Cintia Roberts, licenciada en Letras, editora de oficio especializada en literatura para las infancias y madre de Ulises y Francina –además de dedicarse a la formación de mediadores a través de charlas, seminarios y talleres sobre LIJ–, y Ana Sagripanti, licenciada en Comunicación Social, actriz y mamá de Camilo. Casitas de papel nace y existe en Pergamino, Provincia de Buenos Aires, de donde es originaria Ana y adonde se mudó Cintia, “por una vida más verde y familiar”. Y florece, germina, en diciembre de 2016, tras el encuentro de Cintia y Ana. Brota de la necesidad de hacer accesible lo que la distancia lentificaba. “Eran tiempos diferentes, todavía comprábamos libros solo en tiendas especializadas y el e-commerce no estaba tan generalizado. El libro álbum venía abriendo nuevos paradigmas en la lectura pero era difícil de conseguir y esa fue nuestra tarea, lograr accesibilidad y dar a conocer sobre estos bienes culturales que considerábamos tan preciosos, por su aporte estético y en el sentido de valiosos”.

Casitas de papel Club de Lectura & Cultura nace a partir de esta falta en una habitación de la casa de Ana, en Pergamino, como una pequeña tienda a puertas cerradas”, recuerda Cintia, y a partir de eso, de recibir juntas a amigos, amigas, conocidas y conocidos para intercambiar lecturas, libros y de dictar talleres, descubren la necesidad de muchas familias de asesoramiento sobre “qué comprar, en cómo valorar aquello que adquirían” que existía, “y fue así que surgió el club, como un modo de acompañar el crecimiento de los lectores y las bibliotecas familiares”. “Nuestro objetivo desde el inicio fue conectar cultura e infancias en un diálogo fecundo, intentando hacer de ese acto íntimo, un acto con otro, con otros, proponiendo el recorrido de lo íntimo a lo compartido. Así nació esta comunidad y es por esa razón que se sigue sosteniendo”.

Las amigas Melisa Papillo, licenciada y profesora en Letras, especialista en literatura infantil y juvenil, docente de escuela secundaria y bachillerato para adultos, con dos libros de poesía en su haber, y Julia Sturla, profesora de Historia, formada en historia de las infancias, docente de escuela secundaria y tutora universitaria e investigadora de temáticas vinculadas con la construcción cultural de la infancia e historia en Latinoamérica, creadoras de Mochila de libros, también se conocieron trabajando en una escuela, donde descubrieron, además, que habían sido vecinas sin saberlo. Sintonizadas en todo, cuentan que este proyecto es el resultado “de varios proyectos emparentados con libros” que ambas tuvieron por separado más el deseo de tener, juntas, una librería. Melisa tenía experiencia en haber tenido una “librería con suscripción de libros en zona Oeste” del Gran Buenos Aires, así que corrían con la ventaja de conocer el terreno. Con fecha exacta recuerdan que el 2 de abril de 2019 diseñaron en un cuaderno el logo y desde ese momento surgió el club de libros, primero, a lo que, con el tiempo, le sumaron la librería virtual.

Una de las entregas de
Una de las entregas de Mochila de libros (Foto: Julieta Botto)

Mai Quintana y Rosana Agricola, docentes de música y artes plásticas y amigas, hacía tiempo que ansiaban combinar ambos lenguajes y proyectos sirviéndose como medio de su pasión por la literatura y que los “articule como eje central”. “A partir de allí surge Semilla de papel, proyecto en el cual sostenemos que la literatura ilustrada es capaz de cautivar a todas las personas”, sin importar la edad del lector. Y con ese objetivo se presentaron al mundo hace poco menos de dos años.

En plena pandemia, Mayra González, profesora de nivel primario dedicada al área de Prácticas del Lenguaje, crea, en julio de 2020, Súper Lectores, la más nueva de todas las propuestas, que comenzó como un club de lectura por suscripción mensual, corolario de su amor por los libros y por formar comunidades de lectura. Mayra selecciona los libros, conversa con los socios, elige las editoriales, pero no está sola en esto, la acompañan Luciana y Lola, que colaboran día a día en el armado de los combos, el transporte y las redes sociales. Ese amor “se manifiesta día a día en la escuela, con las y los estudiantes” y desde que armó el proyecto, con los suscriptores y seguidores, con quienes día a día comparten el amor por los libros, expresa con entusiasmo. Luego les abrió la posibilidad a aquellos que no quisieran o pudieran suscribirse de optar por comprar libros de manera más tradicional –aunque virtual–, e incorporó la librería.

Cintia Roberts (de pie) y
Cintia Roberts (de pie) y Ana Sagripanti (sentada), de Casitas de papel

Sobre el nombre y otras palabras

Entre las cuestiones que definen la propia identidad están las palabras que se escogen, el nombre, y ambos se articulan para determinarnos. Cada una de estas propuestas se constituyen desde una toma de posición muy marcada y clara.

Melisa y Julia, de Mochila de libros, se decidieron por un objeto que las conecta con lo que fueron y lo que son: una mochila cargada de libros –por las estudiantes que fueron y siguen en formación y por las docentes que son hoy–. La esencia de su club –y agregan que la de todo lector– es “que nunca falte un libro en el equipaje”.

Y en concordancia con esto, si se les pregunta por libros y lectura, se inclinan por ‘refugio’, ‘resistencia’ y ‘viaje’. “Siempre decimos que leer es imaginar recorridos, entrar en otro mundo un rato y a la vez que ese otro mundo entre al propio”. Y cierran la idea con una frase de Haroldo Conti de la novela Mascaró: “Uno es historia. ¿Qué hay para adelante? Caminos”.

El nombre Pantuflas, cuenta Gretel, surge del concepto danés hygge, con el que se interiorizaron con João y que remite al placer cotidiano del hogar y de “hacer de cada lugar un espacio de confort y disfrute”. Desde allí y parada en ese campo semántico imaginó posibilidades, y la idea de andar en pantuflas le dio la respuesta. “La literatura es, sin dudas para mí, ese lugar que siempre me permite sentirme como en casa, esté donde esté”, afirma.

Con la misma franqueza y convicción, reconoce que es difícil e injusto “con el resto de las sensaciones”, pero, para ella, “la que más se acerca” para definir libros y lectura “es FELICIDAD”, con mayúsculas.

Cintia y Ana, de Casitas de papel, condensan en el propio nombre ambas ideas: “Porque metaforiza lo que significa la lectura y un libro, un espacio que puede ser habitado” –su lema es “historias para habitar”–. Y parafrasean a Iris Rivera, maestra de Cintia de escritura, quien solía decir que “los libros son como casas a las que se puede entrar desde distintos lugares [...] y recorrerla en diferentes direcciones”. Y adoptaron esta hermosa metáfora para pensar un libro como una casa, un refugio en el que uno pueda ir hacia adentro, descansar, “lavarse los pensamientos y las emociones, macerarlos en la cocina, convidarlos y compartirlos con los más íntimos”, asumen.

Melisa Ferreras y Vanesa Suárez,
Melisa Ferreras y Vanesa Suárez, de EnLápiz

Y eligen “talismán” para definir libros y lectura, porque, dicen: “Como diría Nicanor Parra, citando al gran libro del Tao: ‘Primero la magia, después la realidad’”.

Mai y Ro, de Semillas de papel, van a lo simple y concreto, y expresan que para ellas cada historia, cada texto, cada verso son como semillas que se transforman, evolucionan, “que brotan de adentro hacia afuera”. Y están convencidas de que ese florecer es para siempre.

Por ese mismo motivo describen a la lectura y los libros con la palabra ‘magia’.

El Club Grendelín y todo el universo de Grendelia están inspirados en el libro Los grendelines, de Elsa Bornemann, cuentan Daiana y Eugenia. Fue el punto de partida para generar un espacio para las infancias, porque les atrajo la idea de lo diminuto, de las cosas pequeñas como sumamente importantes, y el Club Grendelín invita a habitar este mundo pequeño y fantástico, proponiendo una aventura hecha de libros.

Leer y los libros, desde estos parámetros, los piensan como “una cadena de amor en el sentido menos naif de la palabra: amor como entrega sin esperar nada a cambio” –desde los escritores e ilustradores, de los editores, pero también desde los lectores–. Es una cadena de amor de la que se sienten parte.

Cuando estaba pensando cuál podría ser el nombre del club que estaba preparando, a Mayra una de las primeras ideas que se le pasaron por la cabeza es el poder que tiene la lectura, la transformación y el mundo que se abre al sumergimos en ella. Eligió, entonces, Súper Lectores, para “empoderar al lector”, para “mostrarle un camino que puede trasladarlo a muchos otros” recorridos y mundos.

En la misma línea y con la misma metáfora traza el mapa de lo que significa para ella leer, “es un placer”, dice, “y agregaría que los libros para mí son puentes que me permiten día a día poner en palabras sentimientos [...] ver otros mundos posibles, y dejar volar mi imaginación”.

EnLápiz es “en alusión a la necesidad de repensar las infancias en torno a un trazo que se construye al andar”, argumentan Vanesa y Melisa. “Por eso elegimos la nobleza de un lápiz, porque nos da la libertad de escribir y reescribir, crear y recrear, construyendo de forma permanente ese camino de aprendizaje que lleva a poder transformarse y transformar el mundo en un lugar mejor”.

Para ellas leer y los libros son magia en forma de papel y tinta, encuentro, refugio, revolución y transformación.

Mayra González, de Súper Lectores,
Mayra González, de Súper Lectores, con sus hijas, quienes la ayudan en el proyecto

Infancias lectoras como nombre nace de la amalgama entre la multiplicidad de infancias y lecturas posibles –según las concepciones de Sandra Carli para la primera, por su diversidad; y de Yolanda Reyes para la segunda, por la pluralidad de formas de leer–, señala Magalí.

Para asociar con leer elige la palabra “encuentro”, porque en cada acción de lectura lo hay. “Cuando le leemos a un niño o a una niña hay un encuentro; cuando un niño o una niña toma un libro en sus manos, estamos asistiendo a un gran encuentro. Creo que la palabra ‘encuentro’ se lleva bien con ‘libros’ y ‘leer’”, puntualiza.

En la curaduría, la propia esencia

A pesar de que todas las suscripciones tienen puntos en común, más allá de los destinatarios, el modo de encarar la selección, qué valores y características privilegian por sobre otros, en qué ponen el foco, si suman algún regalo como plus, etc. son los detalles los que las distinguen.

Las chicas de la Mochila de libros privilegian tanto la calidad literaria como la de la edición, ofrecer diversidad de autores, ilustradores y editoriales –dando especial lugar a los nacionales–. Como docentes y lectoras, sobre todo por esto último, creen que “la cultura, el arte y el juego son herramientas fundamentales para conocer el mundo y potenciar la imaginación”. Por eso es que tras los primeros meses, sumaron al envío láminas ilustradas por diferentes artistas argentinos y recomendaciones culturales para acompañar las lecturas de cada mes. Y con la apertura de la librería, incorporaron literatura para adultos, dando la posibilidad de poder agregarla al envío y que todos los miembros de la casa reciban un libro. En la selección incluyen tanto clásicos como novedades, pero que ellas consideran infaltables en una biblioteca. La suscripción es mensual y las opciones son dos: Mochi individual o Mochi plus, cuya diferencia radica en la cantidad de libros que se reciben. Ambas reciben, además, una lámina para colorear y coleccionar.

Eugenia De Micheli y Daiana
Eugenia De Micheli y Daiana Salvia, de Club Grendelín

El Club Grendelín ofrece un amplio catálogo editorial. Cada mes, Daiana y Eugenia seleccionan alrededor de treinta libros teniendo en cuenta autores, editoriales, géneros y, por supuesto, la retroalimentación que reciben de los socios y socias. Ofrecen diversidad de formatos en los que se destacan las imágenes. Es un club de lectura en el que los suscriptores y las suscriptoras eligen lo que leen, a partir de un cuestionario en el que les consultan gustos y recorridos. “Luego les ofrecemos varias propuestas de lectura con sus reseñas, de las que tienen que elegir una”. “Otra cosa que nos caracteriza son los regalos que enviamos: son más que “cosas lindas”, cada una es una invitación a crear y a jugar, como teatros de sombras, cartas para inventar historias, tangrams, fanzines…”.

En Súper Lectores, para la curaduría tienen en cuenta la edad y los gustos de los lectores, si lee en imprenta, en mayúscula o minúscula, y están receptivos a los comentarios de las familias. Desde el primer momento los socios y las socias conocen qué libros van a recibir, y si las familias lo solicitan pueden elegir qué quieren que les envíen. “Dedicamos mucho tiempo a conversar con cada socio y saber de sus necesidades”, cuenta Mayra. Junto con el combo de libros envían un regalo sorpresa, y agrega que piensan en esta “actividad para que pueda ser compartida en familia”. Además, proponen diferentes juegos en cada entrega, y explica: “Así como nos parece superimportante la lectura desde la primera infancia, también creemos fundamental inculcar el juego, con juguetes sustentables y que inviten a crear e imaginar, fue por eso que agregamos el sector de juguetería”.

La propuesta de EnLápiz apunta al objetivo que las chicas tenían desde el inicio y bastante ligada a sus profesiones, formar una comunidad de pequeños y pequeñas lectores y lectoras y jugadoras y jugadores. “Fuimos dándole forma de a poco a las suscripciones, porque estábamos seguras de que queríamos ir por carriles diferentes a los tradicionales en ese terreno. Esa búsqueda llevó tiempo de pensar y probar, pero hoy en día sentimos que llegamos a una instancia en la que nos sentimos muy conformes de lo que ofrecemos: nuestros itinerarios de lectura y juego mensuales”, cuentan. Los itinerarios son propuestas integrales de lectura y juego creados todos los meses según distintos propósitos de lectura. Cada mes, lanzan una nueva valija que incluye libros, juegos y actividades más una propuesta pedagógica que acompaña cada recorrido, además de otras sorpresas como credencial de membresía, pin insignia del club coleccionable y una carta a cada lector para contarle qué aventura va a experimentar ese mes. Eligen los libros “sabiendo que cada uno será un nuevo compañero de aventuras”, se acercan a cada editorial y si se “gana” su amor, lo adoptan: “Sí, suena un poco a locura, pero nosotras no sentimos comprarlos…”. Con la pandemia esto se les dificulta, pero los abordan desde otro lugar, debaten y, nuevamente, si las enamora, lo eligen.

Gretel de Pantuflas dice que la curaduría se realiza con base en diferentes criterios, pero siempre con el norte de que sea buena literatura, es decir, textos bien escritos, ilustraciones interesantes y con un proyecto gráfico general que sea convocante. “La idea es que lleguen a las familias diversos géneros, con propuestas de calidad estética y literaria, visibilizar editoriales con menos presencia en el mercado pero sumamente valiosas, rescatar obras y al mismo tiempo acercar las novedades. Trabajamos muy de cerca con las editoriales y con la puesta en valor de autores, ilustradores e ilustradoras e incluso traductores y traductoras”. Rescata y destaca, ante todo, el valor estético y no el utilitario de la literatura. Además de los planes Clásico y Familiar, ofrece un plan Profesional, que es para quienes trabajan con libros para las infancias, como pueden ser psicólogos, psicopedagogas, docentes en general, fonoaudiólogos, etc., ya que, explica, “se ajusta a los temas que quieran ir abordando”.

Mai Quintana y Rosana Agricola,
Mai Quintana y Rosana Agricola, de Semillas de papel, trabajando juntas para el club

En Semillas de papel, Mai y Ro apuestan por la diversidad de temas, a abrir el juego a otros universos, que los libros sean herramientas para abordar distintas temáticas o ser puentes entre las palabras y las emociones. Eligen acercar la literatura de forma lúdica. “El libro como juego, antes de leerlo, durante y después también, al mismo tiempo entrelazarlo con otros lenguajes artísticos”, puntualizan.

Cintia y Ana, de Casitas de papel, asumen un compromiso con la curaduría: “En principio para poder seleccionar primero tenemos que posicionarnos. Es imprescindible para nosotras la reflexión sobre cómo miramos y nos dirigimos a las infancias. Fundamentalmente sin infantilizarla, con una mirada y una escucha atenta y respetuosa”, eso les permite comprometerse con las necesidades, los temas de interés, los deseos y las competencias lectoras de las chicas y de los chicos. Piensan las propuestas de cada mes como recorridos que puedan ampliarse en los hogares, según los intereses de cada familia y lectores. “De modo que muchas veces reciben libros y recursos que contagian las ganas de expandirse y aventurarse a nuevos recorridos”, explican. Quienes se suscriben tienen un seguimiento anual de lo enviado. Realizan la selección cuidando de habilitar la diversidad en las bibliotecas personales y familiares, nutrirlas con diferentes materiales, proponer recorridos temáticos, de géneros, desde ficción, narrativa, poesía, recorridos lúdicos, de arte y hasta divulgación científica para los más pequeños. Los ejes de selección son la calidad literaria, la vanguardia en el tratamiento temático o estético, la rigurosidad científica (en los casos de divulgación), el diseño, la puesta del color y la diversidad en cuanto a las técnicas.

Finalmente, Magalí, de Infancias lectoras, en la curaduría se inclina por los criterios estéticos-literarios, esto incluye la calidad del texto, de las ilustraciones, del diseño y la edición. Otro factor que para ella es muy importante, además, es la variedad. “Por ejemplo, si enviamos una suscripción mensual a una niña que recibe un libro por mes, a fin de año tendrá 12 libros, intentamos entonces que esos libros varíen en géneros, formatos, estilos”, dice. Una decisión que toma es no enviar “distractores”, porque, argumenta: “Puede ser tentador añadir una caja de marcadores o incluso un juguete, pero ¿qué mensaje estamos dando con eso? Creemos que el foco debe estar en los libros y en quienes los reciben”, argumenta.

Magalí Jardón, de Infancias lectoras
Magalí Jardón, de Infancias lectoras

En todos los casos coinciden en que la acogida y la recepción ha sido muy buena; han logrado un feedback positivo, crearon comunidades de lectura a través de las redes, e incluso, como cuentan las chicas de Casitas de papel –que han empezado a transitar, además, su propio camino editorial, con el agotado y reeditado Universos fugaces–, el intercambio desde los propios chicos, más allá de la intervención de sus familias.

Cada uno de los clubes, con sus matices, sus rasgos particulares, tienen en común el deseo ferviente de convidar, de compartir, de transmitir, a su modo, pero siempre con seriedad, respeto y el plus de la formación especializada, el placer por leer, por atravesar mundos.

Para suscribirse a los clubes

* Mochila de libros, para contactarse por correo electrónico lo pueden hacer a la siguiente dirección: mochidelibros@gmail.com. En IG son: @mochila.de.libros.

* Casitas de papel Club de Lectura & Cultura, para contactarse por correo electrónico lo pueden hacer a la siguiente dirección: holacasitas@gmail.com. En IG son: @casitasdepapelclub, también las encuentran en Facebook. Pueden enviarles un Whatsapp al +54 9 247 745-5697 para más consultas.

* Pantuflas club de libros, para contactarse por correo electrónico lo pueden hacer a la siguiente dirección: pantuflaslibros@gmail.com. En IG son: @pantuflaslibros. Pueden visitar su blog, su canal de YouTube, o enviarles un Whatsapp al +54 9 11 3470-0809 para más consultas.

* Club Grendelín, para contactarse por correo electrónico lo pueden hacer a la siguiente dirección: clubgrendelin@gmail.com. En IG son: @grendelia, y también las encuentran en Facebook.

* Súper Lectores, para contactarse por correo electrónico lo pueden hacer a la siguiente dirección: superrlectores@gmail.com. En IG son: @superrlectores. Pueden llamarla al +54 9 11 4494-9557 para más consultas.

* Club EnLápiz, para contactarse por correo electrónico lo pueden hacer a la siguiente dirección: club@enlapiz.com.ar. En IG son: @clubenlapiz, también las encuentran en Facebook. Pueden llamarlas al +54 9 11 4188-6539 para más consultas, o visitar su blog.

* Semilla de papel libros, para contactarse por correo electrónico lo pueden hacer a la siguiente dirección: semilladepapellibros@gmail.com. En IG son: @semilladepapellibros, y también las encuentran en Facebook.

* Infancias lectoras, librería virtual y club de libros, para contactarse por correo electrónico lo pueden hacer a la siguiente dirección: infanciaslectoras@gmail.com. En IG son: @infanciaslectoras, también la encuentran en Facebook. Pueden enviarles un Whatsapp al +54 9 11 3470-2345 para más consultas.

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