Desde el próximo lunes 6 y hasta el 26 de septiembre, el Museo Nacional de Bellas Artes presenta una nueva edición del festival de cine coreano Han Cine, organizado por el Centro Cultural Coreano de la Embajada de la República de Corea, que este año podrá verse online en forma gratuita a través de la plataforma Cine.Ar Play, camino hacia el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
El ciclo, que cuenta con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), el Festival de Cine Independiente de Seúl y el soporte técnico de ARSAT, ofrecerá en su octava edición una selección de 13 filmes de producción reciente que representan un panorama de la mejor cinematografía coreana actual.
“En el festival –enumera el crítico Leonardo D’Espósito, curador de cine del Bellas Artes–, podremos apreciar filmes de contexto histórico (el drama de época Sueño prohibido, la bella creación en blanco y negro El libro de los peces); la vigencia de la comedia romántica (Blues del Año Nuevo); la fuerza del cine de animación adulto (Nadando al mar); la enorme variedad del cine de acción y suspenso (Lluvia de acero: la cumbre, El hombre del presidente, El gángster, el policía y el diablo, Hitman: agente secreto); el drama social (Lady Baco, Hermanos de una noche de verano); o la mirada aguda sobre el universo femenino (La casa del colibrí, Kim Ji-young: nacida en 1982, La mujer que escapó)”.
Para D’Espósito, “el Han Cine, una vez más, permite apreciar la riqueza –aparentemente y por suerte inagotable– del cine producido en Corea del Sur. Cada filme tiene la doble característica de ser parte de una filmografía consistente, y tener su estilo y lenguaje propios”.
Todas las películas de la octava edición del festival Han Cine
Sueño prohibido (Hur Jin-ho, 2019)
Uno de los momentos clave en la historia de Corea lo constituyó el reinado de Sejong el Grande en el siglo XV, un enorme reformador que hizo avanzar la ciencia y la educación en su país. Sobre tal impulso gira Sueño prohibido, la historia de los límites que las relaciones políticas ponen al conocimiento. Con la apariencia épica de una gran reconstrucción de época para nada gratuita –cada detalle es funcional al relato–, la película es una perfecta metáfora de la relación que hoy mismo tenemos con la ciencia y la tecnología; una relación por cierto ambigua pero central. Y es, además, una gran historia sobre la relación entre dos hombres: el soñador del conocimiento y el mandatario con responsabilidades que exceden sus propios deseos.
Nadando al mar (Lee Dae-hee, 2012)
Entre lo más importante del cine de Corea del Sur contemporáneo, figura su gigantesco desarrollo en la animación. “Nadando al mar” es un ejemplo cabal. Aunque el punto de partida es la historia de un conjunto de peces encerrados en la pecera de un restaurante que sobreviven como pueden, y la de una caballa que quiere salvar su vida huyendo hacia el mar, difícilmente estemos más lejos del uso infantil del género.
Con una utilización de tonos y matices extraordinaria, el diseño de personajes absolutamente emotivo genera una sensación claustrofóbica que permite comprender el dilema de la libertad y lo que implica vivir en una sociedad que se come a sus propios miembros. Un drama lírico con matices expresionistas, quizás de los mejores filmes carcelarios de la historia, seguro de los más originales.
Lluvia de acero: la cumbre (Yang Woo-suk, 2020)
En 2017, el thriller de acción, espionaje y política Lluvia de acero resultó un éxito gigantesco en Corea del Sur, incluso superando a Star Wars –el episodio VIII había tenido un lanzamiento masivo–. La continuación, incluso en tiempos de pandemia, resultó igualmente exitosa.
Con la tensión entre las dos Coreas como fondo (una herida aún abierta, un tema central en gran parte de esta cinematografía), el secuestro de diplomáticos de ambos países y de los Estados Unidos, mientras se celebran conversaciones sobre una paz posible y una guerra nuclear probable, permite que el suspenso que crece durante toda la trama sea un vehículo de las angustias y las contradicciones de una situación compleja, donde lo único que realmente vale es la humanidad de los protagonistas.
Hermanos en una noche de verano (Yoon Da-Bi, 2019)
Vimos esta joya en el último Festival de Mar del Plata, donde se llevó el Premio especial del jurado. Es, como muchas de las mejores películas surcoreanas, un melodrama familiar (no de otra tradición proviene, por ejemplo, la multipremiada Parásitos), que al mismo tiempo narra la crisis en la que se encuentra hoy la familia como institución (y no solo en Corea del Sur).
Dos hermanos adolescentes que terminan viviendo con su abuelo; un padre que queda en la ruina y se muda a la misma casa, y varios conflictos generacionales. Todo transcurre plácidamente, con los mínimos elementos para que comprendamos la trama y que sea la intensidad de las relaciones la que nos permita conmovernos con un filme sobre el que planea, por momentos, la sombra de Ozu.
Lady Baco (E J-Yong, 2015)
Hay algo de neorrealismo –algo sutil en el retrato de comportamientos humanos– en esta historia de una prostituta de 65 años, que no solo tiene que cuidar a un niño abandonado, sino también responder al pedido de uno de sus clientes más antiguos: que lo asista en su eutanasia.
El conflicto moral tiene como marco una ciudad gigante, donde el drama intenso de los personajes parece contrastar con la indiferencia del espacio. Sin embargo, el tejido del melodrama hace que el ambiente y los personajes se complementen gracias a una puesta de cámaras elegante, alejada del vértigo, que se toma el tiempo necesario (ni mucho ni poco) para mostrar a sus criaturas. Es especialmente notable el trabajo de Youn Yuh-jung, gran comediante galardonada con el Oscar en 2021 por su trabajo en Minari, otro gran filme.
La casa del colibrí (Kim Bo-Ra 2018)
Podemos decir que La casa del colibrí es un drama adolescente, la historia de una joven en busca de comprensión y de amor, oscilando entre chicos y chicas, cercana a una maestra con la que entabla un lazo profundo. Pero no solo es un “coming of age” en tono melancólico, sino también un “coming of age” histórico, el de un país en medio de una transición profunda que lo afecta todo: desde lo festivo hasta lo trágico.
No por nada ocurre en 1994, momento clave en la historia contemporánea de Corea del Sur. No es nada más la historia de una adolescente –adorable, ambigua, talentosa, ignorada por quienes no deberían, a veces golpeada–que trata de encontrar su personalidad, su deseo y su camino, sino la de una nación que se encuentra en un dilema similar. Una verdadera clase de lo que significa el cine independiente de hoy en todo el mundo.
La mujer que escapó (Hong Sangsoo, 2020)
Hong es uno de los realizadores más prolíficos de la actualidad (no solo de Corea del Sur) y también uno de los mejores, lo que destruye el viejo lugar común de que cantidad no implica calidad. Sus temas –el amor romántico, las diferencias entre hombres y mujeres, el cine como vector de las emociones, las imposturas intelectuales– le han permitido construir dramas y comedias excepcionales, donde lo humano, con sus dulzuras, tragedias y ridiculeces, aparece con fuerza a partir de la sutileza.
La mujer que escapó es una comedia a veces con sordina, a veces hilarante, sobre una mujer que se encuentra con otras mujeres y, con eso y a partir de un misterio que ocurre justamente en un cine, deconstruye las relaciones entre los géneros (y otras) con una mirada de enorme precisión. Un maestro que justifica que se lo trate como tal.
Kim Ji-young: nacida en 1982 (Kim Do-young, 2019)
La fecha de nacimiento de la protagonista es clave: se trata de alguien que atravesará una era de cambios en un país complejo, al tiempo que se rebela contra el lugar que la sociedad le ha asignado sin preguntarle. Adaptación de una novela que se convirtió en referencia para los movimientos feministas de Corea del Sur, retrata la vida de una mujer común, un ama de casa que, poco a poco, decide revertir la situación que el mundo le asigna a su género.
El relato es de una fluidez tal que, si bien toca, como un catálogo, el lugar femenino en todos y cada uno de los ambientes posibles (trabajo, hogar, estudio), lo que nos absorbe y nos permite comprender es el puro relato, la pura historia. Con un registro realista, el filme logra, desde lo íntimo, construir un auténtico verosímil social que se torna –como corresponde a la temática– en una toma de posición política.
Hitman: agente secreto (Choi Won-sub, 2020)
Uno de los mejores cócteles de los géneros populares en Corea del Sur, Hitman: agente secreto es la historia de un súper entrenado, súper profesional, súper mortífero asesino que, un buen día, decide dejar la profesión y convertirse en dibujante de cómics web. Se casa, tiene hijos, una vida normal, hasta que decide contar su propia historia como asesino en forma de historieta, y el éxito lo lleva al peligro y a volver a lo suyo con quince años de inactividad en el medio.
Acción, humor absurdo, relaciones familiares, parodia desde adentro de los lugares comunes del thriller, vértigo y, de paso, una mirada sobre aquello que enriquece e ilumina el imaginario de una sociedad. Un éxito de taquilla notable en la pospandemia, de una originalidad absoluta.
El libro de los peces (Lee Joon-Ik, 2021)
Podemos concentrarnos exclusivamente en la belleza plástica de este filme rodado en blanco y negro, donde las luces y las sombras crean un mundo. Podemos concentrarnos, si no, en la historia, la de un erudito exiliado a comienzos del siglo XIX en una isla, que convive con un pescador e intercambia con él conocimientos (uno sobre el mundo, otro sobre el mar y su vida). La relación de poder y la diferencia de clases se diluye en el saber compartido, en la convivencia constante con la naturaleza.
La película es un ejemplo de cómo lo real se convierte en material de la ficción, y cómo la ficción es vehículo de ideas poderosas que trascienden el tiempo. El saber y cómo obtenerlo, cómo se produce a través de la experiencia, es el núcleo de este cuento de amistad.
El gángster, el policía y el diablo (Lee Won-tae, 2019)
En este violento thriller, un policía durísimo, casi más allá de la ley, se une con un gángster igual de duro que quiere una venganza: ambos van detrás de un asesino serial absolutamente cruel. El filme mantiene la tensión desde la primera secuencia y muestra dos órdenes: el de la pura trama policial y el moral, donde el juego de policías y ladrones (un poco como en “M”, de Fritz Lang) se suspende ante la aparición de un Mal que se vuelve casi metafísico. Aún con este planteo, la película no carece de humor y, en ocasiones, el uso de los elementos clásicos de varios géneros deriva en una forma sutil de sátira. La naturaleza del mal y la diferencia entre la moral y la ética conforman la red básica de la historia.
El hombre del presidente (Woo Min-ho, 2020)
El relato transcurre en 1979, con el presidente Park en su décimo octavo año de gobierno dictatorial. El hombre más importante del espionaje coreano huye a los Estados Unidos, y lo que sabe puede poner en peligro absoluto a la administración de Corea del Sur. Con este trasfondo histórico, estamos ante un filme de suspenso creciente, de una tensión que envuelve al espectador a medida que los datos, los movimientos, las medias palabras y medias verdades –a la manera de los relatos de espionaje más clásicos y mejor construidos (alguien compara la trama del filme con los puzzles de John Le Carré)– arman una verdad insoportable. Del poder y sus manejos, más allá de los contextos históricos o políticos.
Blues del Año Nuevo (Hong Ji-Young, 2021)
Poco tiempo antes del final del año, cuatro parejas se enfrentan a cambios, a momentos decisivos. Parecen alejados espacialmente, pero este relato coral va creando una red con las herramientas de la comedia romántica, que permite componer un panorama al mismo tiempo simple de comprender y de gran complejidad emocional. El tono amable, de constante proximidad con el espectador, y los no pocos ramalazos de belleza logran que esta historia de amores y relaciones plasme incluso los matices más sutiles y complejos de los vínculos de pareja. También es una película sobre el cambio de lo singular a lo plural. Y, entre otras cosas, tiene hermosas imágenes de Buenos Aires.
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