Luego de seis años de arduas reformas con un elevado costo de 140 millones de euros (más de USD 165 millones), la Neue Nationalgalerie (Nueva Galería Nacional) de Berlín reabrió sus puertas al público el pasado domingo 22 de agosto con una exposición de Alexander Calder, Minimal/Maximal, que se podrá visitar hasta febrero de 2022. El artista estadounidense está estrechamente ligado a la Nueva Galería Nacional por una de sus principales obras “Têtes et queue” (1965), una de las esculturas presentes en la inauguración del museo en 1968 y que regresa ahora a la terraza del edificio en su reapertura al público.
La galería además vuelve a exponer su importante colección de obras del modernismo clásico, entre las que están representadas la Bauhaus, el expresionismo, el cubismo y el surrealismo. Alrededor de 250 pinturas y esculturas de artistas como Otto Dix, Hannah Höch, Ernst Ludwig Kirchner, Lotte Laserstein y Renée Sintenis, así como donaciones recientemente incorporadas a la colección de Conrad Felixmüller, László Péri y Sascha Wiederhold, podrán verse hasta julio de 2023. Y alberga una tercera muestra, Rosa Barba, In a Perpetual Now, que presenta quince objetos, obras fílmicas y esculturales de la artista italo-germana. Este año, por otra parte, sumó a su archivo dos obras de la artista argentina Mariela Scafati.
“Con la reapertura de la Nueva Galería Nacional los Museos Estatales de Berlín recuperan algo más que una de sus galerías más importantes y más bellas”, celebró el director general que engloba las instituciones berlinesas, Michael Eissenhauer. Muy próximo a donde estuvo emplazado el Muro de Berlín, el edificio construido a mediados de los 60 y diseñado por el arquitecto germano-estadounidense Ludwig Mies van der Rohe es un emblema de la arquitectura moderna y de la capital alemana, que en su momento le encargó a su hijo pródigo esta obra que simbolizaba las libertades del mundo occidental.
Según el responsable de los Museos Estatales de Berlín, “la arquitectura transparente y clara de esta obra del modernismo clásico concebida por Mies van der Rohe fue siempre un símbolo de resurgimiento, tolerancia y cosmopolitismo”. A causa del deterioro en la base de su estructura, en 2014 tuvo que cerrar sus puertas para poder adecuarse a los estándares técnicos y de seguridad actuales.
Más allá de la perfección visual que ostenta su enorme sala de vidrio con techo de acero, como museo ha sido una pesadilla para sus directores y curadores. Acostumbrado a las grandes escalas de sus trabajos en los Estados Unidos, Mies van der Rohe quiso realizar el mayor espacio interior sin columnas imaginable, una cualidad que presenta dificultades para cualquier exposición de arte.
También producto de otros aspectos disfuncionales, la galería sufría regularmente el agrietamiento de sus ventanas y una fuerte condensación de aire que afectaba su interior. “Nunca podíamos encontrar el mismo cristal para sustituirlos. Y las puertas eran demasiado pequeñas para introducir grandes obras de arte en el interior: Mies no tenía ni idea de para qué se iba a utilizar el espacio”, dijo Joachim Jäger, el director de la galería, a The Guardian.
Para el saneamiento del edificio, el gabinete de arquitectura de David Chipperfield en Berlín ha respetado los interiores originales y los materiales, lo que implicó desmontar alrededor de 35.000 elementos para su limpieza y restauración y posterior reubicación en su lugar inicial. Chipperfield debió arreglar los defectos funcionales del edificio y mejorar su sustentabilidad sin alterar visiblemente la estructura. Un desafío de enorme dificultad, ya que la estructura del edificio es tan despojada que cualquier arreglo que se le añadiera podía atentar contra su visión original. “Decidimos restaurarlo y repararlo como si no fuera un edificio de los años 60, sino algo arquitectónicamente sagrado”, dijo el arquitecto al periódico inglés.
Con información de EFE
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