“De alguna manera me volví una persona respetable. No entiendo cómo. La última película que dirigí recibió críticas lapidarias y fue calificada como ‘Solo apta para mayores de 18 años’. Seis personas de mi agenda telefónica han sido sentenciadas a cadena perpetua”; así comienza Consejos de un sabelotodo, el nuevo libro de John Waters editado por Caja Negra.
Insurrecto, provocador, dueño de una mente delirante que nunca se agota de reverenciar al monstruo, Waters le fue fiel a todos sus caprichos. El niño nacido en 1946 en un hogar católico de Baltimore dirigió en sus inicios under las películas más anárquicas y dementes, desde Mondo Trasho (1969) a Female Trouble (1974) pasando por Pink Flamingos, más conocido como el film más asqueroso de todos los tiempos. Pero también puso patas para arriba por un rato las oficinas más pacatas de Hollywood y a las salas de cine de Japón; enamoró a los ejecutivos franceses que estaban detrás de las películas refinadas de David Lynch, y tuvo la lucidez de comprender el negocio de las readaptaciones con las incontables versiones que se hicieron de su explosiva película Hairspray (1988). De ser acusado de mal gusto por invitarnos a oler pedos en la sala de cine con Polyester (1981) a dar discursos en las ceremonias de graduación de universidades prestigiosas o formar parte de retrospectivas en la Film Society of Lincoln Center y el British Film Institute. “¡Este sentido absurdo de la madurez me está volviendo loco!”, confiesa con chispa el autor en su libro.
En Consejos de un sabelotodo, Waters relata con la intensidad de un adolescente que ocupa el cuerpo de un adulto el detrás de escena de cada una de sus locuras, los secretos de sus éxitos y también de sus obras de culto. “Si fracasan, inhalen profundamente y acepten que a veces apestar es bueno para la autoestima. Enfrentar adversidades es como saber flotar: es necesario aprenderlo antes de poder nadar”, afirma en un capítulo como si nos acariciara una mejilla con suma ternura. Consejos de un sabelotodo, libro que funciona como continuación de Carsick y Mis modelos de conducta (editados también por Caja Negra), es mucho más que un show literario sobre las experiencias más excéntricas del director de Cecil B. Demented: John Waters demuestra su inabarcable generosidad al compartirnos su sabiduría sobre la profesión, las prácticas sexuales más placenteras, las drogas alucinógenas, la religión, la gastronomía, la importancia de tener buenos amigos, el amor, la vida y la muerte. Un puñado de consejos para lograr envejecer con elegancia (y sin perder la dignidad), saber cómo conseguir dinero para producir una película que tal vez nadie quiera ver, aprender a volver al fondo del pozo, cómo luchar contra la censura, apreciar los encantos de viajar en avión y no dejarse estafar a la hora de comprar una parcela en el cementerio.
Entre las miles de virtudes que caracterizan a Waters, volviéndolo una criatura única, una de las más valiosas e inusuales es su desprejuicio e interés con el consumo cultural del presente; sea masivo o marginal. “Los hits de la generación de ustedes no son mejores que los actuales. Ni bien dejen de escuchar música nueva, su vida habrá terminado”, sentencia. Su entrega por lo raro y vomitivo sigue intacta como cuando en 1972 filmó a Divine masticando caca de perro, pero la obsesión por lo asqueroso no le quita espacio a parar la oreja para escuchar a la banda musical que está de moda o al ídolo teen de cada momento.
Fue Waters quien hace varios años le prestó a Justin Bieber, en la cresta de la ola, su delineador Maybelline con el que se dibuja el delgado bigote para que pueda tener uno propio. Justin Bieber no dudó ni un segundo y salió del restaurante con el bigote pintado; imagen que captaron todos los paparazzi. Waters se muestra en el libro con función de testamento con la curiosidad de un niño que espía con mirada alucinada el mundo que ya conoce y habita. Tal vez ahora, que coquetea con la vejez, alcance esa infancia soñada: un niño que puede hacer lo que quiera sin pedirle permiso a sus papás. ¿Acaso en algún momento Waters no hizo lo que quiso? En las 348 páginas de Consejos de un sabelotodo hace reír y también lagrimear sin previo aviso: de criticar al Papa Francisco salta a narrar con detalle cómo recuerda el funeral de Divine. Sobre todo eso charló Waters, en pijamas, por teléfono, desde Provincetown y en exclusivo para Infobae Cultura. Confirmando con cada una de sus palabras que en 2021 sigue siendo de vanguardia.
- En el libro le dedica unas páginas al Papa Francisco, y no precisamente para hablar bien de él.
- No soporto al Papa y especialmente a este que aparenta ser progresista. Odio que haya dicho en un documental no estar en contra del matrimonio gay para luego manifestarse en contra oficialmente, y cuando dice cosas como “¿Quién soy yo para juzgar?” me exaspera: ¿Quién es él para juzgar? ¡Sos el puto Papa, eso es quien sos! ¡Sos infalible! En un día podría decir que las mujeres pueden ser curas, que los homosexuales pueden casarse, podría hacer tantas cosas y no las hace, escondiéndose detrás de ese supuesto progresismo. A veces pienso que si se comportara como el peor tipo de católico sería más fácil de atacar sabiendo cómo son de verdad.
Había una canción que decía, “Ten cuidado de la palmada en el hombro, puede que te impida avanzar”, y eso es verdad. Toda mi vida sentí que de alguna forma el catolicismo era mi enemigo; siempre me han censurado, han tratado de detenerme, y no sé, creo que es una religión cruel: cualquier religión que te enseñe que todos los niños nacen siendo culpables es una que debería ser evitada a toda costa. Estuve en el Vaticano y el voto de pobreza no es tan obvio.
- A la hora de hacer humor hoy, ¿se siente inhibido por la sensibilidad del presente, le teme a la cultura de la cancelación?
- Entiendo lo que decís. Acabo de escribir una novela nueva que se burla de eso, y voy a estar de gira con mis shows de comedia. Siempre he tratado de llevar las cosas hasta el límite, pero en la época en la que empecé los censores a los que había que temer eran viejos hombres conservadores y religiosos, mientras que hoy en día los censores son jovencitos ricos y progres, que parecen estar en contra de la libertad de expresión por la que yo luché. Entiendo lo que es ser políticamente correcto y creo que muchas cosas lo ameritan. El movimiento Black Lives Matter ha funcionado muy bien en los Estados Unidos y me parece el movimiento más efectivo que ha habido en este país desde Martin Luther King; el movimiento trans está en todas partes y está funcionando, pero lo que quiero decir es que la gente debería poder tener una opinión con la que no estés de acuerdo y todavía ser amigos, mantener un diálogo o discutir al respecto. Lo que pasa en la actualidad es que decís una cosa y la gente se vuelve loca.
Ahora todas las drag queens son provocadoras, se muestran enojadas y asustan a ciertas personas, y eso se lo debemos a Divine.
-¿Cómo explicaría que Divine, como ícono queer pop, sigue estando tan vigente? Hay gente que baila sus canciones o que ven un personaje en La Sirenita inspirado en ella, y se sienten fascinados sin haber vivido a Divine en su época.
-Creo que por muchas razones. Divine fue la primera drag queen fuera de lo convencional. Antes en los Estados Unidos todas querían ser Miss America o parecerse a sus madres, y Divine se burlaba de eso, lo parodiaba: tenía sobrepeso y podía aparecer en un concurso de belleza de drag queens vistiendo ropa que le quedaba ridículamente pequeña o con cicatrices falsas en la cara y llevando una motosierra; Divine fue la primera que se burló del drag estando dragueada: lo amaba pero rompió todas las reglas. Creo que sigue siendo una gran influencia en la cultura drag. Ahora todas las drag queens son provocadoras, se muestran enojadas y asustan a ciertas personas, y eso se lo debemos a Divine. Y como decías también fue la inspiración para el personaje de Úrsula en La Sirenita.
Me encantaba Disney de chico y me gustan los villanos de sus películas porque tienen gran personalidad y estilo, y Divine tenía un gran look que hizo que chicas gordas y chicos gordos se sintieran bien con ellos mismos. Divine hizo que la gente se sintiera mejor por ser rara, y eso es algo muy importante.
- ¿Encontró una manera de seguir vinculándose con Divine desde su muerte?
- No sé si me mantengo en contacto con Divine, pero ciertamente es más famoso ahora que cuando estuvo vivo. La gente sigue visitando su tumba constantemente, y la leyenda sigue creciendo y creciendo. Creo que es importante, creo que le hubiera encantado, pero más le hubiera gustado estar vivo, te lo puedo asegurar. Es por eso que compré una parcela en el lugar donde está enterrado para que todos pudiéramos estar juntos en ese lugar, que llamamos “Disgraceland”, donde estaremos toda la eternidad.
Divine tenía un gran sentido del humor acerca de sí mismo, y era completamente feliz de ser una chica gorda, lo disfrutaba. Pero Divine no era trans, Divine no quería ser una mujer; no tenía nada en contra de eso, pero no se paseaba como drag a menos que tuviera que aparecer en una película o estuviera trabajando. La llamaba su “ropa de trabajo”, él no vivía como una mujer, para nada, y al final de su vida vestía trajes caros masculinos.
-¿Cómo llega un artista del under a algo tan popular como protagonizar un episodio de Los Simpsons, y a que se cree un personaje a su imagen (el episodio La fobia de Homero)?
-Fue un honor, incluso las cosas que me pasan ahora. Por ejemplo, jamás hubiera imaginado aparecer en un anuncio de Nike o ser la portada de L’Uomo Vogue, cosas que ciertamente son una ironía para mí, me resulta muy gracioso. Pero me encanta que hayan pasado, me emociona que pasen. Y creo que siempre quise imaginar un plan B, otra carrera, porque siempre estuve interesado en todo. Siempre digo que tienes que tener espías jóvenes, gente que sepa acerca de nueva música a los que les das de beber para que te cuenten todo lo nuevo que está pasando así no tenés que salir a las 4 de la mañana para averiguarlo. Conozco a muchos jóvenes y escucho lo que me dicen para saber acerca de las bandas nuevas y demás.
-¿Qué diferencias cree que hay entre filmar una película en los 70, en los 90 y ahora?
-En los años 70 teníamos cámaras gigantes de 16mm, antes de que existieran los videocintas; eran increíblemente pesadas y técnicamente primitivas pero me encantaba cómo se veían, mientras que ahora todo el mundo tiene una cámara en el celular. Luego, con la llegada de las cámaras de video, fueron más fáciles y ligeras de manejar, créeme.
La diferencia en ese entonces es que no todo el mundo podía filmar una película. Casi nadie, de hecho, así que no habían 500 películas por día, mientras que hoy cualquier persona puede hacer una película y subirla a YouTube. Sin embargo, creo que la diferencia es cómo hacés para llamar la atención de la gente. No conozco ninguna película que se haya hecho famosa en YouTube. Creo que todavía tenes que encontrar una forma de usar sexo y violencia en una forma nueva para que las personas de una generación mayor que la tuya se pongan nerviosas. Esa es la clave práctica del éxito.
Creo que todavía tenes que encontrar una forma de usar sexo y violencia en una forma nueva para que las personas de una generación mayor que la tuya se pongan nerviosas. Esa es la clave práctica del éxito
-Una frase que me conmovió mucho de su libro es cuando afirma que “La necesidad de oler un pedo es universal”. ¿Podría desarrollar esta teoría?
-Cuando hice Odorama en mi película Polyester y raspabas el número 2 de la tarjeta el olor era de un pedo; todo el mundo sabía lo que era y en todos los países la gente escuchaba el sonido y sabían lo que era, y aún así raspaban para olerlo. Entonces pensé: “gente de todo el mundo me paga para oler un pedo” Lo cual es un poco satisfactorio y un poco gracioso, y en la actualidad hay páginas web acerca de gente sexualmente obsesionada con pedos. Pensé, Dios mío, incluso yo me sorprendo con algo así. Y el otro día leí que el Covid se puede contagiar por medio de pedos, otra razón para usar barbijos.
-Uno de los grandes momentos del libro es cuando cuenta que descubrió que era gay a los 10 años gracias a Elvis Presley.
-¡Es verdad! Porque la primera vez que lo vi cantando y moviéndose y gimiendo sabía que estaba sintiendo algo pero era demasiado joven para entender qué estaba sucediendo. Y después me gustaron otros cantantes country. La semana pasada fui el anfitrión de un gran festival de música country en el que participaba Orville Peck, el cantante gay de música country que es fenomenal, y me acuerdo de todos esos músicos rockabillies y recuerdo que fueron los primeros que pensé que eran sexys, y de alguna forma Elvis me llevó a eso, a pesar de no entender muy bien de qué se trataba. Pero definitivamente fue el comienzo de eso.
-Tuvo la posibilidad de actuar en una de las películas de la saga de Chucky, ¿qué recuerda de esa experiencia?
-Fue fantástico el pequeño Chucky. Esa fue la película en la que aparece su hijo transgénero Glen y tengo uno de los muñecos de Glen en la sala de mi casa. Me encantó estar en la película (Seed of Chucky), que fue filmada en Rumania porque no es posible filmar las películas de Chucky en locación. Hay que construir los sets porque las personas que manejan los muñecos de Chucky tienen que estar debajo del piso, usando computadoras, y por eso cuando filmas una escena con Chucky, él realmente se te viene encima, hablándote, lo cual es muy atemorizante. Durante la primera escena que filmamos, tras la primera toma, cuando dijeron “¡Corte!” la escena fue un desastre, Chucky me miró y dijo: “¡Vete a la mierda!” y en el set todo el mundo se rió. Lo hizo para estremecerme pero fue bastante gracioso. Así es que me encantó estar en la película, sigo siendo fan de Chucky.
-En el libro dice que no dejemos de escuchar música nueva porque nuestra vida habrá terminado. ¿Qué ha descubierto de música últimamente?
-Cualquier persona que diga “oh, era mejor en mi época”; no es cierto; simplemente no conoces nueva música y ya no sos joven, pero sí creo que si dejás de escuchar música nueva te convertís en un viejo pedorro. No estoy en casa como para ver todos mis CDs, pero veamos que tengo acá: tengo a Russell Wayne (cantante Country), la banda de sonido de Baby Driver; escucho todo tipo de música, me gusta King Krule, me gusta Cigarettes After Sex. Escucho música clásica también, me gusta la ópera, escuchar rap, todo depende del estado de ánimo en que esté.
-¿Cómo fue cumplir su sueño de estar en un proyecto junto a su amado Alvin, de Alvin y las ardillas?
-¡Eso fue genial! Alvin está en el avión, por supuesto es muy complicado técnicamente, cuando estás en la película le hablás a un pequeño muñeco de Alvin que está sentado ahí, después le ponen la animación. Es muy complicado y le cambiaron el diálogo cuando Alvin decía que había visto Pink Flamingos, lo cual no podía creer que pusieran en una película para niños, me pareció muy gracioso. Para mí fue un gran honor estar en una película de Alvin y las Ardillas.
-¿Qué proyecto hubiera hecho con Divine si no hubiera muerto tan pronto?
-Creo que en A Dirty Shame (2004) probablemente hubiera hecho el papel de la abuela, sé que le hubiera gustado interpretar a un hombre y me hubiera gustado hacer una película en la que Divine interpretara todos los papeles. Hoy se puede hacer eso con croma, así que Divine hubiera interpretado al padre, a la madre, a los niños, el perro, él habría actuado todos los papeles. Creo que eso es algo que a le habría gustado.
Los viejos amigos son muy importantes, desconfío de las personas que no tienen viejas amistades
-En su nuevo libro nos da consejos sobre la vida, sobre la profesión, sobre casi todo. ¿Qué siente que le falta por aprender a sus 75 años?
-Es una buena pregunta, creo que necesito aprender a aceptar mi mortalidad, tratar de hacerlo con dignidad y respeto. He aprendido mucho, y una de las cosas que aprendes al hacerte viejo es a tratar de compartir lo que has aprendido, y creo que de eso se trata Consejos de un sabelotodo; compartir cómo he podido hacer lo que he querido hacer toda mi vida, haciendo pocos enemigos en el camino y conociendo a muchos amigos. Los viejos amigos son muy importantes, desconfío de las personas que no tienen viejas amistades, porque a veces esas personas permanecen en tu vida más que tu propia familia y son menos complicadas. Así que a medida que te vas haciendo mayor hay que mantenerse en contacto con la gente que te ayudó; con la gente que ayudaste; creo que tus viejos amigos son las personas con las que estarás hasta el final y, las que son increíblemente importantes.
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