Hay una mujer. Según la prensa, hace 10 años que no sacaba un nuevo disco. Los medios aseguran también que hasta 2011 –hoy una década exacta– vendió 10 millones de discos. Y siguiendo las casualidades, acaba de sacar su nuevo álbum, Portas, que es el décimo de su discografía. Y otra vez, como ocurrió en sus producciones anteriores, es un diez absoluto.
Esa mujer, la chica 10, es la brasileña Marisa Monte. Una artista que si de números se trata ya ganó 4 premios Grammy, varios del prestigioso Multishow (muy importante en Brasil) y tantos galardones más. Marisa Monte. O, a partir de aquí, MM, tal cual el nombre de su primer disco y la abreviatura de “mil millones”. MM es un talento que suma, multiplica y sigue aumentando su talento de manera exponencial.
Pero no es verdad que durante estos años no hizo nada, sino más bien todo lo contrario: produjo canciones para Cesaria Evora, para la italiana Mina, duetos con David Byrne, sacó discos como Verdade, Uma Ilusão Tour (en vivo) y Coleção (su primer grandes éxitos), además de lanzar el esperado segundo disco de Tribalistas, con sus copilotos Arnaldo Antunes y Carlinhos Brown.
Hay quien conoció Tribalistas por la carrera solista de MM. Y también viceversa. La realidad es que MM formó Tribalistas con una carrera ya consagrada. El primer disco del trío llegó en 2002. Y fue una nueva música global para un nuevo inicio del milenio. Y hoy Tribalistas es un súper-grupo que cierra el festival Lollapalooza sin necesidad de estrellas de rock (de Brasil o de cualquier país). Y también en los discos solistas de MM suelen participar Brown y Antunes, especie de genio anti-gestáltico: en él, la suma de sus talentos (poeta, lingüista, letrista, compositor, diseñador gráfico) es, aún más que el todo. Si nos acercamos por ejemplo a sus letras separadas de las canciones, el efecto es pasmoso porque su poesía, solitaria, redobla el efecto sobre las melodías cada vez que las re-escuchamos. O las releemos. Antunes y Brown se convirtieron en los dos grandes socios creativos de MM o, dicho en portugués, en sus parceiros.
Pero incluso luego del éxito universal de la ópera prima de Tribalistas, los siguientes discos de MM continuaron a un nivel de uno mejor que el siguiente. Después de Infinito Particular y Universo ao Meu Redor (¡lanzados al mismo tiempo!) llegó O que voce quer saber de verdade. La superación de éste ya parecía imposible, perfecto desde su inicio con la canción que titula el disco y con esa especie de díptico del amor y la esperanza que forman las canciones Depois y Amar alguem. “Después de tantas decepciones / nos abandonamos como tantas parejas / Quiero que seas feliz / Yo también seré feliz” canta en la primera la pitonisa de los corazones rotos. Y en la siguiente nos eleva con estos versos: “amar a alguien solo puede hacer el bien / No hay forma de lastimar a nadie / Incluso cuando hay alguien más / Incluso cuando no conviene / amar a alguien y a alguien más… también”. Este disco además incluye, oh sorpresa, la recreación de un oscuro tango de los tiempos de Gardel llamado El pañuelito, que MM adaptó como Lencinho querido.
Hoy es el turno de Portas, tan admirable como su predecesor. Y bien, por un lado, un disco más de MM. O sea, otra gema maestra, un disco bumerán (aerodinámico, sensual, de fina madera al tacto) con el que “vuelve” luego de 10 años y que entrelaza MPB, samba, rock, fado, vals, y soul y parceiras con Arnaldo Antunes, Seu Jorge y otros. Pero a la vez es un disco como ningún otro: uno delicado como viento de luz tropical, nimbado y hasta político. MM cuenta una crisis, pero sin declamar. Y canta esperanzas sin caer en lugares comunes. Grabado durante la pandemia a través de la virtualidad o de manera presencial y con protocolos estrictos, desde su comienzo se sienten esas canciones atravesada por la subjetividad de su tiempo. En Calma, con ese leitmotiv del piano con soul que acaricia el oído (por el que Paul Weller vendería su… alma), junto a los arreglos de viento propulsados con octanaje Motown, MM canta: “No le tengo miedo a la oscuridad / Sé que el amanecer llegará pronto / Deja que la luz del sol llegue a la ruta / ilumina el asfalto negro / ilumina el asfalto negro”. Y desafía al final: “calma… ¡yo ya estoy pensando en el futuro!”. MM, nuestra Sarah Connor tropical, alumbra el futuro, el duro y evanescente suelo de la vida cotidiana.
Esta diva de la canción brasileña, que ya está en el mismo pedestal que Elis Regina, Gal Costa o Maria Bethânia (comparación haragana, pero que sirve para ubicarla en el mapamundi cultural de ese imperio del desorden que es Brasil), le contesta a Infobae Cultura algunas preguntas vía zoom.
La cámara se prende para unos pautados 15 minutos. MM, belleza a cara lavada, el pelo recogido y un mechón de rulos sobre su frente, viste una blusa roja. Roja Matisse, roja lápiz labial, roja como una Ferrari que-se-nos-viene-encima. Pero lo que más la viste es su sonrisa carrolliana del gato de Cheshire: todo lo que la circunda, desaparece. Al fin y al cabo, es ella la que creó un país de canciones de maravilla. Discreta, pide disculpas por responder en inglés, italiano o portugués, pero no español porque teme que se le mezcle con estos dos últimos.
- Parece que todos los periodistas te preguntamos ‘qué estuviste haciendo estos últimos 10 años’, desde O Que Você Quer Saber de Verdade, ¡pero en realidad estuviste haciendo un montón de cosas! ¿Te molesta?
- (risas) No, realmente nadie tiene por qué saberlo. Y sí: hice muchos proyectos que fueron muy atractivos hasta llegar a este disco con canciones nuevas, pero no fue algo planeado. Tuve giras, saqué discos en vivo como solista, creé un proyecto para el BAM (Brooklyn Academy of Music) junto a Seu Jorge, Ryūichi Sakamoto, Arto Lindsay y varios sambistas que fue un diálogo increíble entre artistas de Río y de Nueva York. Más tarde, lo que iban a ser un par de shows con el guitarrista Paulinho da Viola, se convirtió en una gira de ocho meses. Paulinho es un maestro carioca del samba y para mí fue un honor. Luego vino el segundo disco con Tribalistas con canciones nuevas y toda su gira. También produje el álbum del guitarrista Cezar Mendes, Depois enfim. Es muy importante artísticamente hacer cosas diferentes todo el tiempo.
- Y la pandemia te tomó por sorpresa con la preparación de Portas…
- Sí, ya llevaba unos 4 años componiendo su repertorio para entrar en un estudio en mayo de 2020… cosa que sucedió en noviembre. El plan era sacar un álbum con una banda neoyorkina y otra brasileña, viajar allí, encontrarme con Jorge Drexler para un dueto, etc. … pero hubo que cambiar los planes. Finalmente hicimos grabaciones y encuentros por zoom, como vos y yo ahora, y además presenciales con artistas de aquí. Y al final, grabamos con artistas de Nueva York, pero también de Lisboa, Los Ángeles, Seattle... Por increíble que parezca, es mi disco con más participaciones internacionales y sin haber salido jamás de Río (ríe).
- En este nuevo álbum, luego de un comienzo cadencioso con la canción que le da título, viene “Calma” y uno esperaría que cantes sobre estar tranquilos, pero nos atrapás apostando al futuro, con casi urgencia.
- De las 18 canciones que grabé, incluí 16 en el disco y dejé 2 para de aquí a fin de año, como el dueto con Jorge Drexler, por ejemplo. Algunas fueron compuestas antes de la pandemia, como Calma. Y a pesar de este momento históricamente dramático, yo no quería hacer un disco que ‘’reclamara”. Es más bien pensando en un análisis histórico que yo tengo la certeza de que vamos a mejorar. A través de la evolución de la civilización humana, de las crisis y cómo ser creativos en medio de ella. Efectivamente creo que estamos en un momento dramático, angustiante, rabioso y triste, sin ningún tipo de certezas y con una polarización social muy grande. Pero hay causas y movimientos de identidad social muy importantes. Yo, hace apenas 100 ni hubiese podido ser una mujer artista. Y a pesar de los estragos ecológicos, también hay cada vez más conciencia. La ciencia avanza, pero no en todos los momentos la evolución es tan rápida ni progresa positivamente: ahora vivimos un retraso democrático de giro conservador. Pero espero que esto haga impulsar y renovar a la gente hacia el progreso. Yo tengo esperanza… (hace una pausa) yo quería hacer un disco que conectara a las personas con un futuro mejor. En este presente de negacionismo de la ciencia, de negacionismo de la vacuna misma y de las instituciones democráticas, yo quise hacer un álbum afirmativo. Portas (puertas) es aperturas, posibilidades, oportunidades. También de dudas y divisiones. Y calma é sempre boa (ríe). La rabia y el miedo no son buenos sentimientos para guiar a la gente.
Supongamos que MM fuera una escritora, ¿quién sería? Hebe Uhart. Discreta, perfecta y, aun así, desconocida para algunos. Sus discos, como los relatos de Uhart, empiezan con calma, con ese algo cotidiano y nítido, como acomodar las plantas en el jardín o la receta de un budín, para desbordar en simpleza (los apenas 3 minutos en Fazendo cena, Medo do perigo o Em cualquer tom), en algo hondo y sofisticado (Você Não Liga o Déjà Vu) o en el habla con los animales: la maravillosa y adictiva: A língua dos animais. “Arre, hermosa vida”, escribe Uhart al final de su cuento Guiando hiedra. Arre Portas, también.
Y, con respecto a los arreglos de los discos de MM, incluido éste nuevo, es imposible no caer en hipérboles: son siempre asombrosos. Hay otros arregladores y orquestadores ya famosos en Brasil, como Jacques Morelenbaum (sus trabajos para Caetano y Jobim) o el mítico Rogerio Duprat, el “George Martin” del Tropicalismo; pero nadie parece percatarse de que sus canciones son (aún más) perfectas gracias a producciones, siempre soberbias. Al final de cada uno de los videos que se realizaron para todas las canciones del álbum (bajo el concepto visual de la artista plástica Marcela Cantuária, encargada también del hermoso arte del disco) puede verse a MM conversando con sus músicos, discutiendo la instrumentalización de cada canción. Algo compartido y democrático.
Si el lector visita el morrocotudo y muy completo sitio Allmusic.com, podrá ver que a la izquierda de la ficha de disco se muestran los “Album moods”, o sea algo así como los estados de ánimo que produce o con los que conectaría. Probablemente algo caprichoso y algorítmico, sí; pero también fruto de la imaginación de los periodistas que escriben las críticas (y las plumas de Allmusic son muy buenas). En la ficha de Portas de este sitio encontramos ¡43 adjetivos para definirlo! (El lado oscuro de la luna tiene 30 y OK Computer de Radiohead, 16). Y, sin embargo, “catártico”, “exuberante”, “rapsódico”, “empoderado” y “cinético” no parecen estar fuera de lugar para aclarar el espesor sónico de Portas. Los epítetos tampoco no van en desmedro de las orquestaciones del disco, ya que hay canciones que cuentan con orquestas de hasta 40 instrumentos entre cuerdas y metales. En MM, cantidad y calidad se conjugan por igual.
“Generalmente –explica MM– al componer ya estoy pensando en los arreglos, en ideas musicales y melódicas. Pero también mi así llamado liderazgo artístico es muy ‘horizontal’. Me fascina absorber, aprender y trabajar en parceria sin miedo de perder mis ideas. Este disco lo produje yo, con arreglos de tres generaciones diferentes: Arthur Verocai, un maestro legendario desde los 70, que orquestó discos de Jorge Ben e Ivan Lins; Marcelo Camelo, que es alguien más cercano a mi generación. Y también Antonio Neves, el más joven, baterista y trombonista que hizo los arreglos para las canciones con vientos. Es un disco trans-generacional.
- También desde la composición es un disco trans-generacional, porque co-firmaste canciones con Chico Brown, (N de R.: hijo de su Carlinhos, nieto de Chico Buarque) y canta la hija de Seu Jorge, Flor.
- A Chico Brown lo conozco desde que es un bebé y a su padre hace ya 30 años (risas). Lo vi crecer y fue emocionante y muy grato co-componer con él. Es como lo hago con Arnaldo (Antunes): de una manera muy abierta, tocando y ensayando en casa. Yo vivo en Río, él en Salvador y nos encontrábamos aquí. Fue una dinámica de composición familiar. Él ya tiene un repertorio muy singular y está preparando su primer disco.
Y quince minutos pasan demasiado rápido conversando con ella. Da igual si fuesen dos horas o tres días. “Espero ir para a Argentina em breve para que possamos cantar essas músicas juntos e outras mais antigas também”, nos regala Marisa al final con su sonrisa, y con esas palabras acaso se cifre un porvenir.
Nos queda Portas. Y saber que, calma, ella ya está pensando en el futuro.
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