En medio de la vorágine de discusiones sobre cumpleaños clandestinos, residencias presidenciales y pandemia; el teatro ofrece otra forma de adentrarse en una fiesta de cumple tan animada y divertida como sus asistentes, una banda de amigos gay a fines de los sesenta que se reúne a celebrar el aniversario de nacimiento de uno de los suyos y en la que conviven distintos tipos de expresar esa identidad. La palabra “gay”, se sabe, proviene del inglés “divertido”. Sin embargo, el drama y la tensión también asoman, aunque predomine un tono de comedia que no abandona al espectador. Dirigida por Ricky Pashkus, La fiesta de los chicos está protagonizada por Fer Dente, Nicolás Di Pace, Tomás Fonzi, Tupac Larriera, Santiago Pedrero y un elenco muy eficaz, tanto como el diseño de vestuario y la puesta en escena.
Michael (Fer Dente), dueño de un departamento esplendoroso y que se muestra como un católico que aprovecha la confesión eclesial para buscar otros pecadores, organiza una fiesta de cumpleaños para Harold (Sergio Surraco), una persona hipersofisticada y elegante que, claro, llegará tarde al encuentro. Mientras se van juntando los invitados al convite y muestran tantas formas de ser gay como velas tiene la torta de cumple. Emory (Nicolás di Pace) es una loca total que se convierte en el personaje más divertido, Bernard (Roberto Peloni) es el intelectual, Cowboy (Tupac Larriera) es un taxi boy muy joven, atractivo y sin tantas luces que es uno de los regalos para Harold, Harry (Tomás Fonzi) un fotógrafo que es renuente a la monogamia y que, por el contrario -con su traje formal de abogado- le reprocha esa postura y así, hasta que -recién comenzado el festejo- un viejo amigo de la universidad del anfitrión le pide pasar, luego de llorar desde un teléfono público por su casa. ¿Y cómo hacer que una fiesta gay sea una fiesta gay en 1968 con una presencia marcadamente heterosexual?
Si bien la comedia marca gran parte de la obra, la intriga del por qué de la visita del personaje heterosexual conduce a un juego tipo “la botellita”, pero más intenso, que recurre a las intimidades del pasado.
¿Estereotipos? Bueno, puede ser: cada personaje expone uno de ellos. Y tal vez todo el mundo responda, en alguna medida, a un estereotipo. Estrenada un año antes de Stonewall, cierto activismo LGTB estadounidense rechazó la puesta. Y no sólo en Estados Unidos, en la Argentina el Frente de Liberación Homosexual, conducido entre otros por el poeta Néstor Perlongher, la repudió cuando se estrenó en 1970 con un elenco entre quienes se encontraba el recordado Gianni Lunadei. No hizo falta demasiado repudio: la censura de la dictadura la bajó de la cartelera de espectáculos, directamente.
Y es que la obra es un clásico por muchas razones, entre ellas esas. Mart Crowley trabajaba como asistente de producción en producciones televisivas y luego en 1961 en el clásico Esplendor en la hierba, de Elia Kazan, con Warren Beatty y Natalie Wood, de quien se hizo un entrañable amigo. Ella lo contrató como asistente para que desarrollara un proyecto que venía rondando su cabeza: una obra de teatro abiertamente gay, con personajes gay, que mostrara algo de la vida gay. Un proyecto inédito para las obras de la época en los Estados Unidos, salvo pequeñas puestas que podían realizarse en el Greenwich Village de Nueva York o en funciones no abiertas al público en general. Con unos recursos para el proyecto en baja, recurrió a la millonaria actriz Diana Lynn que lo contrató en su mansión para “organizar cenas y beber hasta el olvido”. Pronto terminó el guión y llegó la hora dificultosa de conseguir actores que quisieran tomar un papel gay. Costó, pero lo logró. The boys in the band, en el original en inglés, fue estrenada por cinco funciones en el off-Broadway en 1968, un año antes de la rebelión de Stonewall, pero el éxito determinó que se mudaran a un teatro más grande y que la obra se levantara después de 1001 funciones en 1970.
En 2018, 60 años después de su estreno, una versión protagonizada sólo por actores abiertamente gays se estrenó en Broadway con un elenco en el que se encontraban Jim Parsons (el Sheldon de The big bang theory), Zach Quinto y Matt Bommer, entre otros. Fue un éxito y ganó el Tony a mejor obra reestrenada.
En 2020 una versión fílmica se estrenó con el mismo elenco y obtuvo el favor de la crítica. Fue acompañada por un documental de una hora en la que Mart Crowley contaba el paso a paso para llegar a la obra teatral que lo marcó. Crowley murió ese mismo año.
La versión local merece ser vista y disfrutada por todo tipo de público -aunque quizás pase demasiado abruptamente al momento dramático de la acción (que, sin embargo, sigue el guión original). Han recorrido un largo camino chicos, es hora de seguir la fiesta.
* La fiesta de los chicos se puede ver en el teatro Astral los viernes 21.30, sábados a las 21.45 y domingo a las 20 horas.
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