Los coleccionistas argentinos no habían adquirido obras a través de la web hasta la llegada de la pandemia, un contexto que los animó a hacerlo por primera vez, aunque siguen prefiriendo la presencialidad, según las declaraciones de varios de ellos, quienes coincidieron además en la inédita transparencia de precios en el mercado del arte que trajo aparejado el fenómeno de la digitalización.
Si bien antes del año 2020 la mayoría no había adquirido nunca antes arte on line, todos ponderaron el lugar de las redes sociales como plataforma ideal para despertar el interés por conocer nuevas obras y artistas, al tiempo que la mayoría está abocada a adquirir arte federal, de todas las provincias. El coronavirus erigió un panorama excepcional para la comunidad artística -una de las más afectadas por la inevitable crisis económica- y mientras que la cultura tuvo un pasaje rápido a la transformación digital, el mercado artístico se las ingenió para buscar nuevas herramientas, como en el caso de arteBA que en abril de 2020 realizó una edición de su feria on line en la plataforma estadounidense Artsy, aunque ya prepara un encuentro presencial del 4 al 7 de noviembre en el barrio de La Boca.
”Antes de la pandemia nunca habíamos comprado una obra a través de internet, pero sí nos ha ocurrido que hemos visto o recibido información a través de distintos medios digitales, y si algo nos interesaba íbamos a verlo personalmente”, cuentan Abel Guaglianone y Joaquín Rodríguez, coleccionistas y pareja desde hace veinte años, quienes están dando un perfil federal a su colección a través de la adquisición de piezas de artistas de todo el territorio argentino, una tendencia que los engloba a todos. ”Desde que comenzó la pandemia compramos de manera presencial y virtual, aunque en este último caso, si se trata de un artista que no conocemos, requiere para nosotros un contacto presencial con la obra antes de tomar la decisión final”, aseguran los impulsores del Premio en Obra arteBA, uno de los más importantes para artistas jóvenes en la Argentina.
El coleccionista y vicepresidente de arteBA Eduardo Mallea dice que en pandemia compró muchas obras “y mucho más que antes. No había comprado obras on line antes de la pandemia aunque sí anteriormente a través de Instagram conocí obras que me gustaron y las adquirí”. Este abogado aduanero, apasionado del arte, relata que durante la cuarentena compró obras en la edición especial de la feria arteBA que se realizó en la plataforma Artsy, “pero desde que volvió el inicio de la presencialidad casi no uso Artsy pero sigo comprando obra”. Su colección, dedicada principalmente al arte argentino, y en la que predomina la pintura, sumó en el último tiempo trabajos de Lorena Ventimiglia, Nicolás Said, Tejo Viviani, Porkería Mala, Marcia Schvartz, Pablo Suárez, Guzmán Paz, Fernanda Laguna.
”Varias de las obras las conozco a través de redes y luego contacto a las galerías, pero es una herramienta de difusión. Nada reemplaza el ir a ver la obra. Y mucho menos estar con el galerista y el artista. Siempre voy a preferir lo presencial”, destaca Mallea.
El coleccionista Juan Ignacio Borchex, afincado en el partido de Junín, se dedicó especialmente a comprar arte federal en pandemia, cuando recorrió de manera on line ferias virtuales que ofrecían obras de artistas de distintas provincias como Jujuy, Tucumán, Córdoba y Santa Fe. ”Ya en este 2021, con un poco más de apertura, las compras volvieron a ser presenciales en su mayoría. Se recuperó el contacto con la obra en galerías, museos y talleres de artistas”, enfatiza Borchex, quien antes de la pandemia sí había incursionado en la adquisición de obras a través de internet.
En plena pandemia, la escribana y coleccionista Ana Julia Fernández se mudó a vivir al campo junto con su familia y cuenta que todos sus hábitos cambiaron en general: “Respecto al arte, comencé a mirar obras a través de internet y a seguir a más artistas. Antes de la pandemia nunca había adquirido obras por internet porque me interesa más ir a las muestras, ver las obras en persona, estar cerca de ellas y sentirlas. Además es la oportunidad de compartir ese espacio con los artistas, galeristas y amigos”. Para Mallea, “la tecnología es la herramienta que hoy existe por antonomasia para llegar a cualquier lado en cualquier momento, un disparador. Las plataformas son herramientas para acercarte pero nada reemplaza la presencialidad de una feria. Las redes sirvieron para tratar de reactivar el mercado sobre todo en estos tiempos. Pero prefiero ir a un lugar, que me muestren las obras, charlar, conocer, entusiasmarme”.
Mientras que la mayoría sigue apostando a la interacción física (o, como algunos la llaman, la experiencia IRL “in real life”), otra de las consecuencias de la explosión de lo digital es la transparencia de los precios, tal vez como nunca antes. ”Sí, hay más transparencia en los precios aunque en general, on line, te ponen un valor que está por arriba. Siempre está la posibilidad de negociar”, explica el vicepresidente de arteBA, quien comenzó a coleccionar en el 2005, luego de recibir dos obras que pertenecían a su familia y que fueron la base de su acervo donde predominan las pinturas de arte argentino. En la actualidad, su colección -que comenzó más abocada a lo surreal y luego se inclinó a “a lo popular, a lo grotesco”- cobija unas 200 piezas, con nombres como Juan Batlle Planas, Roberto Aizenberg, Antonio Berni, Nahuel Vecino y muchísimas mujeres, como Marcia Schvartz, Aída Carballo, Florencia Böhtlingk, Denise Groesman, Fátima Pecci Carou, Mariana Telleria, Mónica Fierro, Emilia Gutiérrez.
Por su parte, Joaquín Rodríguez y Abel Guaglianone adquirieron en este último tiempo trabajos de Luis Frangella, Valeria Maggi, Mara Kraay Caso y algunas piezas de autores modernos, que se sumaron a una colección de casi 300 piezas. ”No tenemos un perfil muy definido o estricto a la hora de comprar obras, pero en este momento estamos prestando mucha atención a la producción de los artistas que viven y trabajan en otras provincias de nuestro país. También estamos investigando artistas ya fallecidos poco reconocidos por la historia del arte argentino”, asegura la pareja de collectors.
En tanto, Juan Ignacio Borchex, seguro de que en pandemia compró aproximadamente la misma cantidad de obras que en épocas anteriores, agrega que este año adquirió “algunos trabajos en esa muy buena movida que es Coleccionables de Emergencia, una red de artistas que donan obras de pequeños formatos, a un precio bajo, estandarizado, que nada tiene que ver con los valores del mercado del arte. Lo recaudado va directamente a distintas organizaciones sociales”, destaca. Para este amante del arte, que colecciona desde hace veinte años, si bien “la virtualidad permitió que todo esté más activo y los precios estén un poco más visibilizados, sigue habiendo cierto hermetismo. Es necesario que haya mecanismos más directos para que cada vez más gente se acerque a la compra de arte, y que no se sientan excluidas o incómodas”.
Por su parte, Ana Julia Fernández adquirió en pleno aislamiento obligatorio “una perfomance en video llamada Torontoides de dos artistas jóvenes, Julia Sbriller y Joaquín Wall de la Galería Quimera -obra que hace poco fue seleccionada para un proyecto de la Whitechapel Gallery de Londres- y una cerámica de Manuel Sigüenza en la Galería Tokonoma. La vi por primera vez en Instagram y como me gustó mucho pedí más fotos. La compramos y luego fuimos a retirarla a Buenos Aires”, refiere. Contundente al responder si los precios en el arte están más visibilizados a raíz de la venta on line, Fernández asegura que “absolutamente. Los catálogos tomaron importancia no solamente por la posibilidad de ver obra a través de este medio sino también poder conocer los precios y comprarlas”, dice la poseedora de una colección de 30 obras, con nombres como Mauricio Poblete, Yen Rox, Jorge Macchi, Max Gómez Canle, Lorena Ventimiglia, Miguel Mitlag y Hernán Salamanco.
Fuente: Télam
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