Durante esta semana, la artista Tania Bruguera fue detenida y luego liberada después de 11 horas, luego de haber sido trasladada por agentes de seguridad del Estado de Cuba temporalmente a la prisión de Villa Marista. Esta no es el primer arresto de la también activista, reconocida internacionalmente, quien vive entre EE.UU. y su ciudad natal, La Habana, y que se ha convertido en una de las principales referentes de los movimiento sociales que desde hace casi dos semanas toman las calles de la capital en protesta contra el gobierno por el deterioro de las condiciones de vida, la escasez de alimentos y la falta de atención médica.
Bruguera fue interrogada durante 11 horas sobre su relación con el también artista disidente Hamlet Lavastida, quien se encuentra detenido desde fines de junio, y que ha sido acusado de varios delitos relacionados con sus esfuerzos de organización contra el gobierno de la isla, informaron desde la página de Facebook oficial de la cubana. Lavastida fue arrestado el sábado 28 de junio luego de haber regresado a su país el 21, al concluir una residencia en la galería berlinesa Künstlerhaus Bethanien, donde expuso la muestra Cultura profiláctica, crítica del socialismo en Cuba.
“Solo habló para preguntar si estaba en condición de testigo o de acusada y para decir que Hamlet era un excelente artista como respuesta a cada pregunta que la instructora le hacía sobre él. Llegó un momento en que estas frases fueron repetidas tantas veces que la instructora salía de la habitación después de pedirle que no dijera más lo mismo. En esto se pasaron las 11 horas, salidas y entradas de la instructora y todas las preguntas sin importar el tema tenían una sensación acusatoria. La instructora insistió en que Tania era solo un testigo pero sin embargo en la última ronda del interrogatorio regresó con un documento para informarle que se le habían imputado 3 cargos, que aún no conocemos cuales son por nombre pero venían descritos sintéticamente de la siguiente manera: 1.- Haber creado la manifestación del 27 de Noviembre para derrocar al gobierno; 2.-Recibir instrucciones de Hamlet Lavastida para estampar billetes y otras ideas de performance en las calles, 3.-Organizar una reunión con el National Democratic Institute a través de Karla, la llamada por ellos ‘madrina’”, escribieron en la red social miembros de su estudio.
Este fue el segundo arresto de Bruguera en el año, luego de que en marzo fuera secuestrada en la calle por supuestos agentes de la Seguridad del Estado, había informado entonces la autora y activista Juliana Rabelo, quien se encontraba con ella en el momento en el que fue interceptada. En 2019, denunció acoso policial a un familiar en Cuba por su trabajo en la Bienal de La Habana, mientras que en 2018 fue detenida dos veces en dos días, tras protestar contra un decreto del régimen cubano que regula el sector artístico.
Bruguera llegó a las noticias por primera vez por cuestiones políticas en 2015, cuando estuvo detenida por tratar de organizar una performance a micrófono abierto (El Susurro de Tatlin #6, ver abajo) con el público en la Plaza de la Revolución de La Habana, luego de que Washington y La Habana anunciaran su decisión de normalizar las relaciones diplomáticas suspendidas desde hacía más de medio siglo. En aquella oportunidad, fueron detenidos otros artistas, activistas y periodistas cubanos que participaron en la campaña Yo También Exijo.
Bruguera no es la única artista que enfrenta represalias en la actual ola de protestas. Luis Manuel Otero Alcántara fue arrestado el 11 de julio cuando se dirigía a una protesta en la explanada del Malecón de La Habana, y aún permanece detenido. En abril pasado, fue privado de su libertad por participar en una manifestación contra el gobierno y se declaró en huelga de hambre, incidente que atrajo la atención mundial, y que incluyó la intervención de Amnistía Internacional, que lo declaró “preso de conciencia”.
También se encuentra en prisión Anyelo Troya, cineasta que filmó parte del video musical de la canción de protesta Patria y Vida, ícono de la nueva protesta. Bajo el lema #ElArteNoEsDelito, también fueron detenidos Maykel Osorbo, Richard Zamora y Ramón López Díaz, entre otros. Bruguera recurrió entonces a Facebook para decir: “El gobierno está jugando un juego muy peligroso: tratar de ocultar la realidad con propaganda. Esto no les va a funcionar esta vez porque NADIE LOS CREE AHORA “.
Una artista incómoda
A lo largo de su carrera, Bruguera participó de grandes eventos artísticos internacionales como documenta de Kassel, las bienales de Venecia, San Pablo, Shanghái y La Habana, entre otras, así como en museos, galerías e importantes centros de arte como Tate Modern, Museo de Arte Contemporáneo de Chicago y el New Museum de Nueva York, por nombrar algunos.
Su primera gran presentación en el mundo del arte la realizó con 18 años, en 1986, cuando llevó adelante la primera performance de la serie Homenaje a Ana Mendieta, que buscaba recuperar la memoria de la artista ya fallecida, que fue eliminada del relato historiográfico cubano luego de que desertó hacia los Estados Unidos.
Aquella fue una reconstrucción en la Fototeca de Cuba de Blood Trace de Mendieta, en la cual sumergía sus brazos en sangre de cerdo para después pasarlos por una pared hasta llegar al suelo para formar una V. Bruguera realizó este tipo de recuperación por una década.
Para 1998 presentó El Peso de la Culpa, donde interpelaba sobre la acciones de los nativos cubanos, quienes preferían comer tierra antes de ser capturados, tras la conquista española. Así, por 45 minutos se paró desnuda, con un cuerpo de cordero sobre sus espaldas, en los que consumió tierra con agua y sal. La performance, además, buscaba resaltar las medidas que el pueblo podía llevar a cabo frente a los sistemas autoritarios.
Tras El Cuerpo del Silencio -donde cubrió su cuerpo con carne de cordero, para luego limpiarse con su propia lengua y finalmente comer las páginas de un libro, como gesto de auto humillación y auto censura- ganó la beca Guggenheim y en 2000 recibió el premio Príncipe Claus. El uso del cordero en su obra es una referencia bíblica al agnus Dei (Cordero de Dios, en latín), que refiere a una víctima ofrecida en sacrificio por los pecados de los hombres.
Durante la séptima Bienal de la Habana, en 2000, construyó La Cabaña, que consistía en una fortaleza de tipo militar en la que se ingresaba en un espacio donde reinaba la oscuridad, seguido de un televisor colgando del techo en el que se transmitía un collage de imágenes de Fidel Castro durante los inicios de la Revolución. Allí también había un grupo de personas desnudas que intentaban limpiarse el cuerpo en una ducha inexistente. La pieza fue censurada.
Esta performance coral se volvió aún más radical cuando se realizó la Versión Habana, en el patio central del Centro Wilfredo Lam, y que terminó con la policía incautando todo el material fílmico de la artista, como relata en el video realizado por el Guggenheim.
En Autosabotaje (2009) realiza una conferencia-performance en el Jeu de Paume en París como parte de la serie Culture as a Strategy to Survive, que repite en la Bienal de Venecia del mismo año. Consistió en una lectura sobre sus reflexiones en torno al arte político y la función de los artistas en el contexto del arte, las instituciones y la sociedad. A su derecha se encontraba una caja con una pistola calibre 38 con balas de 9 mm. Durante la primera pausa de su lectura la artista tomó la pistola, le puso una bala, le dio una vuelta al tambor como en la ruleta rusa, se apuntó a la sien y apretó el gatillo. Esta acción se realizó en cada una de las dos pausas de la lectura.
Irrumpió en la Tate Modern en 2008 con El Susurro de Tatlin #5, una propuesta en la que los visitantes se veían rodeados por dos policías a caballo, que los interrogaban sobre sus intenciones en el espacio, y un año después, en el mismo lugar, con El Susurro de Tatlin #6, donde el público podía acercarse a un escenario para, micrófono en mano, expresar sus opiniones sobre lo que quisieran.
Se unió al Movimiento Inmigrante Internacional y en una asociación con el Queens Museum of Art (QMA) y la organización sin fines de lucro Creative Time, vivió en 2011 con una familia de cinco inmigrantes ilegales y sus hijos del barrio neoyorquino, con el objetivo de experimentar los problemas de sobrevivir sin papeles, sueldos bajos y sin seguro social. Dos años después, comenzó el proyecto Museo de Arte Útil también con el QMA y el Van Abbemuseum en Eindhoven, Países Bajos, con el propósito de promover relaciones artísticas que tuvieran de fondo un sentido social y ayudasen a mejorar la calidad de vida de las minorías.
En 2015 es arrestada por primera vez tras tratar de organizar El Susurro de Tatlin #6 en la Plaza de la Revolución para que los cubanos pudieran expresar sus sentimientos con respecto a la apertura de las relaciones diplomáticas entre los países gobernados entonces por los presidentes Barack Obama y Raúl Castro. La repercusión fue tan grande que en Times Square se realizó una versión en la que artistas e intelectuales pidieron por su liberación, así como se envió una carta firmada por miles de personas alrededor del mundo.
La detención ya la colocó no solo como una artista crítica, sino también le concedió un rol de activista, por lo que al año siguiente comenzó una campaña Kickstarter para recaudar fondos para el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), que ella misma inauguró con una lectura colectiva del libro de Arendt, Los Orígenes del Totalitarismo. El objetivo fue crear una plataforma institucional en la cual los cubanos pudieran informarse sobre sus derechos civiles y, a su vez, promover debates que aunaran a los diferentes sectores políticos acallados para construir un espacio en búsqueda de la democracia.
Si última gran presentación fue en 202o, durante la Bienal de Sidney, antes que la pandemia por coronavirus llevara a cerrar todos los grandes eventos artísticos del planeta. Unnamed estuvo centrada en los líderes ecoambientales asesinados en los últimos años en el mundo -alrededor de 751 personas solo entre 2015 y 2018 por interferir en actividades estatales o empresariales- y a partir de una serie de performances participativas, los visitantes elegían el nombre de una persona. Luego, una tatuadora lo inscribía, sin tinta, en el cuerpo, generando así un relación íntima con cada caso por sobre la manifestación de las estadísticas.
En las últimas décadas Tania Bruguera realizó performances no solo tratando de generar una conciencia, sino también como manera de expresión cercana a la resistencia y en contra de los abusos y la injusticia social. Su mirada, como su obra, lejos de las conductas moralizantes, resulta incómoda no solo para el gobierno de Cuba, sino para las instituciones que la han acogido.
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