I
Todo está sujeto a la interpretación. De un pequeño gesto se puede advertir el caos total. Frente a una obra, por más simple y escueta que sea, hay personas que pueden leer allí una sucesión racional de líneas y otras que perciben la mismísima revolución. “La interpretación es la venganza de los intelectuales sobre el arte”, decía Susan Sontag. No se equivocaba: ¿cuántas veces hemos visto explicaciones distintas, incluso opuestas, sobre una misma obra?
La historia de Artistas daneses en Roma de Constantin Hansen, óleo sobre lienzo de 62 centímetros de alto y 74 de ancho que se encuentra en el Statens Museum for Kunst de Copenhague —obra maestra de Hansen y una de las referencias de la Era de Oro Danesa durante la primera mitad del siglo XIX— está ligada a las bondades elásticas de la interpretación. Y empieza en el mismo año que la pintura se presentó: 1837.
Un día de marzo la Asociación de Arte de Copenhague definió, en una reunión general, pedirle a seis artistas daneses que se encontraran en el extranjero que realicen pinturas que den cuenta de su situación, es decir, de su extranjería, y de su sentir danés. En abril, Hansen recibió la carta y, desde luego, aceptó. Estaba en Roma y se le ocurrió pintar una escena cotidiana: el arte de la conversación con colegas. La pintó en junio, llegó a Copenhague en noviembre.
II
¿Quiénes son los retratados en el cuadro, la troup danesa en el extranjero? A la extrema izquierda, de saco marrón y sin sombrero —el único sin sombrero—, el propio Hansen. Le siguen, hacia la derecha, el arquitecto Gottlieb Bindesbøll en el suelo con un fez en la cabeza y los pintores Martinus Rørbye, Wilhelm Marstrand, Albert Küchler, Ditlev Blunck y Jørgen Sonne. Por último, un perro sobre una silla, tan protagonista de la escena como el resto.
Sobre la pared de la habitación romana cuelgan dibujos que los artistas han realizado durante su estancia en Italia. Uno es el boceto que Hansen ha hecho para el cuadro El llamado Templo del Oeste con sus alrededores en Roma, cuadro de ese mismo año. Del otro lado del balcón, una figura de yeso de un hombre vestido con una túnica antigua realizada por el escultor Herman Wilhelm Bissen. Es una obra en tonos cálidos, muy nítida y precisa.
III
En enero de 1838 empezaron a publicarse las críticas en los periódicos sobre Artistas daneses en Roma. La mayoría halagó el cuadro aunque, claro, algunos le bajaron el pulgar. Entre el público había cierto interés por saber cómo vivían sus compatriotas en el extranjero y no dudaban en idealizar la postal de los genios contemporáneos reunidos en Roma. En 1863 el teólogo H. F. Wiborg escribió sobre esta obra: “¿Dónde está la Vida, dónde está el Espíritu?”
Más allá de las valoraciones, las preguntas tenían que ver con la situación: ¿qué hacían todos esos artistas ahí reunidos?, ¿de qué hablaban?, ¿qué tema guiaba el arte de la conversación en aquella tarde romana? Frederik Christian Hillerup, se preguntó sobre el “estado de ánimo serio de la imagen” y dedujo, a partir de los rostros serios de los protagonistas, que discutían sobre el cólera que asoló Italia en ese entonces.
Para el historiador de arte Niels Lauritz Høyen, también contemporáneo a la obra, los artistas estaban escuchando a Gottlieb Bindesbøll y a Martinus Rørbye, las figuras centrales de la escena, ambos de saco turquesa, sobre sus viajes por Grecia y Turquía.
IV
Un siglo y medio después, otro historiador de arte danés, P. H. Rohde, observó un detalle particular: sobre la mesa de la derecha hay un tablero de dibujo con la estructura del Museo Thorvaldsens realizado por el arquitecto Bindesbøll. Por tal motivo, lo más probable, sostuvo, es que Bindesbøll, acostado y muy relajado, le esté contando a sus colegas artistas sobre su trabajo con el museo ya que de eso se ocupó intensamente ese preciso año.
Søren Kaspersen sostiene que Constantin Hansen pintó una reinterpretación cotidiana de la Escuela de frescos de Rafael en Atenas: trazó paralelismos entre los daneses y la Escuela de Atenas, sobre todo en la representación de una asamblea de élite cultural discutiendo las ideas de la época. Están, además, dentro de una composición similar: los artistas se agrupan alrededor de una abertura de luz en el fondo, en este caso, el balcón.
En el diario personal de Martinus Rørbye, en la entrada del 18 de junio de 1837, día en que se reunieron para posar para el cuadro, contó en pocas palabras qué tal estuvo esa tarde que tantas elucubraciones generó. ¿De qué hablaban en esa tarde soleada, qué tema guiaba el arte de la conversación? “Un día aburrido, lo pasé sentado como modelo para Hansen”, escribió al llegar a su casa. Luego cerró su diario —no había más para decir— y se acostó hasta quedarse dormido.
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