La noche mágica de Oscar Giunta, el gran baterista del jazz argentino

Hace una década, el músico recibió un llamado que pensó era una broma: había sido convocado para tocar en el único show del legendario Wayne Shorter en Buenos Aires, saxofonista admirado por Miles Davis

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Cuando recibió el llamado pensó que era la broma de un amigo. Demasiado bueno para ser real, se dijo. El día anterior había intentado sin suerte comprar la entrada para ver el único show del legendario Wayne Shorter en Buenos Aires. Y ahora, solo unas horas después, Oscar Giunta, uno de los mejores bateristas de jazz del país, se bajaba del colectivo 60 para ir al Gran Rex de la avenida Corrientes. Pero esta vez no iba como espectador. Esa única e insólita noche de junio de 2011 estaría detrás de los tambores. Había sido convocado de urgencia para tocar con el saxofonista que cautivó a Miles Davis.

La historia, como todas, tiene un principio y un final. La productora Contemporánea, habitual impulsora de shows internacionales en el país, había concretado aquel junio la llegada del Wayne Shorter Quartet, un auténtico súper grupo; que por entonces completaban el pianista panameño Danilo Pérez, el bajista neoyorkino John Patitucci, por años parte del grupo de Chick Corea y la talentosa baterista Terri Lyne Carrington, ganadora de tres premio Grammy y una figura relevante de la escena internacional.

Pero Carrington no llegó a tiempo a Buenos Aires. Se quedó varada en Chile a causa de la erupción del volcán Puyehue-Cordón Caulle. Los organizadores se vieron obligados entonces a buscar un reemplazo contra reloj ante la imposibilidad de suspender la función, totalmente agotada.

Por entonces Giunta, ya convencido de la imposibilidad de obtener una entrada para el show, era anoticiado por un alumno sobre la clínica para músicos que Patitucci y Pérez darían un día antes en la Escuela de Música de Buenos Aires (EMBA). Y allí fue, convenciéndose a sí mismo que con eso cumplía al menos parte de su deseo. “El auditorio estaba completamente lleno y no había más lugar, pero yo me senté en el piso, al lado de una puerta lateral”, recuerda hoy Giunta.

Giunta con el Wayne Shorter
Giunta con el Wayne Shorter Quartet en Buenos Aires

“Ellos tocaron algo a dúo y de pronto Danilo me ve entre la gente y me llama. Yo había tocado con él 12 años antes y no nos habíamos vuelto a ver. Por eso me asombró que me reconociera. Así que me sumé a lo que ellos estaban tocando. Eso para mí ya era suficiente premio. Al otro día, estaba grabando en los estudios Sound Rec y comienzo a recibir un mensaje trás otro en el celular. En una pausa los leo. Me decían que tenía que llamar urgente a la EMBA porque esa noche iba a tocar con Shorter. Lo primero que pensé es que era la joda de un amigo. Pero llamé igual y me comunicaron con el road-manager de la banda. Era cierto. No lo podía creer”.

A partir de allí se sucedieron horas que parecieron segundos. Oscar corre a su casa a buscar un traje. Carga los platillos de su batería y vuelve al centro. Primero el colectivo 60, luego el subte en Callao y Corrientes y la entrada vertiginosa al teatro. Faltaban no más de cuatro horas para el show más importante de su vida. Ese que nunca imaginó.

“Cuando llegué el único que estaba del grupo era Patitucci. Me mostró el repertorio, me dio algunas pautas. Me acuerdo que me asombró ver que si bien tenían todo conectado, también había muchas posibilidades para que cada uno aporte lo suyo de mil maneras. Después vino Danilo y tocamos un par de temas en trío. Llegó Shorter, nos presentaron, me saludó y de allí a los camarines a esperar el show. No hubo más preparación que esa”.

Wayne Shorter,  John Patitucci
Wayne Shorter, John Patitucci y Giunta

El desafío del momento cobra importancia a la luz de lo que aún significa Shorter en la historia del jazz moderno. Nacido en agosto de 1933 en Nueva Jersey, es uno de los músicos más activos e influyentes de la escena internacional; con una extensa carrera como instrumentista y compositor que incluyó su participación en grupos icónicos; como los Jazz Messengers de Art Blakey a finales de los 50; el segundo quinteto de Miles Davis en los 60 o el grupo de fusión Weather Report, que fundó junto a Joe Zawinul y que tuvo una intensa actividad a partir de 1970.

Por eso no es un dato menor que aquella noche única comenzó con los aplausos menos previstos. La ausencia de la baterista Carrington se comunicó recién cuanto el público ya estaba ubicado en la sala y fue recibido con el silencio más absoluto. Luego, la voz en off confirmó el nombre del reemplazante. Entonces el Gran Rex estalló en una ovación única. Los cuatro músicos detrás del cortinado sonrieron al unísono. Shorter palmeó a su baterista. “This is for you”, le dijo cómplice. Entonces la historia y la música invadieron el escenario.

“Hoy me levanté con una sensación extraña. Cansado como si hubiera jugado 15 partidos de fútbol seguidos. Fue una experiencia superfeliz, de mucha adrenalina”, le contó Oscar al diario La Nación horas después. Por esas cosas del destino, unos días más tarde Giunta tuvo ocasión de tocar con otro gran saxofonista norteamericano. Esta vez fue Dave Liebman, destacado protagonista de la escena neoyorkina, quien lo convocó para un show en la ciudad de La Plata.

El baterista Oscar Giunta junto
El baterista Oscar Giunta junto a los integrantes de SuperTrío, Hernán Jacinto en piano y Flavio Romero en contrabajo

El propio Liebman lo recordaría dos años después, cuando vino a Buenos Aires para una única presentación en el ya desaparecido Boris Club de Palermo, en la que una vez más contó con los buenos oficios del argentino. “Aquel show de La Plata fue gracioso porque esa misma semana Oscar había tocado con Shorter, con lo cual debe ser el único baterista en el mundo que, sin formar parte de los grupos estables, pudo tocar en una semana con Wayne y conmigo. Dos ex Miles Davis en pocos días”, recordaba Liebman, en agosto de 2013, entrevistado por el portal especializado Argentjazz.

Nadie duda de que esos sucesos quedarán para siempre en los recuerdos de Giunta, solo comparables a aquellos que atesora como esenciales. Como cuando recibió su primer par de palillos de un músico amigo de su padre o cuando a los siete años se presentó como baterista a un concurso en el canal 11 de televisión.

Por cierto que Giunta no ocupaba esos lugares de privilegio solo por una cuestión del destino. Hacía años que tenía bien ganada fama en la escena local, ya sea como miembro fundador del Quinteto Urbano, uno de los grupos fundacionales del Nuevo Jazz Argentino, o como parte de los combos de Adrián Iaies y Javier Malosetti; a la par de los cuales el baterista construyó también su propia carrera como líder. Primero, con el trío que mantuvo entre 2002 y 2004, con el que realizó giras por el Interior y países limítrofes y luego con el cuarteto que integró a partir de allí.

Después vino el Oscar Giunta Quinteto, con el que el baterista debutó en el Luna Park en octubre de 2010 en un festival que incluyó también la participación de Luis Alberto Spinetta y el grupo Divididos. “Aquello fue algo grosso -recuerda Giunta-. Un quinteto de jazz, tocando en un contexto de rock, en donde muchos estaban más para el pogo, que para oír solos e improvisaciones. Fue una gloria. La gente nos despidió de pie. Con este mismo grupo llegué en junio de 2012 al Hildener Jazztage en Düsseldorf, Alemania, para compartir cartel y la noche principal del festival con Bireli Lagrene. Otra noche histórica: los alemanes tampoco nos dejaban ir del escenario”.

En los últimos años Oscar Giunta formó un nuevo grupo al que bautizó SúperTrío, y que en un principio incluyó a Hernán Jacinto en teclados y Arturo Puertas en contrabajo, quien luego fue sustituido por el talentoso Flavio Romero. Con esta última formación el baterista viajó en 2019 a Nueva York para grabar en los estudios del ingeniero argentino Luis Bacqué su primer álbum: Alaláp!, editado en enero de 2020 por el Club del Disco y con el que continuó su incesante recorrido por distintos escenarios del país y del extranjero. Toda una vida con la música, y que en medio de éxitos y sinsabores, tuvo su noche mágica e irrepetible en una Buenos Aires de hace 10 años.

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