El anuncio llegó a través de las redes sociales, cuando el cuadro de salud de la gran periodista y escritora argentina pareció estabilizarse. Lo hizo su hijo Manuel, a través de la cuenta de FB de la directora del Museo del Libro y de la Lengua. “Hola, soy el hijo de María. Ella está internada en el sanatorio Güemes con un cuadro de ACV. Está estable. Hoy le hacen una resonancia para ver el tamaño de la lesión. Hay que ver cómo evoluciona en las próximas 48 horas”. Según trascendió, María Moreno -su nombre en su documento es María Cristina Forero- se descompensó el viernes al mediodía y fue internada en el sanatorio de la calle Córdoba al 3900, en terapia intensiva aunque hoy ya fue trasladada a una habitación común. Debido a las limitaciones por la pandemia, las visitas y los partes médicos se encuentran restringidos al máximo.
María Moreno (1947) es periodista y escritora, aunque es, en realidad, ella misma un género literario argentino. Aunque su nombre ya era uno de los más relevantes de la literatura argentina fue su libro Black out, unas extraordinarias y apabullantes memorias del alcohol y la amistad, lo que llevó su escritura a una audiencia masiva y recibió las mejores críticas en Argentina y también fuera del país. Cultora de la crónica y los perfiles; amasadora de historias y ensayos críticos, aunque también, en alguna oportunidad, novelista y poeta, María fue pionera del periodismo de género en tiempos en que el feminismo no era una bandera popular sino una militancia escasa y un ninguneado tópico de investigaciones académicas.
“Cartonera” de sí misma, como se llama por su afición a reescribirse y a conformar nuevos collages y artefactos literarios con viejos textos propios, es autora de varios libros–El affair Skeffington, El petiso orejudo, A tontas y a locas, Vida de vivos, Oración, Panfleto, Loquibambia (Sexo e insurgencia) y Contramarcha-, es periodista del diario Página 12 aunque habitó redacciones diversas a lo largo de décadas y en los últimos años ocupa un espacio tan singular en el mapa de la literatura argentina que se hace imposible ligar su nombre y su obra a alguna serie habitada por otros. Lo suyo es, literalmente, fuera de serie.
Nombrada en diciembre de 2019 directora del Museo del Libro y de la Lengua que depende de la Biblioteca Nacional, dirigida hoy por el escritor Juan Sasturain, a propósito de ese cargo María declaró: “Comparto con Juan la pasión por los papeles nacionales, sin establecer jerarquías entre la cultura tradicional y la cultura popular”. Como cuando estuvo al frente del suplemento La Mujer del diario Tiempo Argentino dijo que era un “desafío” su rol como directora del museo creado en 2011 por el entonces director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, y cuya primera titular fue la ensayista y amiga personal de María, María Pía López hasta 2015.
Su trabajo en la dirección del museo exige también para ella “explorar una lengua plurinacional”, que la ensayista denomina “tuti fruti, sin aduana ni peaje, la de los pueblos originarios, las de los inmigrantes, las de los jóvenes, las locales , para no sólo dar cuenta de su existencia sino de su índole preeminente y política. Y me sorprendió que me propusiera como eje la poesía”, cuenta.
El coronavirus dejó en suspenso la mayor parte de los proyectos para llevar adelante en el Museo, aunque se trabaja esperando la reapertura de sus puertas. Como señaló tiempo atrás: “Estamos construyendo una bibliografía feminista federal, poniendo en escena debates sobre la lengua, sus conflictos sobre todos, contra toda pureza, unas aguafuertes de cuarentena. No son acciones sustitutivas sino una enorme oportunidad de invención colectiva. Vamos armando archivos que nunca hubiéramos pensado sin cuarentena. Pero nada sustituye el cuerpo presente en la transferencia de saberes, en la asamblea, la acción física”.
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