En una obra que invita a una lectura política de la historia británica, la artista argentina Marta Minujín presenta su Big Ben acostado, en el marco del Manchester International Festival (MIF), que se inaugura el jueves.
Utilizando una biblioteca de 20 mil libros, Minujín, una de las pioneras de la instalación, recrea un Big Ben, el reloj más emblemático de Londres y el más conocido del mundo, con la mitad del tamaño del original (42 metros cuadrados).
La torrre fue instalada de manera horizontal durante el fin de semana en los jardines Piccadilly de Manchester y podrá recorrese hasta el 18 de julio por dentro, para que al final de trayecto, el público pueda llevarse un título a casa, por lo que la obra se destruirá pero a su vez sobrevivirá en la experiencia y en las bibliotecas de sus visitantes.
“Hay una gran energía artística en la destrucción. La gente se juntará en un evento que ocurre una vez y nunca se repetirá. Quedará solo en la memoria. Es un acontecimiento extraño que espero que la gente recuerde toda su vida y recuerde a aquellos que no pudieron participar”, dijo la artista a The Guardian.
Big Ben Lying Down, su nombre en inglés, forma parte su serie La caída de los Mitos Universales, que reúne varias piezas de tamaño monumental de caracter iconoclasta, que comenzó en 1978, cuando presentó El Obelisco acostado en la primera Bienal Latinoamericana de San Pablo. Aquella acción funcionó como lectura de la dictadura militar, de ahí la idea de acostar “esa masculinidad brutal, no pensándolo como hombre-mujer, sino como esa potencia invasora en los otros”, había dicho la artista.
Para aquel trabajo subió al célebre monumento porteño y realizó una filmación en Super 8 de la vista desde los 74 metros de altura. Con la financiación de Techint Brasil, construyó una estructura en madera de 74 metros de largo, de 4 x 4 de la punta, por la que se accedía desde la base, con un aparato de televisión frente al que las personas podían sentarse y ver la película que había filmado, después de caminar por el interior valiéndose de sogas flúo.
Una experiencia con un concepto similar se produjo un año después, cuando creó una réplica del Obelisco de pan dulce, en el marco de la II Feria de las Naciones de Buenos Aires, con una obra que alcanzó los 36 metros de alto y estuvo recubierta por 10 mil paquetes del alimento navideño.
“Todo era terrible en ese momento y seguí mirando este símbolo masivo, un signo de esta opresión, un signo del hombre, un símbolo fálico que necesitaba ser derribado. La policía me acosó pero se me permitió salirse con la mía. No entendían el trabajo, solo pensaban que estaba loca”, recordó con el medio británico. Como con el Big Ben, esta también fue una propuesta de arte relacional, por lo que al final de la exposición se invitó a los visitantes a comer el pan dulce: “¡La gente se comió el falo!”, comentó.
“Los ingleses se sorprenderán. Algunos lo encontrarán gracioso, otros pensarán ¿qué le pasó al Big Ben está acostado en Manchester? Es una idea que los hará pensar. Cuando tomen un libro del Big Ben, lo que es un tema político, serán sorprendidos y recordarán para siempre y ese libro pasará a otras generaciones. Entonces ese libro se convertirá inmediatamente en un icono”, había dicho la artista en su cuenta de Instagram.
En 1983, en la Avenida 9 de Julio de Buenos Aires, poco después del fin la dictadura, Minujín presentó su famoso Partenón de libros, que reunía, justamente, publicaciones que habían sido censuradas por la junta de gobierno de facto. Después de cinco días en exposición, dos grúas inclinaron ligeramente el edificio hacia un lado, permitiendo así a los espectadores llevarse libros a sus casas.
El proyecto tuvo una segunda versión en 2017, durante la dOCUMENTA 14 de Kassel, en Alemania. Esta nueva réplica a escala real del templo de la Acrópolis de Atenas incorporó en su arquitectura unos 100.000 libros prohibidos provenientes de todo el mundo. Este nuevo Partenón se erigió en la Friedrichsplatz de Kassel, el lugar donde los nazis quemaron unos dos mil libros durante la llamada “Aktion plus an den undeutschen Geist” (“Campaña en contra del espíritu no-germano”), en 1933.
En 2011, presentó La Torre de Babel, que se instaló temporalmente en la Plaza San Martín, para celebrar el nombramiento de la ciudad como Capital Mundial del Libro. La instalación consistió en un andamio metálico de siete pisos y veinticinco metros colgado con una red de alambre, que exhibió más de 80.000 títulos.
Las publicaciones fueron donadas por embajadas de todo el mundo y representaron todos los géneros en más de 40 idiomas. Una vez dentro de la Torre, el público podía leer los nombres de los libros y escuchar una grabación de la palabra “libro” repetidamente, como música o cánticos, en diferentes lenguas. Durante el último día, los visitantes se llevaron una obra y los sobrantes hoy forman parte de un archivo titulado La Biblioteca de Babel, que fue donado a la Biblioteca Pública de Gálvez.
En la Bienal ROSC ’80, de Dublín, Irlanda, presentó La Torre de Pan de James Joyce que reproducía un mito popular de la ciudad: la torre del actual museo del autor, donde fue escrito el Ulises. “El pan lactal es porque en un cuento, Joyce habla de una panadería, Downes. Yo encontré que esa panadería todavía existía y le propuse al dueño mi proyecto. Me donó el pan, hice la torre, después una grúa la acostó y la gente se llevó y comió el pan”, dijo.
En 1994, en el marco de la inauguración del MAR, de Mar del Plata, presentó su Lobo Marino de Alfajores, en la que reunió dos elementos asociados simbólicamente a la ciudad balnearia argentina. La obra, de 10 metros de altura, fue realizada en hierro y metal, y recubierta por 80 mil envoltorios de alfajores Havanna. En este caso, no se destruyó el trabajo, sino que hoy forma parte de la estética del espacio, localizada en la explanada de ingreso.
De menor tamaño, pero también con el concepto de arte relacional-comestible fueron la Venus de queso, de 1981, y la Estatua de la libertad de cerezas, de 2013. La primera -escultura de estructura de hierro, recubierta con un tejido metálico sobre el que se adosaron los taquitos de queso- realizada para la celebración del 20 aniversario de la casa de diseño Knoll, mientras que la segunda formó parte de la muestra Marta Minujín: París, Nueva York, Neuquén, del Museo Nacional de Bellas Artes de la provincia.
La edición del MIF 2021 incluye programas de cine y danza y la participación presencial de Patti Smith con su cuarteto (su primer show pospandemia) y Arlo Parks, una de las últimas revelaciones de la música pop británica.
Minujín sigue presente en su ciudad, Buenos Aires, con dos propuestas: IMPLOSIÓN!, que se presenta en la Fundación Santander, en el barrio de San Telmo, mientras que en el Museo de Bellas Artes se puede apreciar Pandemia, una pieza que le llevó 10 meses de producción, en el colocó 22.600 tiras de paño teñido para retratar estos tiempos.
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