Escribir esta obra teatral sobre el General San Martín es y fue un acto de compromiso y una necesidad. Me lo debía. Alguna vez yo también me sentí un granadero, un ser anónimo que se calza un proyecto al hombro junto a otros miles que piensan y sienten algo similar y se aventuran a llevarlo adelante bajo una conducción.
Nuestro General hizo eso: arreó una gran masa de seres sin nombre que vivían en una tierra llena de silencio e injusticas y los invitó a la lucha por una identidad, una nueva esperanza. Él creó la Historia, así, con mayúsculas… y nos dio un legado de independencia, hermandad, ética, libertad
Desde ahí pensé esta obra en momentos muy espinosos de la Argentina donde se hacía difícil ver un porvenir, una buena palabra para dejarle a nuestros hijos. Desde allí pensé esta historia, ahora con minúscula. La de ese hombre Pepe, Cholo, el Indio; un ser que, bajado del caballo de la inmortalidad, nos regalaba la épica de un ser humano con sus mejores contradicciones.
Ahí aparecen ESTAS MUJERES, que son las VERDADERAS PROTAGONISTAS de la obra, moldeando como nadie los contornos de la figura de nuestro prócer. Ellas lo interpelan, lo tientan, logran seducirlo, lo censuran; la mayoría de las veces lo aman, lo acompañan, lo cuidan, le gritan su amor, su abandono, su protección. Violentan su admiración y su desagrado. Calman sus noches de vigilia militar, de dueño de la gloria y la incertidumbre.
Mujeres fuertes llenas de coraje, desgarro y fragilidad.
Ese San Martín es el ser que todos podemos tocar y, en ese movimiento, sentir que también SOMOS NOSOTROS. Que su heroísmo nos alcanza. Que se hace anónimo y camina a nuestro lado y nos invita a animarnos, a que siempre algo mejor es posible.
Luego de mucho estudio sobre una bibliografía ecléctica que va desde Mitre hasta José María Rosas. De Ricardo Rojas. Textos del Instituto San Martiniano, revistas chilenas y peruanas, Pérez Amuchástegui, Rodolfo Terragno hasta novelas históricas como las de José Valega o Ricardo Palma, encontré una obra que marcó definitivamente el camino: Seamos libres, lo demás no importa, de Norberto Galasso. Obra mayor e imprescindible.
Ahora sí, podía rozar los contornos de nuestro General con cierto equilibrio. No era sólo una licencia poética imaginando escenas históricas. Sentí que encontré un San Martín acorde con su humanidad y su grandeza. Eso me alentó a que toque la puerta del Maestro Galasso y él, con amabilidad y sabiduría, me recibió y orientó históricamente en mi trabajo. Las cartas estaban echadas.
Antes de comenzar a darle rienda suelta a lo creativo, decidí adentrarme en un proceso simple y tedioso a la vez: estudiar las cartas del General para empaparme de su lenguaje cotidiano y tratar de armarlo y reproducirlo en la obra. Pensaba que era una manera de crear el ambiente de época y el clima preciso de su cotidianeidad… Algo de todo eso sobrevivió.
Lo demás fue trabajo, imaginación y ganas de narrar. Hice una obra que abarca toda la vida de San Martín. Su épica, sus batallas, sus grandes encuentros, su ser político, sus contradicciones, su intimidad; la tensión de la guerra, la densidad de su pensamiento, el amor a la gran causa y a sus seres más cercanos. La lucha y el exilio.
La obra es inmensa; de una extensión digna del gran prócer. Se podría construir una serie, hecha para teatro, de una gran cantidad de actos y escenas. En general, siento que los textos que se terminan, es necesario que descansen… algo debe ser elaborado y vuelto a pensar antes de exponerlo. Y este caso no fue la excepción.
Después de un tiempo se lo di a la persona que, por admiración, más confiaba: el director, actor y dramaturgo, Eduardo Lamoglia y él, en medio de esa inmensidad, después de un tiempo, me ayudó a encontrar una perla…
Así nació Las Mujeres del General. Tomamos tres escenas de la intimidad de San Martín en relación con las mujeres que marcaron su vida. Escribí dos más, condensé varios personajes en una tercera y luego vino todo el proceso de adaptación. Mi condición de psicoanalista me enfrentó, en este caso, a narrar cuestiones que tenían que ver con la vida interior, la profundidad de los personajes, sus relaciones y, a la vez, no perder de vista el devenir histórico de esta trama inusual. Nosotros sabemos que en lo inconsciente del alma no hay división temporal; todo es un gran presente continuo, como esta obra.
De allí surgió su madre Gregoria (Rosa Ferrer) que comanda, con firmeza y desgarro la partida obligada de sus hijos a comenzar la carrera militar. Su mujer, Remedios (Liguën Pires) llena de voluntad, amor y desgracias, que pasó de la niñez a la revolución “casi sin darse cuenta”. Rosita Campusano (Silvina Muzzanti), su gran pasión, dónde la lucha y el amor les quemaba por dentro. Su hija Mercedes (Otra vez Liguën Pires) y su lugar de padre y abuelo cotidiano…el paraíso íntimo de su exilio. Y entre todas hay otra mujer que ensambla y amalgama la acción: su propia conciencia, tentación, quién lo enaltece y censura; un coro griego de voces que salen de sí mismo (María Marta Guitart- presencial-, Mechi Villalba- en el formato Streaming).
Eduardo se tomó su tiempo. Leyó el trabajo, se interesó, me dio su devolución y al poco tiempo comenzó la acción. Bajo su tutela y su talento fuimos armando, modificando y adaptando el texto hasta llegar a convertirse en el nervio de esa letra inquieta que demandaba cristalizarse en teatro.
Cuando nuestro director convoca al gran actor Daniel Miglioranza para que tome la responsabilidad de ponerse en la piel del Libertador, el círculo comienza a cerrarse y se abre paso a la ilusión. La puesta estaba en marcha, el trabajo convocaba entre el ensueño y la realidad.
Una reflexión. La construcción literaria de cada personaje debe tener, para mí, un cuerpo, una intención, un estilo, rasgos de carácter en una humanidad definida, inclusive en sus propias contradicciones y, a la vez tener conciencia que hay un actor que debemos cuidar, fundamentalmente porque toma esa complejidad y la encarna.
En una obra histórica, el pasado se encuentra hacia adelante, se lo atropella en el camino. Creo que esa es la manera de movilizar y conmover al espectador.
Cada función me sucede lo mismo, se abre el camino de una nueva esperanza. Entre la dirección y actores magistrales, una iluminación llena de símbolos, la música sutil y emocionante, una escenografía bellísima llena de metáforas, y un vestuario de época perfecto, COMIENZA LA MAGIA. Vivo, siento que estoy viendo la obra por primera vez. Me conmueve y me sorprende cada movimiento, cada diálogo como si hubiera sido otro quien la escribió. Que ese General y esas Mujeres dicen un texto propio, nunca estudiado y te regalan su frescura, su emoción y nos provocan. Nos obligan a parar el tiempo e intimar con nuestros mejores sentimientos.
*Funciones: Viernes 20 hs. El Tinglado, Mario Bravo 948, CABA. Localidades: $ 600; afiliados Asociación Bancaria $ 500. Venta por Alternativa o en boletería. También por Streaming los viernes desde las 20 hs (se puede visualizar en las siguientes 24 horas)
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