Hace 21 años, Marina Alzuru trabajaba en un banco de Caracas. Desde la mañana hasta la tarde su rutina estaba planeada para el trabajo, luego, llegar a casa a finiquitar detalles en el hogar y ver alguna película o telenovela. Pero de repente, desde Colombia trastocaron su agenda. El canal Radio Caracas Televisión empezó a emitir a la 1:00 pm Yo soy Betty, la fea, la telenovela que inauguró los altos índices de rating del nuevo milenio.
La historia colombiana se convirtió en el furor de los venezolanos, acostumbrados ya a las telenovelas, en un país que durante décadas fue una referencia que exportó este tipo de historias a varios continentes, pero también fue buena una audiencia para tramas foráneas, especialmente aquellas provenientes de Colombia, Brasil o México.
Como la telenovela era transmitida en el horario laboral, imposible pensar en escaparse aunque sea unos minutos para verla. Pero la curiosidad era mucha, así que le pedía al hijo que le grabara en el antiguo VHS de la casa los capítulos. Así pudo verlos en la noche. Se enganchó y no soltó hasta el final.
La vida de Beatriz Aurora Pinzón Solano, interpretada por Ana María Orozco, formó parte de las dinámicas de millones de hogares, lugares en los que hubo resonancia de cada alegría, tristeza, frustración, logro y demás vicisitudes de la protagonista, a quien le cambia la vida al entrar a Ecomoda, esa empresa de moda tan ajena a su personalidad.
En ese sitio se convirtió en una pieza fundamental para el engranaje de la compañía, y también fue el lugar en el que se enamoró de don Armando, encarnado por Jorge Enrique Abello.
Han pasado dos décadas desde el estreno de Yo soy Betty, la fea, una historia original de Fernando Gaitán. En Colombia se estrenó a finales de 1999 a través de la señal de RCN. Tanto ha ocurrido desde entonces en la industria del entretenimiento, y Betty sigue en pie en medio de toda novedad.
Recientemente, en 2019 el canal colombiano RCN retransmitió la telenovela, una apuesta que logró buenos resultados. Por ejemplo, de acuerdo a medios colombianos como Semana, el capítulo en el que se conoce la verdadera situación de Ecomoda tuvo 13.5 de audiencia. Otros capítulos superaron los 10 puntos de rating.
Para tener una referencia, según Kantar Ibope Media, el 11 de mayo de 2021 en la televisión colombiana los programas más vistos fueron Desafío The Box, seguido por la segunda temporada de La reina del flow, con 13,49 y 12,47 puntos, respectivamente. Curiosamente, en el tercer puesto está Pedro el escamoso, con 10,24, una telenovela que se estrenó en 2001 y ahora se vuelve a emitir en la televisión abierta de ese país.
Pero más allá de lo que ha ocurrido en la televisión, RCN ha subido a su canal de Youtube extractos con escenas claves de Yo soy Betty, la fea. El momento en el que Betty llega transformada a Ecomoda suma hasta los momentos 16, 5 millones de reproducciones.
Marina Alzuru no ha vuelto a ver la telenovela, a pesar de que la han transmitido en otras oportunidades en Venezuela a través de canales como Televen. También sabe que está disponible en Netflix, plataforma en la que suele estar entre los programas más vistos en su país, pero todavía no es muy asidua al streaming.
Arantxa López es una joven periodista de la Universidad Central de Venezuela. De 25 años de edad, ha visto Yo soy Betty, la fea en tres oportunidades. La primera vez era muy pequeña. Sus padres la sintonizaban religiosamente en RCTV, y a ella le causaba gracia la canción de la presentación y la historia.
“En ese momento empecé a jugar que era una secretaria y me hacía una pollina (flequillo) como la de Betty. Después la volví a ver en Televen y en 2019 la disfruté en Netflix”, cuenta la comunicadora.
Como El Chavo del 8, Yo soy Betty, la fea se ha convertido en un clásico latinoamericano que ha trascendido generaciones. “Me parece muy graciosa, son episodios que he visto para desestresarme y no he tenido que pensar tanto en otras cosas, aunque me involucro mucho con la trama, y termino molesta por los personajes. Además es bastante dramática, pero no exagerada como otras novelas, dentro de todo me parecen dramas creíbles”, comenta Arantxa López.
Considera que el humor siempre ha sido ligero, y que todavía es fácil identificarse con los personajes, aunque cuestione el comportamiento de algunos.
Una historia vigente
En el libro Y Latinoamérica inventó la telenovela, el dramaturgo José Ignacio Cabrujas indica que en ese tipo de historias hay miles de sentimientos, pero solo uno es central: el amor. “Del amor de pareja, del amor de ellos, de eso estamos hablando. Por supuesto, ese amor se desparrama después en los amores de la madre por su hijo, del hijo por su madre, del hermano por su hermano, pero básicamente, el centro, la columna vertebral del sentimiento son él y ella”, acota el también autor de telenovelas fallecido en 1995.
De hecho, Cabrujas asegura que en la historia de la literatura, aquellas obras que han trascendido, son las que en el fondo son novelas de amor. Cita La guerra y la paz de León Tolstói.
Si bien reconoce que en la academia muchos cuestionarían tal afirmación, y aseverarían que al autor lo que realmente lo inspira es el sufrimiento como entrada de la felicidad, acota: “Pero ¿qué leemos en esta obra? Pedro ama a Natacha, lo ponen preso, ella se casa con un médico, Pedro se redime en la cárcel y al salir de ella encuentra de nuevo a Natacha y se casan. Ésa es la historia de La guerra y la paz, la autopista por la cual avanza este drama inmenso y es lo que hace que una persona, cuando lee la novela, la lea con placer, con devoción e interés”.
Para Carolina Acosta-Alzuru, profesora de la Universidad de Georgia, Yo soy Betty, la fea es un éxito cada vez que se transmite porque cuando fue estrenada, fue contracorriente del resto de las telenovelas. Se trataba de una protagonista que no es preciosa, poco tradicional. Sin embargo, el personaje de Ana María Orozco tiene varios elementos tradicionales.
“Es entrañable para el público. La gente quiere que ella gane. Se nota vulnerable, pero es una vulnerabilidad diferente”, comenta la profesora e investigadora, autora del libro Telenovela adentro. Aclara que 20 años después, todavía se estudia qué es lo que hace a la novela tan exitosa. No hay una sola respuesta.
Existe un elemento que resuena en culturas en las que los cambios económicos pueden suceder de la noche a la mañana. En América Latina y Europa del Este hemos visto cambios dramáticos. A veces estamos muy bien y otras muy mal. Por eso, estas tramas resuenan
“Hay algo de la historia de la Cenicienta tipo patito feo. Existe un elemento que resuena en culturas en las que los cambios económicos pueden suceder de la noche a la mañana. En América Latina y Europa del Este hemos visto cambios dramáticos. A veces estamos muy bien y otras muy mal. Por eso, estas tramas resuenan. Esa persona que no tenía chance y al final gana”.
Resalta cómo a pesar de no haber contado con muchos sets de grabación, y no tener grandes valores de producción, especialmente cuando se compara con las historias de ahora que parecen películas, en esta telenovela se confirma uno de los principios de la industria: la historia es la piedra angular del éxito.
En la Universidad de Georgia, Carolina Acosta-Alzuru es profesora de una materia dedicada al estudio de las telenovelas, la cultura y la sociedad. La mayoría de sus alumnos son estadounidenses. “Y en todos los semestres siempre hay alguien que escoge Yo soy Betty, la fea para estudiar. Estamos hablando de personas de Georgia que se enamoran del personaje”.
Desde Colombia, el presentador Carlos Ochoa realiza su lectura del fenómeno, que ha estudiado de cerca. “Es un clásico de los melodramas, en una telenovela de culto en el que se rompen estereotipos. Por eso la gente ha sentido la curiosidad de verla. Encontramos temas como la belleza y la fealdad, pero en medio de esa discusión en la que la sociedad dicta que las mujeres deben ser impecables, con un cuerpo y un rostro perfectos”.
Considerado uno de los mayores expertos en telenovelas de su país, Carlos Ochoa recuerda que cada vez que retransmiten la historia en la televisión es un éxito, bien sea en la tarde o en la noche. “Uno se conecta a cualquier capítulo, y queda prendado. Eso es muy difícil en una telenovela porque siempre son muy lineales”. Señala que en redes sociales como Instagram hay grupos de fanáticos. Y es así, por ejemplo, cuentas como @bettyledits, @ysblfxmx o @ysblf.edits constantemente suben fotos o videos de la trama.
“He tenido la oportunidad de estar con seguidores de la novela en México, Barcelona, Argentina. He hecho grandes amigas por Betty la fea. Todas tienen algo en común: se sienten identificadas con el personaje. Una chica que sueña con conseguir el amor de su vida, un amor imposible, una chica que pertenece a otra clase social y que aspira encontrar ese príncipe azul. Hay muchas chicas con muchos complejos que se hallan en Betty. Muchas personas en el mundo se vieron en ese personaje, y han visto que no ser tan agraciada o arreglada es posible. Por eso quieren a esta figura que se convirtió en un icono pop”, acota Carlos Ochoa, quien ha sido presentador en RCN y actualmente forma parte del equipo de Teleantioquia.
La versión colombiana
Yo soy Betty, la fea, de Fernando Gaitán se mantiene como la principal referencia. Si bien se han hecho distintas versiones en países como España, Alemania, Egipto, Filipinas, Israel, Rusia, Tailandia, México y Estados Unidos, la telenovela original es objeto de culto.
La versiones más conocidas son las que se han realizado en el continente americano. En 2006 America Ferrara protagonizó en Estados Unidos Ugly Betty. Ese mismo año, en México, Angélica Vale le dio rostro a la adaptación que se tituló La fea más bella. Más recientemente, en 2019, Elyfer Torres fue la figura principal en Betty en Nueva York, una historia escrita por la venezolana Valentina Párraga.
Y no solo eso, en 2017 Yo soy Betty, la fea fue llevada al teatro con buena parte de su elenco original, una propuesta que se presentó en escenarios de varios países de la región. También, a partir de la historia de Gaitán se hicieron la serie animada Betty Toons y Betty la feita, esta última con un elenco de niños. Hubo una segunda parte, Ecomoda, pero no tuvo éxito.
Carlos Ochoa relata que en Colombia hay quienes hacen turismo de telenovela. Es decir, personas que van a la casa que en la ficción perteneció al personaje de Betty. “Es privada. Tuvieron que poner cerca eléctrica para que la gente no pasara. Muchos quieren tomarse la foto porque creen que hay un museo”.
Rememora cómo en su momento, medios y generadores de opinión sobre temas políticos o economía se basaban en sucesos de la telenovela para el debate. Por ejemplo, cuando se maquillaban las cifras de Ecomoda o surgían planes para salir de una crisis financiera, eran temas de discusión entre economistas. “Hasta los sacerdotes en sus sermones hablaban de Betty”, destaca.
Apunta que a pesar de los años, Yo soy Bety, la fea, sigue siendo un producto fresco. Sin embargo, advierte que hay planes de hacer en Colombia una nueva versión, con otro elenco. Sería la primera vez que en su país natal la telenovela tiene una remake.
“Es lo que se dice que podría pasar, para seguir con el estilo de Café con aroma de mujer, que ahora tiene una versión más actualizada. La idea es que las nuevas generaciones vean una trama más moderna y llamativa, que se sientan identificadas con las nuevas tecnologías, que por ejemplo, los conflictos puedan resolverse a través de un teléfono. No está confirmado, pero hay actores que me han comentado”.
Sobre esa posible nueva versión, Carolina Acosta-Alzuru entiende que existan recelos. “Es una historia demasiado famosa, casi sagrada en el mundo de las telenovelas. Siempre existe la idea de que ninguna versión sea mejor. Ahora bien, en las telenovelas, las remakes son comunes. Cuando los ejecutivos toman esa decisión, es porque creen que triunfarán. Hay casos que deben ser tomados en cuenta. Cuando hablamos de Corazón salvaje, la verdaderamente exitosa fue la segunda versión que protagonizaron Edith González y Eduardo Palomo. Nadie la olvida. Varios años después hubo otra con Aracely Arámbula, pero no funcionó. No hay receta segura”, comenta.
Una telenovela importante
Carlos Ochoa considera que a las telenovelas colombianas les ha costado llegar a otros mercados, salvo excepciones como Yo soy Betty, la fea, Pedro el escamoso y las llamadas narconovelas. “Del resto, son pocas las que se pueden ver en otros países, aunque hay telenovelas mexicanas que son adaptaciones de historias colombianas. Muchos mexicanos no saben eso”, subraya.
Para el presentador, la historia de Fernando Gaitán sigue siendo la más exitosa. Reconoce otras obras, como Pasión de gavilanes, que siguen siendo bien recibidas por el público cuando son retransmitidas, pero hace salvedades.
“Aunque fue grabada en Colombia, no representa la identidad del país. Se ve como una historia de vaqueros. Fue una telenovela por encargo, solicitada por Telemundo, con sus parámetros”, recuerda sobre la telenovela, transmitida entre 2003 y 2004.
Para la profesora Carolina Acosta-Alzuru es difícil responder qué tan importante es Yo soy Betty, la fea. No duda en reconocer su trascendencia en el público, y las versiones que se han hecho, pero saca a colación otros aspectos que le gusta estudiar también.
“Por un lado podemos ver lo que ocurre en un país con una telenovela, también está la gente que no olvida una historia. Hay casos como Avenida Brasil, que fue la más rentable de la historia en la industria brasileña. Depende de muchos factores”.
La docente cita ejemplos en Venezuela, donde ha estudiado telenovelas escritas por Leonardo Padrón. “Lo más importante en mi carrera como investigadora ha sido lo que vi en familias con un hijo con síndrome de Asperger. Me refiero a la época en la que se transmitió La mujer perfecta, con el personaje de Micaela que interpretó Mónica Spear (N. de la R.: actriz venezolana que murió asesinada en una carretera, junto con su marido). Eso tal vez no tiene que ver con lo que otra persona considera importante”, asevera sobre la historia de amor transmitida en 2010 por el canal Venevisión.
Recuerda el testimonio de un padre que finalmente encontró gracias a la telenovela la manera para que tanto familiares y profesores entendieran lo que ocurría con su hija.
“Una vez yo estaba en una feria del libro en la plaza Altamira con Padrón. Se nos acercaron dos adolescentes con síndrome de Asperger. Le dieron las gracias. Hasta entonces, les hacían bullying. Pero cuando apareció en pantalla el personaje de Micaela, todo cambió. Esas son cosas para mí también son importantes”, remata.
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