A los 61 años, murió de un infarto el escritor Juan Forn

El también destacado editor, traductor y asesor literario se encontraba en Mar de las Pampas, en la costa bonaerense. En 2007 había ganado el Premio Konex de Platino en la disciplina Periodismo Literario

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Juan Forn (Martín Rosenzveig)
Juan Forn (Martín Rosenzveig)

Este domingo, a los 61 años, murió de un infarto el escritor Juan Forn en Mar de las Pampas, quien además se destacó como editor, traductor y en la actualidad dirigía la colección Rara Avis, de editorial Tusquets.

Forn pertenece a la camada de autores que irrumpió en la literatura argentina durante los ’90, aunque su primer libro, la novela Corazones cautivos más arriba, salió a fines de la década del ‘80, auqnue sería con su libro de cuentos Nadar de noche, con el que comenzaría a resonar en los círculos literarios y el público lector.

En un viaje por Europa, a donde fue como mochilero, descubrió su pasión por la literatura: “El primer viaje a Europa fue en un avión de carga. Y me acuerdo perfecto el día que estaba en Sitges en una comuna de exiliados que hacíamos casitas mediterráneas de cerámica y yo laburaba de lavaplatos en un restaurante a la noche y encontré un libro de Henry Miller, uno de los Trópicos, y me lo leí en 3 horas y después estaba Rayuela y me la leí en 6 horas y dije ‘esto es lo que yo quiero hacer’”.

Forn en Europa, cuando descubrió
Forn en Europa, cuando descubrió su vocación literaria

A su regreso, comenzó a trabajar como editor en 1980, primero en Emecé y después en Planeta, donde creó la colección Biblioteca del Sur. En 1994 fue invitado por el Woodrow Wilson International Center (Washington DC) para finalizar Frivolidad, novela publicada en 1995. Posteriormente publicó Puras mentiras; La tierra elegida, crónicas de El Malpensante; María Domeq y Ningún hombre es una isla.

“A comienzos de los 90 en la Argentina había una literatura joven aburrida y pretenciosa. Hasta que llegó Juan Forn con sus ficciones, pero sobre todo con su laburo (desmesurado, polémico) de editor de Biblioteca del Sur”, escribió el autor Jorge Olguín en Twitter. Y agregó: “A Juan, entre otros aciertos, le debemos los primeros libros de Rodrigo Fresán, de Marcelo Figueras, de Alberto Fuguet, de Belén Gache. Fue el editor del primer libro de Mariana Enríquez. Se peleó mal con Fogwill, pero quién no. Edito hermosos libros de Dal Masetto”. Además, en los últimos años fue el descubridor de Camila Sosa Villada, de quien editó Las Malas.

Cuatro títulos de Juan Forn
Cuatro títulos de Juan Forn

Nacido en la ciudad balnearia de Villa Gesell, Forn había decido regresar a la vivir en la ciudad para llevar una vida más tranquila, tras hacer sufrido pancreatitis. En una entrevista con Infobae Cultura, comentó: “Yo tuve una pancreatitis, un coma pancreático, no encontraban las causas, y la explicación que me dieron fue ‘usted tiene que aprender a parar antes de estar cansado porque su registro al cansancio está equivocado’. Y la verdad es que por mi manera de escribir toda la vida ha sido un esfuerzo por entrar a ese lugar en donde uno se pierde, pierde su identidad y es otra cosa. Y, la verdad, si tengo que estar todo el tiempo pendiente de cuándo salir para no cansarme es casi imposible adentrarme. De manera que decidimos con la madre de mi hija, en ese momento Matilda tenía 2 años, irnos. Ella quería pasto debajo de los pies, había tenido una infancia rural. Y decidimos que queríamos vivir cerca del campo y nos fuimos allá. Y yo estaba enojado con la ciudad, enojado con el mundo periodístico, con el mundo editorial, con todo. Estaba enojado con todo porque en realidad estaba enojado conmigo mismo. El problema era yo.”

Forn, además, como periodista fue fundador del Suplemento Radar y columnista de Página/12. En las redes, algunos de quienes trabajaron con él solo pueden expresar su tristeza, como Liniers, quien comentó “Que tristeza enterarme de la muerte de Juan Forn. Un escritor genial y mi primer editor en un diario (suplemento Radar) Un abrazo a sus amigos y familia. Gracias, Juan”.

Juan Forn
Juan Forn

Sus columnas en el medio periodístico se publicaron en forma de libros bajo los títulos El hombre que fue Viernes; en cuatro tomos llamados Los Viernes y en Cómo me hice viernes. El ciclo arrancó en 2008 y terminó en 2016, cuando el autor de esas entrañables historias de exiliados, artistas fuera de época, científicos chiflados y poetas incomprendidos del siglo XX decidió que ya ocho años de contarnos la vida de los otros semana a semana era suficiente y que era tiempo de iniciar una nueva etapa y dosificar la escritura.

“Agarré las contratapas, que era una zona que estaba bastante abandonada del diario, o que a nadie le parecía que tenía el brillo que supo tener en tiempos mejores, y la verdad es que me fui a esconder a la contratapa del diario. Miré la biblioteca de casa y como todo animal lector yo había acumulado libros a lo largo de los años con esa idea de ‘un día lo voy a leer, un día me voy a sentar a leer’, y finalmente el día llegó y lo que hice – a diferencia de lo que hacemos todos los escritores cuando nos ofrecen una columna semanal o periódica de alguna naturaleza que uno escribe rápido para ganarse sus pesitos y dedicarse a lo que le interesa, que generalmente es un libro de más largo aliento o un libro de ficción-, fue que puse toda, toda, la libido ahí”, comentó a Infobae Cultura.

La autora Claudia Piñeiro, por su parte, escribió: “Qué pena tan grande la muerte de Juan Forn. No se soporta tanta muerte. En este caso de alguien joven, talentoso, amable. Ya sé que queda lo valioso que escribió y que editó. Pero hoy no me alcanza de consuelo”. El novelista y guionista Marcelo Figueras sumó: “Tristeza enorme lo de Juan Forn. Un horror, una putada (más) de estos tiempos. Nos tenés hartos, muerte”, por su parte el historietista Horacio Altuna sostuvo: “Qué tristeza. Se nos fue Juan Forn. Nos deja páginas inolvidables y la pena enorme de su pérdida. Abrazo a todos sus seres queridos”. La escritora colombiana Carolina Sanín twitteó: Lector increíble, gran escritor, delicia de conversador, hombre generoso. Divino. No va quedando uno solo de los buenos. Qué tristeza”.

En 2007 obtuvo el Premio Konex de Platino en la disciplina Periodismo Literario, otorgado por la Fundación Konex, y en 2017 el Diploma al Mérito del mismo premio.

Sobre el primer relato que recordaba haber realizado, comentó: “Una vez me acuerdo que a los 11 años me invitaron a un campo de unos compañeros de colegio en diciembre y no sé por qué terminamos, creo que había víboras, una plaga de vinchucas o algo que no se podía salir al campo y el campo no tenía pileta, entonces nos la pasábamos en un galpón, en donde había un montón de cosas viejas y no sé por qué a mí se me ocurrió inventar una obra de teatro y escribirla. Y para mi estupor, los demás se fueron copando y yo me fui copando. Sí, esa debe haber sido la primera vez”.

Rodrigo Fresán, Juan Forn, Andrés
Rodrigo Fresán, Juan Forn, Andrés Calamaro y Enrique Pinti, en los '90

Sobre los autores de los ‘90, Forn dijo: “A nosotros como generación nos consideran blandos, ¿no? Los chicos del Proceso. La posmodernidad. Y por otro lado heredamos toda la mística de las legendarias peleas de los 60. Que los de los 60 las heredaron de los de los 20. Había que tener dos bandos enfrentados y había que detestarse y la verdad es que era tan falsa como pelea como fue la de los años 20, porque íbamos a los cumpleaños unos de otros. Nos podíamos chicanear en público pero no era para tanto. Yo nunca sentí que corriera sangre entre los bandos. Lo que sí me parecía era que había una mala fe mutua para discutir estética y…”.

Y agregó: “Con Luis Chittarroni y con Charlie Feiling fue con los que más empatía tuve, pero tuve más confianza y más trato a lo largo de los años con Caparrós o con Guebel o con Alan Pauls. Y la verdad que nos costaba, nos costó siempre mutuamente leernos con justicia, leíamos con un nivel de prejuicio… Yo te reconozco que hasta el día de hoy a Caparrós lo leo con un nivel de prejuicio, siempre. Y Alan me crispa y me malhumora. Con Dani Guebel con los años, la verdad que lo puedo leer, siento que lo leo más honestamente y mejor. Pero con algunos me dura todavía. Y es una cosa que te pasa, creo, con tu generación. Yo con los de más arriba y más abajo no tengo mucho prejuicio”.

Forn aseguraba que había dejado de escribir ficción “porque ya no le veía la gracia a inventar personajes, le veía la costura: ‘ah, estás inventando, vas a terminar siendo autobiográfico como siempre, sos un plomo’”. Sin embargo, aseguraba que en sus columnas descubrió que era “cada vez más autobiográfico” de una manera para él aceptable, “que es una manera enmascarada”. “De cualquier escritor o fulano que hablo en las contratapas estoy hablando de lo que me interesa a mí que hace ese tipo, que es lo que yo trato de hacer”, dijo.

El autor había comentado que se había retirado de las redes sociales, que no usaba Whatssapp y concluía: “Yo me fui siempre de todo. Dejé todo arriba: me fui de la fiesta cuando estaba arriba”. Sin dudas, Juan.

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