Cuando se anunció la subasta de 29 poemas manuscritos de Emily Brontë con anotaciones de su hermana Charlotte, se temió que los más de 500 originales y primeras ediciones de las hermanas, junto con cuadernos de Robert Burns y Walter Scott, volverían a desaparecer de la vista del público. Habían pasado casi un siglo en la Biblioteca Honresfield y se esperaba que distintos compradores, algunos privados, otros públicos, desmembraran la colección e hicieran difícil o imposible su consulta.
Entonces la Asociación de Amigos de las Bibliotecas Públicas del Reino Unido (FNL) pidieron a Sotheby’s que suspendiera la subasta a la espera de una oferta por todo el material: USD 21 millones para preservar la colección para el público británico. La empresa de remates de arte aceptó.
“Hace muchas décadas que no sale al mercado una biblioteca privada de literatura inglesa de tanta importancia, y no es probable que vuelva a suceder”, planteó la FNL en un comunicado. “Se necesita un gran esfuerzo coordinado para salvar esta colección asombrosamente significante”.
Arthur Bell Nicholls, viudo de Charlotte, armó la colección y vendió la mayoría de los manuscritos supervivientes de las Brontë en 1895 a Thomas James Wise, conocido tanto a la vez como bibliófilo y como falsificador. Los papeles pasaron luego a las manos de los hermanos Alfred y William Law, quienes crecieron cerca de la casa de Haworth donde la familia Brontë se instaló en 1820. Los Law le compraron a Wise los poemas de Emily, la copia de Una historia de las aves británicas (que se cita en Jane Eyre) con anotaciones de la familia en diferentes páginas y el resto de los materiales.
Tras la muerte de Alfred, último sobrino y heredero de los Law, en 1939, la biblioteca dejó de ser accesible. Apenas un puñado de académicos pudo ver fragmentos en más de ocho décadas. Para evitar que algo así volviera a suceder, la FNL dijo que espera comprar la colección entera y distribuirla en instituciones del Reino Unido “para el beneficio del público”.
Hasta el momento ocho instituciones se han sumado a la recolección de los fondos: la Biblioteca Británica, la Biblioteca Nacional de Escocia, la Biblioteca Brotherton de la Universidad de Leeds, las Bibliotecas Bodleian de Oxford y las casas-museos dedicadas a Jane Austen, Walter Scott, Robert Burns y las Brontë.
Este consorcio ha descripto el material como “un conjunto sorprendente de manuscritos” de las Brontë, en buena parte nunca visto y “nunca antes examinado como corresponde”. Además de los poemas de Emily con observaciones a lápiz de Charlotte hay siete miniaturas de libros y 25 cartas de Charlotte, una tarjeta de cumpleaños de Emily para Anne y un pequeño dibujo.
Otros objetos destacables, que hace poco se exhibieron en las salas de Sotheby’s en Nueva York, incluyen el borrador de Rob Roy, la novela de Scott de 1817 y el First Commonplace Book, un compendio de manuscritos de Burns de 1783 a 1785, con algunos de sus primeros textos literarios.
La FNL se fijó especialmente en “dos cartas de importancia enorme” de Jane Austen para su hermana Cassandra, entre ellas una en la víspera de un baile, en la cual le anticipó el final de un romance. La colección nacional británica sólo conserva tres cartas tempranas de Austen, mientras que la gran mayoría está en los Estados Unidos, en la Biblioteca Morgan de Nueva York.
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