El Museo Reina Sofía incorporará un significativo número de obras argentinas de artistas como Marta Minujín, Roberto Jacoby y Oscar Masotta a su colección permanente, que está siendo reordenada desde una mirada “decolonizada” y que presenta al arte de América Latina como “el más radical y de vanguardia del mundo occidental de los años 60”, dijo Rosario Periró, jefa de Colección del museo madrileño.
Los enemigos de la poesía. Resistencias en América Latina se titula el flamante núcleo de obras, desplegado en diez salas del primer piso de la institución -que tiene entre sus imperdibles al Guernica de Picasso- y que se incorpora como parte del nuevo recorrido del museo que plantea ahora un ambicioso plan de reordenamiento con la inclusión de este sector que recorre el arte de Latinoamérica entre 1964 y 1987.
“Es la primera vez que exponemos el fruto de casi diez años de trabajo y entre las últimas adquisiciones hay muchas de arte argentino, seguramente nunca antes hubo tantas, de artistas que realizaron una investigación a través del cuerpo, pero también de la poesía, la retícula, la fotografía, la gráfica, donde la idea del espacio es fundamental porque es el centro de experimentación: un lugar ocupado y pues como tal, un lugar político”, explicó Periró, jefa de Colección del museo madrileño.
Se trata, en su mayoría, de obras nunca antes expuestas, con nombres como Marta Minujín, Roberto Jacoby, Edgardo Vigo, Horacio Zabala, David Lamelas y Oscar Masotta, entre muchos otros, adquiridas en los últimos ocho años o donadas por los coleccionistas Jorge M. Pérez, Patricia Phelps de Cisneros, Silvia Gold y Hugo Sigman, entre otros.
“No llegamos a América latina como una región de excepción, o como un caso de estudio que no va más allá de su propia geografía. Al contrario, la incluimos como un debate más en la órbita del pensamiento del arte de fines de 60 en el mundo. Y la alternativa de lo que ofrecen algunos países latinoamericanos, como Argentina o Brasil, es la más radical y de vanguardia del mundo occidental”, añadió la responsable de Colección del Reina Sofía.
De forma cronológica, aunque con ciertas sincronías puntuales, el recorrido aborda la realidad de América Latina como un concepto complejo, amplio, plural y diverso, que abarca una gran cantidad de países, cada uno con sus particularidades, con sus rasgos autóctonos y en el que la idea de lugar está por encima de la de mapa.
“Una de las cosas más destacadas de ese momento es que los artistas trabajan en conjunto, en diálogo, asociados, y eso ha sido difícil de repetir, esa manera de trabajar que tiene que ver con la investigación en grupos, con lo colectivo, con el aprendizaje mutuo. Una época que no destaca artistas específicos sino trabajos conjuntos, experimentaciones conjuntas de los artistas”, explicó Periró.
Se pueden ver distribuidas en diez salas más de 100 obras, en formatos tradicionales como pintura, escultura o fotografía, pero también la experimentación de nuevos lenguajes como la apropiación de los nuevos medios y de las tecnologías de comunicación de masas; la utilización del cuerpo como herramienta de expresión y crítica social; la intervención en la esfera pública, el cuestionamiento del sistema del arte y de las instituciones, y la redefinición del papel del espectador.
Tal como destaca el director del museo, el español Manuel Borja-Villel, en este nuevo recorrido se ve “la importancia de entender que incluso el propio término Latinoamérica es un término europeo. Y de ahí la necesidad de descolonizar, de cambiar nuestra mirada, de replantear el territorio, redefinir en qué consiste Latinoamérica. No hay una sino muchas Latinoaméricas y ese es un concepto eurocéntrico que hay que decolonizar”.
En referencia a esta idea, agregó Periró: “Actualmente, el pensamiento decolonial está caracterizando no solo al arte sino al pensamiento social, político y transformador del momento en el que vivimos. Ha hecho pensar muchas cosas respecto al colonialismo y sus violencias, Un pensamiento crítico en el que nos estamos moviendo aunque viene de antes de la pandemia”.
La idea central de la muestra apunta a que las transformaciones políticas de la época y la aparición de nuevas prácticas artísticas, como el arte correo, favorecieron una serie de intercambios transcendentales para el devenir del arte contemporáneo.
Además de instalaciones, obras efímeras, de arte postal, vídeos, registros de performance y acciones, las salas reúnen una amplia muestra de escritos, revistas, periódicos, cuadernos y todo tipo de documentos procedentes del fondo de la Biblioteca y Centro de Documentación del Museo, que dan soporte al discurso expositivo.
Una de las salas ha sido bautizada Argentina y Mayo del 68, dedicada al contexto argentino, pero muy relacionado también con sus países vecinos y con España, que presenta a artistas imbuidos por el espíritu de mayo del 68.
Esa época coincide con el régimen del militar Juan Carlos Onganía, una “dictablanda” -señalan desde el museo en el comunicado- que permitía a los creadores trabajar, pero cuya práctica empezó, poco a poco, a chocar con la oficialidad.
Se trata de artistas vinculados principalmente con dos instituciones: el Instituto Di Tella y el Centro de Arte y Comunicación en Argentina (CAyC) de Buenos Aires, cuyo promotor fue Jorge Glusberg (Argentina, 1932 - 2012), centros neurálgicos muy semejantes por su actividad a la citada Universidad de Mayagüez en Puerto Rico, comparan.
Ambas instituciones no oficiales fueron lugares de experimentación fundamentales para avanzar en prácticas basadas en lo procesual, la experimentación y el uso de la fotografía también como medio de registro de acciones y performances.
Los trabajos de estos artistas son obras que sin renunciar a esa carga de experimentación artística caminan también hacia un mayor compromiso social, que va creciendo a lo largo de la década, como puede observarse en “Contempla y vota”, de Edgardo Vigo (Argentina, 1928-1997) o en Mensaje en el Di Tella de Roberto Jacoby (1944) una obra presentada en el Instituto Di Tella y formada por un cartel-manifiesto y un teletipo que, conectado con la agencia France-Presse, recibía en tiempo real noticias acerca de los acontecimientos de Mayo del 68.
Otra de las piezas que el público podrá ver en esta zona es el colchón Amor a primera vista, de Marta Minujín (1943), una donación realizada por Jorge Pérez en 2020 a la Fundación del Museo que refuerza la presencia de esta artista en la Colección.
Otra sala, dedicada al Arte postal y multimedia aborda otra institución relevante por su papel dinamizador en América Latina: el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de São Paulo (MAC-USP), cuyo primer director, desde 1963 a 1978, Walter Zanini, promovió el intercambio, entre otras instituciones, con el CAyC argentino.
En esta zona se muestra también el trabajo de artistas como el argentino Horacio Zabala, que con su Anteproyecto de cárceles reflexiona sobre la idea del aislamiento del artista en la sociedad, así como sobre los mecanismos de disciplina y control establecidos por los estados.
Las prácticas artísticas desarrolladas en Latinoamérica entre las décadas de los 60 y los 80, como eje del nuevo reordenamiento de la colección, incluye también la psicodelia de la Tropicália brasileña, tomando como referencia la obra Tropicalia de Hélio Oiticica (1937-1980).
Además, se muestran obras de los venezolanos Jesús Soto (1923-2005) y Gego (1912-1994), que trabajan con arte cinético, de los chileno Juan Downey (1940-1993) y Roberto Matta (1911-2002), de la brasileña Anna Bella Geiger (1933) y del uruguayo Luis Camnitzer (1937).
Fuente: Télam
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