Leopoldo Lugones, considerado durante mucho tiempo el gran poeta nacional, nació un día como hoy, 13 de junio de 1874. En 1928 creó la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) y fue esta institución la que dictaminó que el Día del Escritor. Por eso, hoy, como todos los 13 de junio, Argentina piensa en los escritores, en su oficio, en sus imaginerías, pero también en uno en particular.
Publicó a lo largo de su vida 35 libros. Por mencionar algunos, se pueden destacar Los crepúsculos del jardín, Lunario sentimental, El libro fiel, El libro de los paisajes, Las fuerzas extrañas, La guerra gaucha y Las horas doradas. En ese sentido, fue un narrador que navegó por todos los géneros: poesía, cuento, novela, ensayo, artículo periodístico. Además, desde el lenguaje, abordó diversas profesiones: historiador, docente, traductor, biógrafo, filólogo y periodista. También, y este no es un detalle menor, fue dirigente político.
Jorge Luis Borges decía de Lugones que fue mucho más que un gran autor. “Decir que ha muerto el primer escritor de nuestra República, decir que ha muerto el escritor de nuestro idioma, es decir la estricta verdad y es decir muy poco”, se lee en Leopoldo Lugones, biografía escrita por Betina Edelberg.
Lugones empezó como periodista en El Pensamiento Libre, una publicación atea y anarquista, y fue uno de los fundadores del primer centro socialista de Córdoba. Por entonces, a sus poemas los publicaba con el seudónimo de Gil Paz. A los 22 años se casó con Juana Agudelo, por civil, como buen ateo reconvertido.
Ya en Buenos Aires, Rubén Darío lo escucha en el Ateneo recitar su poesía y escribe en El Tiempo el artículo titulado “Un poeta socialista”: “Es un fanático, es decir, un convencido inconquistable, al menos por ahora, que está en su sangre ardiente en su estación de entusiasmo y de sueños”.
Es un ferviente militante para encumbrar al Martín Fierro como poema nacional, y definía al gaucho como el sujeto social de la patria y la conducta adecuada que se esperaba de los inmigrantes europeos, que llegaban con ideas temerarias como el anarquismo y el socialismo
Se aleja de los dirigentes socialistas y empieza a trabajar como periodista profesional en La Tribuna. Con el segundo gobierno de Julio Argentino Roca, adquiere un puesto en el Ministerio de Educación y se consolida como figura clave para el trabajo de campo: viaja por el país, pero también va a Francia y a Suecia para analizar el estado de la educación.
Pero su vida, como su final, no estuvo exenta de polémicas. En lo político por su viraje del socialismo hacia un nacionalismo, a partir del cual apoyó el primer golpe de Estado del siglo XX, el que derrocó en 1930 a Hipólito Yrigoyen, primer presidente elegido democráticamente, por un grupo de militares encabezado por el teniente general José Félix Uriburu. Con su llamado a “La hora de la espada” de 1924, convalidó al ejército como “la última aristocracia, vale decir la última posibilidad de organización jerárquica”.
Murió de forma trágica. No fue “de viejo” en la tranquilidad de su hogar. En una pensión del recreo del Delta de Tigre, en la confluencia entre el Paraná de las Palmas y el Canal de la Serna —corría febrero de 1938—, Lugones pidió una habitación y se encerró. Escribió una carta de despedida y la dejó sobre la mesa. Lo encontraron en la cama, retorcido, el rostro violeta. Mezcló whisky y cianuro.
"Que me sepulten en la tierra sin cajón y sin ningún signo ni nombre que me recuerde. Prohíbo que se dé mi nombre a ningún sitio público. Nada reprocho a nadie. El único responsable soy yo de todos mis actos", decía la carta. El último acto, antes de morir: escribir.
La tragedia de Lugones acompañó a varias generaciones más. Su único hijo, Polo, -pederasta y luego torturador- se quitó la vida a fines de 1971. Alejandro, nieto de Polo, hijo de Pirí Lugones, hermano de Tabita Peralta Lugones, se suicidó, también en el Tigre, a fines de 1971. Pirí, hija de Polo, fue abusada por el segundo marido de su madre. Ella fue una referente de la cultura de los sesenta y un cuadro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que fue detenida por un grupo de tareas de la Armada a fines de 1977. Sus captores, quizá por ignorancia o por perversión, la asesinaron cuatro décadas después del suicidio de su abuelo, el 17 o 18 de febrero de 1978.
“Leopoldo se suicida en 1938, por una frustración amorosa más que por otros motivos, aparentemente. Se suicida Polo, de una manera siniestra, cuando su mujer se muere de un cáncer (ella no quería que la hospitalizaran). Fue en octubre de 1971. Un mes después es mi hermano Alejandro quien se quita la vida. Alejandro había nacido con una mano menos porque mamá tuvo una rubeola durante el embarazo. Lo que pasa es que mamá no tuvo síntomas de la rubeola y esa enfermedad fue la causa de la malformación de mi hermano… La muerte de Alejandro sucede cuando yo estoy ya en París, embarazada. Alejandro venía de una historia dura de consumos en Perú y tenía que curarse. Mi padre y mi madre le alquilan una casa en una isla del Tigre, él pone un criadero de pollitos y empieza a escribir un diario íntimo, que comienza con que se iba a matar…. En 1977 secuestran a Pirí, mi madre, y la matan meses después. Todas estas historias yo las dejé de lado para construir una familia y vivir”, relató a Infobae Tabita Peralta Lugones, bisnieta del autor, quien escribió la historia en Retrato de familia.
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