Una hora y media de conversación con una estrella de la música popular global es un privilegio. Más bien es una rareza hoy en día, cuando (casi) todas esas estrellas -incluso algunos estrellados- cuentan con un ejército de asesores de comunicación y asistentes que -en promedio- pasados los 10, 15 minutos de entrevista, comienzan a hacer la seña universal del “redondeo” para concluir. No es el caso de Rubén Blades. “El desconocido más famoso que conozco” según Gabriel García Márquez. El autor de Pedro Navaja (“la única canción de salsa donde la mujer se cobra el daño que le han hecho”, dice), El cantante, Tiburón, Plástico y otras tantas fenomenales canciones. El actor que integró los elencos de películas como Barrio Chino, Enemigo íntimo, El secreto del milagro, Manos de piedra y, más acá en el tiempo, de la popular serie Fear ot the Walking Dead. El doctor en leyes graduado en Harvard, ex candidato presidencial y ex ministro de Turismo de su país Panamá. El autor de una frase inolvidable para la música popular de nuestro continente, “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”.
El convenio formal de la entrevista es hablar de su nuevo disco, Salswing!, compartido con la orquesta que dirige su compatriota Roberto Delgado para resaltar el vínculo inocultable -a decir del protagonista- entre el jazz y la música latina. Con una big band como inmejorable apoyatura, Blades reinterpreta algunos de sus clásicos, incursiona en varios standards y hasta juega el crooner latino. “La unión entre los dos géneros es muy común aquí en Nueva York. Los lunes teníamos en el Village Gate un show que se titulaba Salsa Meets Jazz. Una banda de salsa tocaba con un músico de jazz, y se aparecían Dizzie Gillespie o Sonny Rollins, Oscar Peterson… Charlie Parker grabó con la banda de Machito, Mario Bauzá fue director musical de Chick Webb y le presentó a Ella Fitzgerald cuando le pidió que le recomiende una cantante. Imaginate si no estamos unidos”.
Conectado por videollamada con Infobae Cultura desde su casa en Manhattan, el hombre que elevó la música urbana caribeña (popularmente conocida como “salsa”) a un nivel superior de interpretación y comunicación, dedicó a este diálogo todo el tiempo que fue necesario. Habló de su nuevo disco, respondió preguntas sobre las vacunas y el coronavirus, el Papa Francisco, la forma en que escribió sus más famosas canciones; contó historias de Bob Dylan y John Lennon, habló de Miguel Abuelo, Fito Páez y Jaime Roos, relató cómo compartió una edición del Festival de Montreaux con Astor Piazzolla y cuando León Gieco le presentó a Estela Carlotto. Es una fuente inagotable de historias y las relata con la misma precisión con las que escribe sus canciones-aguafuertes. De la nada, surge algo: como esa vez que Miles Davis lo invitó a su finca para mostrarle los caballos que había comprado (“en un papel me escribió su número de teléfono y al lado hizo un dibujo, lo debo tener por aquí”, comenta).
Hombre político, dedicó un largo párrafo de la entrevista a la figura del particular presidente salvadoreño Nayib Bukele. “¿Qué carajo hace Bukele? Qué carajo hace un tipo que se pone la gorra al revés cuando habla? Parece un rapero ¿ok? Y eso le molesta a alguien. A mí me decían ‘no se sabe ni poner la gorra’. Digo ‘se la pone así porque le da la cara’. ¿Qué hace ese tipo ahí? Bueno, el tipo anteriormente fue miembro del Farabundo Martí. Fue alcalde de la ciudad de San Salvador. Rompió palitos con el partido, por el motivo que fuese. Y termina siendo presidente con un 51 por ciento de la población votando, porque la gente estaba cabreada del Farabundo Martí, que es la izquierda, que falló. Y con la derecha, que también falló. Por eso ese señor está ahí, por el fracaso de la partidocracia”, afirma.
Y sigue. “Número 2: la gente votó por ese señor y votaron también por una nueva asamblea, un nuevo poder legislativo. El Poder Legislativo decidió, por recomendación del Ejecutivo, despedir a los magistrados y al fiscal general del país por corruptos. Yo no sé porque no tengo información ni de Bukele, de qué piensa porque no lo conozco y tampoco tengo información sobre la corrupción alegada. Pero mi experiencia en Panamá es que tanto el Legislativo como el Judicial están corruptos hasta la médula. Si yo soy ejecutivo, yo no puedo hacer nada porque la institucionalidad de la corrupción coopta la posibilidad que originalmente existe de utilizar un mecanismo legal para poder sacar a estos hijos de puta. Si yo no puedo, si el que hace la ley está corrupto y el que las aplica también. ¿Cómo lo saco? ¿Qué hizo Bukele? Tuvo la suerte de que ganó el Legislativo. Si no, ahora mismo tuviera preso. ¿Y qué hacen? Señalar a este tipo como un dictador. Y ahí yo llamo la atención: “perdón, el tipo ganó una elección nacional” ¿A ti no te gusta? Entiendo que no te guste, pero las elecciones las ganó. Como aquí ganó el imbécil de Trump. Entonces lo que yo estoy defendiendo primero es la institucionalidad. Y segundo, vamos a ver qué hace este tipo... Ojalá no se convierta en un Maduro o en un Ortega. Ojalá”.
Acto seguido, se habla de los 80 recién cumplidos de Bob Dylan. “Esperate un momentito”, dice. La cámara muestra que se levanta, busca en un estante y vuelve con un papel: es una copia de un fax enviado por él a “dear Bob” el 4 de agosto de 1987. Cuenta la historia: “le pedí una reunión con él a la compañía de discos, ellos creían que iba a decir que no… Les pasé mi número de teléfono y él me llamó. Vino a mi casa en Los Ángeles, se murió de risa cuando le dije que no sabía manejar… ‘¿Cómo vives en California y no sabes manejar?’ me dijo. La cuestión es que nunca terminamos la canción. Y en este fax yo le cuento que la grabación que hice de nuestro esbozo de canción no se escucha bien por el ruido del tráfico que entraba por la ventana…Espero encontrarlo, yo creo que va a suceder: tú sabes, mi esposa trabaja en un musical que se llama The Girl from North Country, basado en canciones suyas, que se va a reestrenar en octubre. Espero verlo ahí, y bueno… Vaya a saber qué pasa por su cabeza ahora, pero le voy a recordar que nunca terminamos la canción que habíamos empezado. Lo que pasó fue que nos pusimos a hablar de todo antes de ponernos a sacar la canción que queríamos escribir: hablamos mucho de política, de poesía, de cine, de literatura… Pasamos mucho tiempo buscando acordes y cómo era el proceso de escribir para mí, y para él”.
A propósito de este tiempo particular, primero la salud. Cuenta que ya se vacunó: “Me puse la Johnson and Johnson”, detalla. “Aquí tú no tienes que ir a un hospital para vacunarte, sino en las farmacias, en la farmacia del barrio, tienen vacunas. Hay una en la esquina que está vacunando con la Moderna y aquí en la otra esquina está con Johnson and Johnson. Y yo fui ahí, es una sola vacuna. Mi esposa fue al centro de convención Javits, que queda como a diez cuadras de aquí, para la Pfizer”. El nombre de la empresa farmacéutica germano-estadounidense dispara un breve intercambio sobre la reciente polémica desatada en Argentina. Ruben pregunta por qué, se le informa. “Son cosas que pueden comprobarse fácilmente. O sea, le sugiero a la gente de la oposición o personas que sean observadores objetivos que vayan directamente a la Pfizer y pregunten si eso ocurrió o no…”, razona. Se le responde lo que pasó. Entonces, el músico que también es dirigente político con opinión propia concluye: “Entonces lo que están buscando es que la gente no se vacune”.
“Lo más importante es la vacunación, porque el problema mayor ahora mismo -yo creo que hay gente que esto no lo comprende así cómo no comprende cosas básicas- es que mientras mientras el virus continúe mutando, las condiciones pueden empeorar. Nosotros hasta ahora no hemos tenido la mala leche de que esta vaina, este virus se haya encontrado con un ébola y entre los dos hayan tenido un coviobola… y nos lleva a la puta. Entonces sí nos morimos todos”, afirma. “Mientras el virus continúe vivo, o sea mientras el virus continúe teniendo un lugar donde ir a vivir... Porque el virus no quiere matar a nadie. Lo que quiere el virus es vivir dentro de alguien. Para mí el temor es ese, que mientras existan personas que por motivos políticos no se vacunen, como está ocurriendo aquí en Estados Unidos con un porcentaje que cree que Bill Gates puso un chip dentro de la vacuna para controlarle la mente. Hace 5 años atrás los hubieran llevado al manicomio. Ahora resulta que hay gente que cree que Tom Hanks se bebe la sangre de los niños, que él mata junto Hillary Clinton en una pizzería. Se ha perdido la noción: antes la verdad existía o el hecho existía por el apoyo y el reconocimiento de una masa de personas. Ahora hay hechos alternos, o sea, cada cual crea su verdad. Y si tú crees esto, entonces yo creo esto otro y hay un chorro de idiotas que creen eso y van en contra de la razón ¡Y lo que más preocupa de toda esta gente es que tú no sabes quiénes son! Puede ser el hijo de puta que maneja el avión en el que te montaste, que está cabreado con la vida. Como pasó con el avión de Malaysia Airlines y el tipo dijo ‘se van pa’la ficha todos los que viene conmigo hoy’ O sea, uno no sabe quiénes son ya… Ese es el peligro más grande que veo ahora mismo”.
- ¿Por qué crees que pasa todo esto?
- Hubo mucha confusión en la información, en muchos casos provocada por el propio Estado, en las contradicciones y en las explicaciones. Eso ha creado indecisión en las personas. El hecho de que las vacunas se han hecho tan rápido. Y el hecho de que en ciertos casos muy menores, como ocurre con Johnson and Johnson, por ejemplo, haya provocado coágulos de sangre en un número muy bajo de personas hace que de pronto la gente diga ´bueno… ¿y si me pasa a mí?´ Hay un temor allí. La confusión ha sido no explicar claramente o de una manera más efectiva, las consecuencias negativas que produce no vacunarse. Después está el otro bando de la no vacunación, que son los que siguen al estúpido de Trump y que todavía creen hay un chip en la vacuna, que los va a convertir en esclavo de Bill Gates. O que no creen en la vacuna en sí porque creen que Dios los va a proteger, o porque tuvieron la enfermedad y ahora creen que ya no la necesitan. Con todo y todos ahora mismo hay un 60 por ciento de la población que ya está vacunada. Así que yo creo que para julio, agosto mejor, en ciertos estados de los Estados Unidos, se llegará a la inmunidad de rebaño de la que hablan.
- Desde Sudamérica suena a lujo todo esto que me contas: aquí las vacunas faltan…
- El otro problema es nuestra propia deficiencia. Tú sabes porque… No solamente hace falta la vacuna, también necesitas tener un equipo que sepa cómo mantenerla para que no se dañe, refrigeración, un equipo listo para recogerla y aplicarla. O sea, tienes que tener también desarrollado un sistema que permita el acceso a la vacuna de una manera rápida y eficiente. Y el problema que tenemos nosotros, por ejemplo... En Panamá los servicios médicos han trabajado de una manera extraordinaria. Pero ¿qué pasa? En Panamá somos menos ¿Cuántos millones tienen en Argentina? Bueno, en Panamá somos cuatro. Es más fácil de un país de cuatro millones, aún con todas las cagadas que hagamos siempre va a haber un espacio, ¿no? Claro, un país de 45 millones, un país tan grande en términos territoriales... A ver si la gente que está más lejos, le llega también. Ese es un problema.
- Leí en tu blog online que contrajiste el virus, incluso antes que se supiera muy bien de qué se trataba...
- Ha sido una cosa muy difícil también, porque la misma ciencia no está muy clara sobre a quién le afecta más o menos y tampoco está muy clara la cuestión de las edades, ni tampoco si la gente que la adquiere ya está inmunizada. Como a mí me pasa: a mi me dio Covid en marzo del año pasado, pero ni cuenta me di. Se me fue el gusto y se me fue el olfato. Pero en ese momento eso no era considerado como síntoma de Covid… Después me enteré. Pero yo actué como si estuviera enfermo de todas maneras: me mantuve en cuarentena, me ponía mi máscara... A mi esposa le dio también, a ella le dio un poquito más fuerte a mí. Pero yo no sé si mientras te da Covid, cuánto tiempo tienes tú para transmitir eso a otra persona… Y si después de la vacuna aún puede infectarse y transmitir, aunque no te dé los mismos síntomas. No sabemos. Entonces la gente se agarra de cualquier vaina. Y también se cabreó. Pasó un año y medio en una casa con gente metida ahí, si no tienes un jardincito o algo donde pueda salir un momento, un balcón, es un problema... Yo le digo a todo el mundo: sin un balcón, la vida es muy distinta.
- Hablás desde Nueva York, siempre viviste ahí desde que llegaste de Panamá en los 70. ¿Cómo era la ciudad en esa época, era tal como se ve en “Taxi Driver” por ejemplo?
- Era así, o sea, la década del 70 en Nueva York fue una década muy mala en términos económicos, en términos de seguridad urbana. No solamente tenías el problema de la droga y de los robos, sino que también tenías al Hijo de Sam… La basura en la calle era una vaina horrorosa. Pero por otro lado, fue el momento de mejor música aquí.
- Pasaban muchas cosas a la vez.
- El jazz estaba localizado en el Midtown, en el área de la 52, había una serie de sitios de música y también tenías la salsa, había más de 25 clubes de salsa en toda la ciudad. Y en el Downtown, en el área del Bowery y del Greenwich Village, estaba lo del folk music y estaba empezando a nacer el punk en el CBGB. Estaban pasando todas esas cosas. Había un movimiento tremendo de música. A John Lennon lo vi una vez, comprando… Mi novia Paula C trabajaba en una tienda que se llamaba Liberty House, que quedaba en la 77 y Columbus. Y yo voy a preguntarle qué vamos a comer... Y estaba Lennon ahí, al lado mio. Yo no me di cuenta, y ella me hacía señas con los ojos (risas) Estaba allí con Yoko Ono, Sean acababa de nacer. John Lennon vivía a nueve cuadras de donde vivíamos nosotros. Así que esa era la cuestión en Nueva York. Tú caminabas por la calle y te cruzabas con Miles Davis, te tropezabas con Tito Puente, ¡con todo el mundo!
- ¿Y cómo fue que viviendo en Nueva York, con tanto crisol de razas y lenguas, pudiste escribir un tipo de material tan local, tan auténtico, tan latino?
- Yo creo que lo primero es la memoria. Hay una gran diferencia entre ser latinoamericano y descendientes de latino en los Estados Unidos. Es un oxímoron hablar de americanos latinos. Todos somos americanos: nacemos en el continente, pero a los efectos de la discusión, para ser latinoamericano primero tienes que salir de tu país. Porque cuando estás en tu país, eres argentino o panameño. Pero cuando salimos, todos nos convertimos en latinoamericanos. Entonces empezamos a entender un poquito mejor eso de que a todos nos meten, igual que en Europa y en el resto del mundo, en el mismo bote. Los demás nos ven a todos iguales, ¿eh? Salí formado de Panamá, a los 24, 25 años. Tenía todo mi cúmulo de experiencias urbanas y sociales, las tenía claritas. Eso por un lado. Por el otro lado, la realidad urbana es la misma en el barrio, hables español o inglés o estés en Panamá. Los problemas son los mismos. Igual, algo me llamó la atención apenas llegué… La primera canción que se escribió sobre el subway aquí en Nueva York la escribió Duke Ellington, Take the A Train. Y la única canción en español que se escribió sobre el subway en ese momento, la hice yo, que fue El número 6 ¿Por qué? Porque yo me tenía que tomar la línea número 6 para poder irme al Bronx a tocar allá, en esos sitios donde tocábamos, en Burnside Avenue, El Hipocampo, esos sitios por allá, perdidos, llenos de problemas.... Entonces digo yo: escribo la canción sobre el número 6 ¿Por qué no la escribió otro, en Nueva York? Porque la idea de escribir sobre lo que nos rodeaba, sobre la realidad, no solamente resultaba una especie de repetición: la gente quería escapar, no quería escribir sobre cosas que estaban viviendo de una manera u otra. Querían escaparse y el escape lo estaba proporcionando el modelo cubano. Así que todo era copiar la cosa de lo cubano y quedarse hablando de la misma experiencia del barrio, de la mujer que te dejó, la tipa que te traicionó, el amigo que te engañó, la mala suerte. Yo siempre pensé que la música puede servir también para documentar cosas. El que mejor me definió a mí fue Gabo. Él me dijo: “tú eres un cronista que canta”. En 1980 Gabo me mandó un libro que recibí 30 años más tarde, ni te voy a contar por qué. El cuento es que él me mandó El Coronel no tiene quien le escriba. La dedicatoria que me puso fue “para Rubén, el cantador de historias”. Gabo siempre me decía “tú eres un cronista, tú eres un cronista que canta”. Y yo le decía “tú eres un músico frustrado que escribe porque le gusta la música”. Porque Gabo era una autoridad en cuanto a composición de vallenato y tal y cual. Siempre tuve eso de que lo mío era la crónica. Escribí sobre la ciudad y lo que ocurre en la ciudad, así que estando acá en Nueva York eso no afectaba mi memoria ni tampoco comprometía mi existencia. No comprometió mi hispanidad en absoluto.
- Hace poco tiempo Willy Colón tuvo un grave accidente automovilístico. Escribiste al respecto y eso despertó una fantasía siempre latente: ¿volverán a juntarse?
- Es como la fantasía de Los Beatles. Ahora ya no se puede porque se han muerto dos.... Para mí es tratar de repetir algo que solamente se produjo bajo algunas condiciones muy especiales, sociológicas y también políticas. Y que ahora adquieren una dimensión más bien de nostalgia, que me parece también un poquito peligrosa. Yo creo que el pasado es bueno si reconoces lo bueno y corriges lo malo. Aprendes y te mueves. No es regresar. Sí creo que hubiera sido interesante para enseñarle a la nueva generación que la calidad no tiene fecha de expiración. ¿Me explico? Lo mejor sería que como en la leche, en los discos figure una fecha de expiración, de vencimiento. “No lo escuche más después de mayo de 1975 porque le puede hacer daño” (risas).
- En tu disco en inglés de 1988, “Nothing but the truth” grabaste con Lou Reed una canción titulada ‘Letters to the Vatican’ (Cartas al Vaticano) que ahora suena premonitoria, porque tenemos un Papa latino, el primero de la historia ¿qué te parece el Papa Francisco?
- Entendí por ejemplo el asunto de la situación con los militares, la discusión que hubo sobre si hizo lo suficiente o no durante la dictadura en Argentina... A mí me parece que estas cosas hay que juzgarlas si tienes más información. Porque por ejemplo mira lo que le pasó a Romero, que en paz descanse (N. de la R: se refiere al sacerdote salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, asesinado en marzo de 1980). Romero incluso fue al Vaticano y habló con el Papa. Y el Papa le dijo “eh, pórtese bien y deje molestar”. Lo regañó porque era considerado un tipo muy a la izquierda. Al propio Papa Juan XXIII se lo consideraba como un tipo extremista en su preocupación por los pobres. Así que digo: yo creo que Francisco hizo lo que pudo y ahora está haciendo lo que puede. Ha hecho comentarios que acá en Estados Unidos, no sé en Latinoamérica, han sido un escándalo… Cuando sugirió que los gays también eran personas que debieran estar admitidos en la Iglesia por ejemplo. Me imagino lo conservador que debe ser el Vaticano y el clero en general ¿no? Así que a mí me cae bien. Aparte al tipo le gusta San Lorenzo ¿no? (bromea con su manager, argentino e hincha de San Lorenzo). Me gustaría juntarme a tomar una cerveza con el tipo.
Acto seguido, toma su teléfono y muestra una foto. Dice: “mira, esto es lo más cerca que estuve del Papa Francisco”. Es una foto tomada en el Museo de Cera de Nueva York: Blades sonríe mostrando su nuevo disco (Salswing!) al lado de la figura que representa a Jorge Bergoglio. “Hay gente que se lo cree y me pregunta ¿pero cómo lograste estar tan cerca del Papa?”, cuenta con una sonrisa. Sigue mirando fotos de su teléfono, encuentra otra y pregunta “¿conoces a éste con quien estoy?”. Es Bad Bunny, el rapero puertorriqueño, tal vez la mayor estrella latina del mundo aquí y ahora. Motivo de la siguiente pregunta y disparador para la reflexión que cierra esta nota.
-Leí que conociste a Bad Bunny en particulares circunstancias: él vino con sus padres a ver un show tuyo...
- Tocamos en el Coliseo de San Juan de Puerto Rico. Al final del concierto vino gente a saludar y por lo general me voy si tengo trabajo al día siguiente, pero como no teníamos trabajo, me quedé. Y entre la gente que vino estaba él, su mamá y su papá. La gente cuando oye de Bad Bunny y todos estos tipos se imaginan otra cosa… Pero él estaba ahí, con su mamá y su papá como tú y yo estamos con mamá y papá. Era el cumpleaños del papá y él lo llevó a ver el show que le pidió el papá. Se quedó las tres fucking horas y media. Así que le digo “oye, yo tengo una hipoteca y la quiero pagar... ¡Así que vamos a hacer algo!” Entonces todo el mundo se echó a reír. Yo le digo “¡No, yo estoy hablando en serio!” Ese tipo saca una vaina y la oyen ocho billones de personas, increíble…
- A propósito de Bad Bunny ¿Qué opinás de toda esta nueva música urbana?
- Me parece que cada generación se ve expresada en sus términos. Yo veo que esta generación de raperos son muy respetuosos de la de los músicos de salsa. Y te digo una cosa, yo le pregunté a René. Yo le pregunté a René hace tiempo, por qué él había escogido el reggaeton y el rap en vez de salsa. Y René me dijo: “yo no sé cantar”. Con la honestidad de siempre. Creo que muchos de ellos se fueron por ahí. Pero yo lo que veo es que: para los gustos, los colores. Y si no lo quieres oír, no lo escuches.
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