Aunque la Iglesia de La Piedad es hoy un templo muy céntrico -Bartolomé Mitre esquina Paraná, cerca del Congreso Nacional-, la parroquia surgió, a mediados del siglo XVIII, en el marco de “un primer movimiento pastoral del centro hacia los barrios”. Así lo explica el cardenal Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires, en el prólogo al libro La Iglesia de Nuestra Señora de la Piedad del Monte Calvario. Apuntes históricos y artísticos e interpretación patrimonial, de Oscar Andrés de Masi (Ágape Libros, 2020).
“Un patrimonio argentino casi escondido, en el trajín cotidiano de un barrio tan céntrico de la Capital, y tan marcado por la presencia identitaria de este templo”, dice el propio autor.
“Esta obra viene a cubrir un vacío historiográfico”, escribe Poli, destacando la “descripción minuciosa del valioso patrimonio devocional e iconográfico, el litúrgico y sacramental, además del arquitectónico y artístico” que contiene la “bella Basílica”.
El libro es también un homenaje a los actores de la historia de dos siglos y medio de este “templo porteño que -en palabras de De Masi- se yergue como signo de una Iglesia que peregrina a través de la historia argentina”: desde los sacerdotes que desde allí desarrollaron su misión hasta los artistas que la dotaron de su riqueza decorativa, escultórica y pictórica, pasando por los arquitectos que construyeron el imponente edificio y hasta los feligreses de los primeros bautismos, matrimonios y sepelios en el lugar.
El libro contiene una reseña de la vida y obra de cada uno de los párrocos que pasó por La Piedad y una cronología de acontecimientos significativos que conforma una biografía de la parroquia.
El templo fue elegido por su gran tamaño -la Catedral estaba obras- para realizar allí el gran funeral patrio por los protagonistas de la independencia’, el 23 de mayo de 1910, en el Primer Centenario. Para la ocasión, además de autoridades y personalidades, ocuparon asientos en el templo un centenar de descendientes de los guerreros de la Independencia.
“No era el primer funeral patriótico celebrado allí”, dice De Masi. En 1808, se recordó a los muertos en el combate de los Corrales de Miserere, ocurrido un año antes en las cercanías del templo en el marco de las segundas invasiones inglesas; también tuvo lugar allí la misa del réquiem de Manuel Dorrego, cuyo féretro fue traído a Buenos Aires luego de su fusilamiento, el 20 de diciembre de 1829; en 1834, el gobernador Juan Manuel de Rosas hizo celebrar en La Piedad exequias por los caídos en la lucha contra los indios, durante su Campaña del Desierto.
La Iglesia de la Piedad le dio su primer obispo criollo a la Ciudad: Mariano Medrano -cuya sepultura se encuentra en el templo-, hermano de Pedro Medrano, diputado al Congreso de Tucumán, recordado por una calle de Buenos Aires.
María Antonia de Paz y Figueroa, Mama Antula, fundadora de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales -la mayor reliquia colonial de Buenos Aires en la avenida Independencia-, y beatificada por el papa Francisco en agosto de 2016, frecuentaba el templo de La Piedad y fue sepultada en el camposanto de la parroquia el 8 de marzo de 1799, según consta en el Libro de los Difuntos. Los fieles iban a adorarla allí aunque se desconocía la ubicación exacta de su tumba que recién fue hallada en mayo de 1867, un año después de iniciada la obra del actual templo. Mama Antula tiene hoy su mausoleo en el interior del templo.
De la detallada cronología que cierra el libro puede saberse que el primer matrimonio fue celebrado allí el 15 de enero de 1770, entre Pedro González, natural de Paraguay, y María Mercedes Cardozo, porteña.
La primera niña aborigen sepultada en el camposanto parroquial el 17 de marzo de 1770 fue María Cipriana, hija de dos indios feligreses de la parroquia. “El primer feligrés negro que recibió sepultura en el camposanto parroquial, el 22 de marzo de 1770, fue un tal Hermenegildo ‘que tenía poco más o menos ocho o nueve años’, esclavo de Antonio Sosa y de Ana de Ávila”, dice De Masi. El 19 de enero de 1770, José, hijo legítimo de Ventura Chavarría y de la esclava María Antonia, fue la primera persona de raza negra bautizada en La Piedad.
Como se ve, el archivo parroquial es una fuente de primera mano de la vida social de la época. Indios españoles y mestizos, con domicilio en las cercanías formaban la feligresía de La Piedad, así como también “los esclavos y otros sirvientes afectados a las estancias, chacras o quintas de la misma jurisdicción”.
El templo actual fue construido en la etapa de renovación de la arquitectura que vivió la Ciudad en la segunda mitad del siglo XIX (1850-1900); la piedra fundamental se colocó en mayo de 1866. La prensa de la época calificó la obra como “el templo más lujoso” de su tiempo. En paralelo, se abría, en la manzana de enfrente, el Pasaje La Piedad.
La capilla anterior, mucho más modesta, es de mediados de 1700, cuando el barrio todavía era una zona de chacras y zanjones, con una feligresía conformada por chacareros modestos, esclavos negros y trabajadores indios.
Hoy no sólo ha cambiado el entorno, también la feligresía. “Es un lugar de mucho tránsito”, frecuentado, además de los vecinos, por gente que pasa por el barrio, dice el actual párroco, Raúl Laurencena. “Hay misas multitudinarias como las del Padre Pío, los 23 de cada mes; también vienen los integrantes de la Hermandad del Señor de los Milagros: son peruanos que el domingo más cercano al 28 de octubre peregrinan por la Ciudad y luego celebran aquí una misa; y finalmente están los del Camino Neocatecumenal, el movimiento fundado por el artista español Kiko Argüello; evangelizan casa por casa y han logrado convertir a mucha gente a una vida cristiana, de oración, de compartir, de dar”.
Todas estas actividades, así como las misas y la catequesis de niños, están ahora suspendidas, por la pandemia, lamenta Laurencena. Sólo mantiene abiertas las puertas para la oración individual. Pero han debido cancelar las “noches de caridad” de los viernes, cenas solidarias para personas sin hogar o de pocos recursos.
Un servicio de gran importancia en estos tiempos ha sido el cinerario, donde los deudos pueden depositar las cenizas de sus familiares. Muchos no han podido despedirse propiamente y tienen en La Piedad un lugar para recordarlos, más a mano y más acogedor que La Chacarita.
Otra iniciativa que Laurencena debió cancelar son las visitas guiadas al templo, puestas en marcha en 2019, y que tenían lugar los 3 de cada mes. “Siguen viniendo turistas que hacen su recorrida solos, yo los asesoro un poco y además hice un librito para rezar en los lugares más significativos del templo”, explica. El propio libro de De Masi constituye una guía completa para el visitante, con la ubicación y descripción de todos los elementos de interés.
“Es llamativo que una iglesia porteña tan rica en historia, en arte y en devociones, no haya dado motivo a una bibliografía más profusa”, dice el arquitecto Julio Cacciatore, en un comentario introductorio. De Masi destaca por su parte el esfuerzo del padre Raúl Laurencena en promover “un despertar de la memoria de la Iglesia de La Piedad, que ha tenido cálida recepción en la propia comunidad, y que se ha plasmado del modo más movilizador en el Año Jubilar (2019) celebratorio de los 250 años de vida parroquial”.
“El autor ha reparado en los pequeños y grandes acontecimientos históricos que tuvieron a la Piedad como obligado punto de referencia”, dice el cardenal Mario Poli. “Lo hace con el corazón de un creyente y fiel de la Iglesia y con la sabiduría de un especialista”, completa Laurencena.
Oscar De Masi es un especialista en patrimonio argentino que integró la Comisión Nacional de Monumentos y fue regente de la Escuela Nacional de Museología. Ha participado como asesor de muchos proyectos de restauración de monumentos y ha sido el impulsor de la declaración (7 de agosto de 2017) como monumento histórico del Templo de La Piedad y del pasaje del mismo nombre.
El libro de Oscar De Masi, de 240 páginas e ilustrado con fotografías -muchas inéditas-, grabados y planos, es el primero que enfoca de modo completo y multifacético la historia de la parroquia y del edificio. El nuevo templo fue construido por los arquitectos Nicolás y José Canale, padre e hijo, y completado, tras el fallecimiento de éstos, por Juan A Buschiazzo.
El detallado recorrido por el patrimonio artístico y litúrgico incluye por ejemplo, sobre el antiguo altar, de la única réplica en América de la escultura de Giovanni Dupré, el conjunto “La Piedad”, cuyo original se encuentra en el Cementerio de Siena, Italia.
De Masi rescata también un cuadro de Martín Boneo, “La misa de diez en la capilla de La Piedad”, que se encuentra en el Museo Histórico Nacional, como único testimonio gráfico del interior del templo viejo. En la escena se ve el altar y el retablo mayor. “En el primer plano -describe De Masi-, una familia de simpatizantes federales asiste al oficio. El hombre permanece de pie y las mujeres están de rodillas (...) A la derecha de la matrona (que luce un adorno punzó sobre la oreja), se ubica una esclava negra. El caballero (...) lleva su sombrero en la mano derecha (con cinta punzó) (...). Hay una escolta de soldados con uniforme federal, uno a la izquierda del altar y otro, más retirado y cercano a un crucifijo, a la derecha. (...) Otro detalle llamativo [es] la ubicación, sobre un atril, en el sitial reservado desde antaño a los magistrados españoles, del retrato del Restaurador don Juan Manuel de Rosas, escoltado por uno de los guardias federales”.
Laurencena define al libro como “una muestra de la memoria que la comunidad parroquial desea preservar como señal de identidad eclesial, a 250 años de la creación de la parroquia”. “Nos ayuda a tomar conciencia de que cada uno de nosotros formamos parte de la rica historia de La Piedad”, dice. Una finalidad erudita pero también evangelizadora, en línea con Fratelli Tutti, la homilía en la que el Papa Francisco insta a “hundir las raíces en la historia del propio lugar, que es un don de Dios…”
VIDEO: Anticipo del recorrido que puede hacerse por La Piedad a través de este libro
La venta de ejemplares del libro se destina en su totalidad a las obras caritativas de la parroquia, en especial a la provisión de alimentos para las familias de escasos recursos del barrio. Para adquirirlo, llamar a la Secretaría parroquial, (011) 43811322, los lunes, miércoles y viernes de 17 a 20 hs. o los sábados y domingos de 18 a 20 hs.
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