En Argentina se celebra un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo de 1810, la gesta que permitió la separación del colonialismo español y el camino hacia la independencia declarada seis años después. Y sin dudas, el imaginario sobre aquellos días tiene firma de mujer: Léonie Matthis (1883-1952), como sucede con la obra 25 de mayo de 1810, que se encuentra en el Cabildo de Buenos Aires.
“Nadie la conoce, pero todos la conocemos. Muchas generaciones de argentinos crecieron aprendiendo con las ilustraciones de los libros de textos escolares, que son sus cuadros”, comentó Ignacio Gutiérrez Zaldívar a Infobae Cultura, poseedor de la mayor colección sobre su obra y autor del libro Léonie Matthis.
Nacida en Troyes, Francia, Matthis realizó una carrera pictórica en Argentina que la convirtió, entre otras cosas, en una artista fundamental en la recreación de momentos y monumentos históricos del país. Cuando la Academia de Bellas Artes de París admitió mujeres por primera vez, ella se mudó con 15 años a la capital francesa para presentarse y fue aceptada.
Durante un viaje, conoció al retratista español Francisco Villar, quien vivía en Argentina, y a los meses ella dejó la vieja Europa para unirse a él y casarse en 1912. Tuvieron 8 hijos. En 1919, ganó el primer premio único para extranjeros en el Salón Nacional y un año después inició su camino en las pinturas de recreación histórica. En 1922 expone en el Museo de Arte Moderno de Madrid, mientras que en 1936, comienza con lo que fueron 13 grandes obras de su serie “Historia de la Patria a través de la Plaza de Mayo”.
“Hasta donde tengo registro, ella es la única pintora histórica. Si bien la obra del Cabildo es sobre el ’25 de Mayo’ tiene otros cuadros más sobre Plaza de Mayo, por ejemplo. Léonie pintaba luego de documentarse muchísimo, no era que realizaba interpretaciones, sino que realmente estaba empapada sobre la Colonia y la Revolución”, explica a Infobae Cultura Clara Sarsale, responsable del área de desarrollo de proyectos del Museo del Cabildo.
De aquella serie surge 25 de mayo de 1810, que tras una subasta pública, fue adquirida por el Museo Nacional del Cabildo y la Revolucion de Mayo en la década del ‘60. Hoy se exhibe en la Sala Capitular, lugar donde se formó la Primera Junta de gobierno, y es la pieza número 1 del inventario del espacio.
En la obra se aprecia una de las características pictóricas de Matthis, su preferencia por la expresión grupal, por sobre lo individual, como también su técnica favorita, el gouache, y su paleta donde dominan los colores cálidos, claros y luminosos, y con trazos que dotan a la obra de movimiento y vida.
“Nuestro oficio es todo de silencio y reflexión, nuestros cuadros hablan por nosotros. El objetivo de mi vida ha sido la reconstrucción y evocación del pasado por medio de la pintura. Pero para hacerlo es necesario el estudio y la investigación. Todo esto requiere años de trabajo y una constancia enorme; además debe formarse el gusto e intensificar su cultura por medio de detenidas visitas a los museos y de recogidas contemplaciones delante de las obras maestras”, decía Mathiss, quien a lo largo de su vida nunca paró de trabajar.
Recorrió gran parte del país, desde la Patagonia, al Norte y el Litoral, como también Bolivia y Perú, en 1939, países que la nombraron miembro de las Sociedades Geográficas. Además, nunca dejó de dictar clases.
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