I
¿Qué lugar ocupa la mujer en la pintura de la era victoriana? Para George Elgar Hicks, central. En muchísimas de sus obras aparecen mujeres representando determinados aspectos culturales: madres jugando con sus hijos, niñas juntando flores o descansando luego de una larga tarde, mujeres casándose. También, muchas, sentadas frente al mar o la ventana pensando, reflexionando. Incluso mujeres haciendo trabajados de fuerza, como La hija del granjero (1880).
Su gran obra es un tríptico. De hecho, algunos críticos de la época decían que era una imagen “en tres compartimentos”, mientras que otros aseguraban que se trataba de “tres cuadros colocados en un mismo marco”. De todas maneras, se exponen de forma separada, así que de ese modo la catalogaremos. El título de las tres es Woman’s Mission (”La misión de la mujer”) y busca dar cuenta de tres períodos en la vida de la mujer en la era victoriana.
La primera, pintada entre 1862 y 1863 es Guide of Childhood —podría traducirse como “Guiar a los niños”— y está perdida; hay un boceto en la Galería de Arte de Dunedin, en Nueva Zelanda. La tercera es Confort of Old Age —1862; una traducción es “Cuidar a los ancianos”— y se halla en el Museo Tate de Inglaterra, al igual que la obra del medio, la que aquí presentamos como “belleza del día”: Companion of Manhood, cuya mejor traducción sería “Acompañar al hombre”, de 1863.
II
La singular forma de componer obras artísticas de Hicks tiene que ver con que llegó a la pintura mucho más tarde que sus colegas. Nació en 1824 en Lymington, Hampshire, Inglaterra, hijo de un magistrado adinerado, y a los 16 años fue enviado a estudiar medicina. Pero se reveló, luego de tres años de “estudio arduo y desagradable”, y se decidió por el arte. A los 19 ingresó a la Academia de Sass y al año siguiente a la Escuela de la Royal Academy.
Tenía 23 años cuando se casó con Maria Hariss. Tuvieron ocho hijos y los primeros seis nacieron antes de que él cumpla 30. En esa época pintó poco —se refirió a su arte en este momento como “pequeño y sin importancia”— y no pudo estudiar el tiempo que hubiera querido porque estaba abocado a su familia. Se la pasaba en su hogar, junto a su mujer, cuidando, educando y jugando con sus niños.
A los 35, cuando sus hijos eran más grandes, pintó su primera gran obra, Día del dividendo en el Banco de Inglaterra, y logró exponerla en la Royal Academy. Siguió creando pinturas de género. Como lo comparaban con William Powell Frith, pintor aclamado de esa época, decidió enfocarse en temas que nadie pintaba, como postales de la Oficina General de Correos y el Mercado de Pescado de Billingsgate. Entonces creó Woman’s Mission.
III
Si bien las escenas de Woman’s Mission son “domésticas, hábiles y muy acabadas”, como escribió el crítico de arte Tom Taylor en un artículo de 1863, “cada rostro, si es sentimental, es insoportablemente bonito”. Más allá de esa molestia que sentía este crítico al ver escenas tan “bonitas”, Kendall Smaling Wood haya algo interesante que explica en un paper de 2014 publicado en el Museo Tate y es clave para entender la obra y la época: el “arte doméstico” de la era victoriana.
La era victoriana es una época de gloria para Reino Unido: la cúspide de la Revolución Industrial y del Imperio británico. Fue durante el extenso reinado de Victoria, entre 1837 y 1901, caracterizado por profundos cambios ocurridos en las sensibilidades culturales y en las preocupaciones políticas. Antes de esta era, las clases sociales eran rígidas, pero luego de la industrialización entraron en tensión y la aristocracia comenzó a ser cuestionada como nunca antes.
IV
En ese entonces, lo doméstico tenía una connotación distinta a la que conocemos. Una edición de 1827 del Diccionario de la lengua inglesa de Samuel Johnson da varias definiciones: además de “pertenencia a la casa, “privado, “hecho en casa”, también está “no extranjero”. Kendall Smaling Wood escribe que “las dos principales vertientes de lo doméstico” son “la identificación con el hogar y la identificación nacional”.
George Elgar Hicks no sólo está pensando en la misión de la mujer dentro del hogar, de la casa, su lugar habitual de trabajo en aquella época, sino también en la forma de llevar adelante la idea de nación, la idea de estructura familiar próspera “a la inglesa”. Y eso es lo que destaca el crítico Tom Taylor al ver este tríptico. ¿Será que lo “insoportablemente bonito” es, en realidad, la idealización del trabajo en casa?
Escribe Smaling Wood: “Woman’s Mission sugiere un retablo religioso e imbuye al sujeto retratado un carácter sagrado. Hicks literalizó la noción de Joseph Beavington Atkinson de un ‘retablo en el santuario del afecto doméstico’ y así designó las escenas representadas como las de una Sagrada Familia. Si bien Hicks no agregó versículos bíblicos al tríptico, el título de obra habría evocado de inmediato la misión divina que Dios encargó a la mujer”.
V
En la pintura central del tríptico, Companion of Manhood, vemos un hombre angustiado que se tapa el rostro para que no se vean sus lágrimas. En el piso hay un sobre abierto y en la mano tiene la carta. ¿Qué malas noticias acaba de leer? Su mujer, su esposa, su pareja, lo consuela con dedicación. Para Smaling Wood, este cuadro “representa el ideal de compañerismo femenino” ya que “ayuda con todo su cuerpo a sobrellevar su carga emocional”.
La tesis de Smaling Wood en este paper titulado La apoteosis de lo doméstico sugiere que George Elgar Hicks se basa en lo que los teólogos victorianos proponían: ya no se puede volver al Edén pero sí se puede reemplazarlo y construirlo en un lugar más próximo, más cercano: el hogar. En ese sentido, el arte doméstico es la representación del pequeño Edén de los ingleses de la época: la calidez de la casa y la forma de enaltecer la nación. Desde luego, desde la mirada masculina de Hicks.
En esa misma década, la de 1860, germinaba una semilla feminista con las obras de André Léo, la creación de la Asociación para la Mejora de la Educación de las Mujeres y de la Sociedad para la Reclamación de los Derechos Civiles de las Mujeres, el activismo de Julie Daubié, Paule Minck, Amélie Bosquet y Adèle Esquiros y la creación de diarios como Le Droit des femmes. Luego, las cosas empiezan a cambiar; la historia es conocida.
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