“Cuarto mandamiento”: la historia de los parricidios que estremecieron a la sociedad

El podcast narra, a través de 12 capítulos, diferentes casos del mundo, en el que los hijos decidieron quitarle la vida a sus padres

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Cuarto mandamiento
Cuarto mandamiento

El vínculo de hija o hijo es el único inevitable. Si estás vivo es porque alguien te engendró y luego te parió. Te guste o no te guste quien te haya tocado por padre o madre. Los conozcas o no, la ciencia aún no ha encontrado la manera de evitar la paternidad. Y la verdad es que la mayoría de nosotros estamos bastante satisfechos con quienes nos han traído al mundo, o hemos aprendido a amarlos y a honrarlos tal como indica el cuarto mandamiento. Nos pasamos buena parte de la vida tratando de honrar a nuestros padres, de alcanzar objetivos que los hagan sentirse orgullosos de los seres que han traído al mundo.

No siempre es tarea fácil.

¿Y si te dijera que el temor a decepcionarlos es uno de los principales causales de parricidios?

Así de fuerte es el mandato.

En busca de las raíces de la pulsión parricida inicié una investigación sobre los más celebres casos. Elegí 12 historias, una por cada episodio del podcast que llamé justamente Cuarto mandamiento. Comencé por alguien capaz de acabar con su madre a hachazos: Pierrre Riviere, el parricida de los ojos rojizos, como lo llamó la prensa de su época, un caso tan impactante que hasta el filósofo Michel Foucault lo tomó para escribir su libro Una caso de parricidio en el siglo XIX. Pero también están las historias de aquellos que intentaron ser lo que sus progenitores esperaban de ellos y al no lograron fingieron. Hasta que la torre de mentiras fue tan alta que amenazaba con aplastarlos. Entonces decidieron matar a esos testigos implacables, sus padres. Entran en esta categoría una jovencísima Jennifer Pan en Canadá, y un hombre ya maduro, falso médico, Jean-Claude Romand, el protagonista de El impostor, de Emmanuel Carrère.

Jean-Claude Romand, acusado del asesinato
Jean-Claude Romand, acusado del asesinato de sus padres, su esposa y sus dos hijos, así como de un intento de asesinato contra un amigo, llega para la apertura de su juicio en junio de 1996 (PHILIPPE DESMAZES / AFP)

Por supuesto también están los casos vernáculos, el más célebre y misterioso de todos, el de los hermanos Shocklender, ambos juzgados, condenados y libres tras haber cumplido su pena. O el de las llamadas “hermanas satánicas”, que mataron a su padre en un rito esotérico del que él mismo participó, en el barrio de Saavedra. La tercera y última historia local es la de una pareja de novios y hermanastros, que acabaron con la vida de sus respectivos padres en las afueras de Pilar.

En la lista de parricidas seleccionados hay también hijos asesinos muy jóvenes, menores de edad. Y por supuesto, muchos casos de personas que matan a sus padres en medios de brotes psicóticos, o por enfermedades psiquiátricas no diagnosticadas a tiempo, como el caso del famoso baterista y compositor Jim Gordon, co autor junto a Eric Clapton de la canción Layla. Gordon, que vive preso desde hace décadas, cobra mucho dinero por las regalías de las canciones que compuso antes de matar a martillazos a su propia madre.

Escribí los guiones de la serie muy turbada. Hubo veces que se me hizo imposible juzgar a los culpables. Es que las relaciones humanas son tan complejas, y tanto más aún las filiales, que se hace realmente arduo dilucidar quién es la víctima y quién el victimario. Aún cuando siempre queda claro que uno de los dos partícipes del crimen, el que lo perpetra y el que muere, no está capacitado para responder a las acusaciones, porque ha muerto a manos de quien lo acusa. Sin embargo, algunas de esas imputaciones son brutales. Muchos de estos parricidas han acusado a sus víctimas de abuso y violencia infantil. Pero claro estaban en el estrado tratando de evitar las condenas por haber matado a quienes acusaban.

Difícil, si.

Bibiana Ricciardi
Bibiana Ricciardi

Fui suficientemente imprudente como para sumar al equipo de trabajo a mis propios hijos Tomas y Chiara Borrini. Temeraria. Pero es que su productora sonora, Sonda media, suele realizar todos mis Podcast. Claro que esta vez no fue ni parecida a las anteriores. Me encontré debatiendo con ellos cada caso, cada perspectiva desde la que contamos cada historia. Fue un tiempo complicado, de sobremesas espesas, pero creo que emergimos de esa inmersión macabra con mayor comprensión, con nueva tolerancia. Sin certezas, con el poder de las dudas compartidas. Madre e hijos capaces de entender que el vínculo que nos une es tan extremo como impredecible.

Cuarto mandamiento fue narrado por el locutor Omar González Frau, y producido en exclusiva para Podimo, una plataforma danesa de subscripción que provee de miles de audiolibros y podcasts en español y en inglés a sus usuarios, y que acaba desembarcar en Latinoamérica. Todos los episodios pueden escucharse completos allí. En este link podrás acceder en forma gratuita a 30 días de subscripción.

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