“Pero si estamos casi de vecinos”, dice a media sonrisa Rodrigo García desde un apart de Palermo, Buenos Aires, en una de estas luminosas pero frescas mañanas del otoño porteño. En tiempos de segunda ola el reputado director colombiano de cine y televisión mundial, primogénito de Gabriel García Marquez nada menos, se conecta para la videollamada con Infobae Cultura -cuyo cronista, es cierto, está a pocas cuadras. Lo hace antes de iniciar una jornada más del rodaje de la adaptación de Santa Evita, la novela de Tomás Eloy Martínez que publicará la plataforma Disney+. De eso habla, pero un poco nomás: lo que le dejan, seguramente. Y lo que él quiere. “No puedo adelantar más, lo mejor es crear expectativa”, concluye amablemente cuando ya no desea enumerar más detalles concretos, como la fecha de estreno, por ejemplo.
También se refirió a Four good days, su película recién estrenada sobre una impactante historia familiar -su especialidad, parece ser- de drogadicción y redención entre madre e hija, protagonizada por Glenn Close y Mila Kunis. Un título que tuvo estreno mundial en el Festival de Sundance, en un muy lejano enero de 2020. Antes de que el mundo conociera la palabra “coronavirus” -por aquel entonces, en Estados Unidos se hablaba de un “virus chino” y se lo veía de lejos. Antes, pero por muy poco: en el inicio de la conversación sobre aquella premiere que él mismo presentó desde el escenario del bonito teatro Eccles de Park City (Utah), García comenta que leyó en el Hollywood Reporter el largo artículo que hablaba de la fiesta de cierre de aquel festival como uno de los potenciales super spread events en los Estados Unidos. Pegó en el palo. Hay coincidencia entre entrevistado y entrevistador, que estuvieron ahí.
En otro orden de cosas mucho más cálidas, y también íntimas, claro, habló de su famoso padre. “Gabo”, así lo llama. Por cierto, nunca se lo vió y oyó incómodo por la que debe ser una recurrente mención en cualquier entrevista que brinda desde hace dos décadas, cuando inició una prolífica carrera como director. Realizó elogiados capítulos de grandes series como Los Soprano y Six Feet Under, dirigió en su totalidad la primera temporada de la versión estadounidense de In Treatment (con Gabriel Byrne como el psicólogo) y llevan su firma delicadas, intimistas películas como 10 pequeñas historias de amor o Nueve vidas. Buenas críticas al margen para todos estos y otros trabajos, siempre le preguntarán por su padre creador de Cien años de soledad. Él lo sabe y lo acepta con naturalidad. No debe ser fácil convivir con eso, pero lo lleva bien según hace notar.
Evita superstar
Antes de eso, hablemos de Santa Evita. “Lo que se sabe es lo que ya es público”, anticipa. “Es una serie basada en el libro de Tomás Eloy, amigo de mi familia de toda la vida. Salma Hayek es una de las productoras ejecutivas, ella me invitó a ser parte del proyecto. Me apasiona porque me gusta mucho el libro. Se ha montado aquí con un grupo de productores, de técnicos, de artistas, excelente actores realmente… Siempre quise que se hiciera aquí en Argentina -por supuesto la idea siempre fue que se haga en español- y que todos fueran argentinos, con la excepciones mía y de Cesc Corella que interpreta al doctor español que embalsamó a Evita. Creo que va bien”, dice en un tono de voz que suena bastante familiar a quien haya escuchado -formal, casi marcial- la voz de su famoso padre a cargo de la lectura de algún párrafo de célebres novelas de todos los tiempos como El otoño del patriarca o El amor en los tiempos del cólera.
“Estamos filmando con todos los protocolos estrictos y contando con buena suerte hasta ahora”, comenta y ya no dirá mucho más de lo que se supone es uno de los más esperados estrenos del año en el universo-plataforma audiovisual de streaming, tan en boga en tiempos de pandemia. Santa Evita está protagonizada por nombres de peso de la escena argentina: Natalia Oreiro como Eva Duarte y Darío Grandinetti como el general Perón. En la cabeza de cartel hay que sumar a Ernesto Alterio, también porteño aunque desde muy pequeño vive en Madrid, como el hierático coronel Moori Koenig; y el el catalán Corella, el irreverente profe de filosofía de la serie Merlí, en el personaje del doctor Pedro Ara Sarriá, el médico y anatomista aragonés que embalsamó el cuerpo de Evita. En este cuadrilátero actoral de primer nivel se sostiene el peso dramático de la adaptación que escribieron las también argentinas Marcela Guerty y Pamela Rementería.
El que tal vez sea el gran mito político, social y religioso de la historia argentina, atractiva figura para el show business mundial desde los tiempos del musical de Andrew Lloyd Weber, que a su vez derivó luego en el fallido musical de Alan Parker con Madonna en primer plano; tuvo en la “ficción verdadera” de Tomás Eloy Martínez -un bestseller de los 90- una seductora e inquietante traducción onírica que mantiene su encanto para quien conoció al autor -gran amigo de García Márquez- en la cotidianeidad de su hogar, sea Barcelona o la Ciudad de México. “Lo que me interesó de la novela de Tomás Eloy es que habla realmente del fenómeno, de la fiebre, fiebre pro y contra Evita: la pasión de los que la aman, y la pasión y la obsesión de los que la odian”, resume García.
- La novela de Tomás Eloy Martínez trabaja en varias capas narrativas, con una fuerte impronta onírica ¿Es difícil traducir eso al formato de narrativa audiovisual que propone una serie?
- Hemos abordado el libro como lo que es, una novela. Hay cosas muy basadas en la realidad y por supuesto en este caso la realidad tiene momentos más increíbles que cualquier ficción. Pero en ese sentido creo que la adaptación es bastante fiel al libro y espero que sea efectiva… Creo que hemos encontrado la manera de adaptar esos aspectos más líricos de la novela.
- ¿Recuerda la primera vez que oyó hablar de Eva Perón?
- Crecí en un mundo muy político, mi padre siempre estuvo muy interesado en todo lo que tenía que ver con Latinoamérica por supuesto. Y sobre todo en presidentes, dictadores, hombres fuertes, populistas. O sea, siempre la idea del poder en nuestro continente era un tema que le interesaba mucho. Ni me acuerdo de haber oído por primera vez de Perón o de Eva Perón en aquella primera época. Ya era un poco más grande, adolescente, cuando Perón volvió a la Argentina con su esposa Isabelita y el ministro López Rega. Esas son cosas que ya leí las noticias y ya tuve conciencia de quienes fueron ellos.
- El musical de Lloyd Webber y la película de Alan Parker amplificaron el mito a escala global ¿Las vio o tuvo en cuenta para su enfoque?
- La verdad nunca fui muy fanático de la obra musical, siempre me pareció una ficción, una fantasía. Creo que hasta el Che Guevara estaba metido ahí como personaje… Para mi nunca fue una referencia de algo interesante.
Los cuatro buenos días
“Alguien que trabajaba conmigo lo leyó, le gustó, me lo enseñó y enseguida me pareció que ahí había una película, con la preocupación de que las películas sobre la adicción cubren siempre el mismo terreno. La adicción es algo muy trágico para alguien que lo vive y por otro lado son terriblemente muy comunes y quizá menos interesantes. Esa contradicción es impresionante. Pero la actitud de estas dos personas, sobre todo de la madre, y el marco de los cuatro días, me pareció que podía tener una película”, cuenta sobre su más reciente obra, que contiene un duelo actoral de peso entre Glenn Close y Mila Kunis.
La película fue concebida a partir de un artículo en The Washington Post del ganador del Premio Pulitzer Eli Saslow, autor de una larga serie de reportajes sobre la epidemia de los opiáceos en medicamentos que asoló a los Estados Unidos en las últimas dos décadas por lo menos -los casos de las muertes de los famosos músicos Prince y Tom Petty hicieron notorio el drama subterráneo que surca aquella nación. “Fueron quince años de la creación de una pandemia, y mucho de ello basado en el accionar de las compañías farmaceúticas que inundaron el mercado y, si bien hacía falta receta, les dieron grandes incentivos a los médicos para recetar esas drogas. Y bueno, la gente empezó a salir a las calles para hacerse de ellas. En los últimos dos años, ya han culminado las demandas contra muchas de estas empresas, que han tenido que pagar cifras millonarias”, informa.
En su historia, Rodrigo García vuelve a posar la mirada en ese universo femenino que cultiva desde su sencilla pero efectiva primera película, Cosas que diría con sólo mirarla. Desde ese momento se reveló como un autor capaz de tratar el universo femenino con una sensibilidad y una mirada que no abunda en Hollywood y menos desde el lado masculino en la dirección. “Lo que me interesó del artículo del Washington Post, era esta madre y esta hija en particular, el núcleo de esa relación. Cómo se llevaban ellas dos: el hecho de la historia ya empezaba con once años de mala historia, y creo que ya estaban muy cansadas una de la otra. Sobre todo la madre estaba harta de esa situación… Pero como toda madre de un adicto, estaba en esa situación imposible de ´si ayudas a tu hija eres cómplice, si la abandonas es un daño tremendo´
-Si bien el tópico está bastante trillado en el cine mainstream, su película apela a un sentido intimista pocas veces visto para contar una historia semejante. ¿Cuál fue su punto de partida?
- Con el periodista que escribió ese artículo y con el que luego escribí el guión, quisimos mantenernos muy apegados a la realidad de estas mujeres. Él me llevó a Detroit a conocerlas, y el guion se parece mucho a ellas. Aunque claro, las actrices tienen que crear sus personajes e interpretarlos, hacerlos suyos. Glenn y Mila hablaron largamente con Eli acerca de estas dos personas, cada una de ellas habló con su corresponsal real en una ocasión con bastante detalle. Pero, sí, siempre estás interpretando… Quieres hacer justicia a la situación real, a los conflictos reales, pero todo se construyó alrededor de la intimidad de esa relación. Eso era lo que me interesaba.
- Mila Kunis, en general asociada a la comedia como un “rostro bello”, es toda una revelación en su interpretación de una joven mujer adicta. No solamente por la intepretación, también por su transformación física para el rol...
- Eso está basado mucho en Amanda, la chica real que es muy bonita y de joven inclusive modeló. Surgió de ser muy guapa y llamar la atención, pero también de ser muy tímida y de no estar cómoda con la atención que ella misma generaba. Entonces, la propia Mila estuvo a la cabeza de esa transformación física, ella con su peinadora y su maquilladora crearon mucho de esta apariencia. Creo que eso es parte del impacto que me causó la historia original: ver a una persona tan joven, tan bella y tan disminuida.
Gabo, mi viejo
La filmación de Santa Evita coincide con la próxima edición de su libro titulado Gabo y Mercedes, una despedida, acerca de los últimos días que pasó junto con sus padres, fallecidos en abril del 2014 y agosto del 2020 respectivamente. La descripción del libro cuenta que “en marzo de 2014, Gabriel García Márquez cayó resfriado. ‘De esta no salimos’, le dijo mamá Mercedes Barcha. Estas páginas son la crónica más íntima y honesta de los últimos días de un genio, escrita con la asombrosa precisión y la distancia justa de un testigo de excepción: el propio Rodrigo. Así vemos el lado más humano de un personaje universal y de la mujer en la que se fijó cuando era una niña, que le acompañó toda la vida y que apenas le sobrevivió unos años, entreverado de recuerdos de una vida irrepetible. La más hermosa despedida al hijo del telegrafista y su esposa”.
La figura de “Gabo” está presente en él, como en la vida de cualquier hijo que perdió (y extraña cada día) a su padre. A principios de mayo de 2020, en pleno auge de la novedosa pandemia que hoy es una suerte de normalidad en loop, Rodrigo escribió en el New York Times una “Carta a mi padre, Gabriel García Márquez”. “No paso un solo día sin cruzarme con una referencia a tu obra. Es imposible no pensar en qué te habría parecido todo esto”, reza la bajada. “Tú dijiste una vez que lo que nos atormenta de las epidemias es que son un recordatorio del destino personal. A pesar de las precauciones, la atención médica, la edad o la riqueza, cualquiera puede sacar el número perdedor”, asegura en una de las frases más potentes de su texto.
- Es obvio pero muy tentador preguntarle cómo era su padre…
- Imposible resumirlo en unas pocas palabras. Solo diré que muchas veces me preguntan ‘¿tu padre influyó mucho en tu vida?’ y me muerdo la lengua para no responder ‘¿y a tí el tuyo en la tuya?’ Eso es inevitable. Una de las cosas más afortunadas es que Gabo siempre trabajó en casa. La vida más internacional de él y de mi madre, de viajar mucho y demás, realmente empezó cuando mi hermano y yo ya éramos más grandes, habíamos acabado la universidad etc. Entonces, siempre los tuvimos muy presentes, creo que fue algo muy afortunado. La gente tiene un poco la idea de que era como ser hijo de una estrella de rock o de Hollywood. Pero no. Vivimos una vida bastante normal en México, en Barcelona también y siempre con ambos como padre y madre muy presentes. La gente tiene una idea un poquito imaginaria de mi vida.
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