Con la certeza de que las convicciones y las reflexiones de un clásico perduran en el tiempo pero también bajo la premisa de que el texto se resignifica en la lectura de cada generación y de acuerdo al contexto, Eudeba y el Centro Ana Frank editan por primera vez una versión completa e integrada de El Diario de Ana Frank, que articula la reescritura del original que encaró la autora mientras estuvo escondida con textos en borrador que corresponden a los últimos cuatro meses de su vida.
A 74 años de su publicación y luego de ser traducida a sesenta idiomas, la edición de Eudeba -de precio accesible, pensada para estudiantes y con la expectativa de que tenga gran circulación- apuesta a rescatar a la “Ana escritora”, aquella niña de trece años que se refugió junto a su familia en Ámsterdam para escapar de los nazis y que, en medio de la tragedia, se detuvo a repensar su experiencia y a editarla como una obra literaria.
“Durante veinticinco meses, Ana escribió en su diario con la dinámica de un texto íntimo, en borrador. Tachaba, pegaba papeles cuando se equivocaba, se nota cierta rapidez en la escritura. En aquel libro de tapas rojas cuadriculadas, ella construye un interlocutor imaginario, Kitty, y escribe todos los días. Los investigadores se refieren a estas páginas como ‘la versión espontánea’”, cuenta el director del Centro Ana Frank Argentina, Héctor Shalom.
Pero una mañana de noviembre de 1943, durante una emisión de la radio clandestina Oranje, Ana escuchó al ministro de Educación en el exilio, quien hizo un llamado a guardar los textos de esos años porque tendrían en el futuro el valor de documentos. “A partir de esa convocatoria, emprendió la reescritura del diario en hojas sueltas pero de manera legible, sin tachaduras y con palabras elegidas. Tenía la esperanza de que su testimonio se conociera”, advierte Shalom.
En esa versión revisada, cuenta que quiere ser periodista y escritora y que le gustaría que su diario fuera la base de una novela que se llamaría La casa de atrás. Reescribe hasta cuatro días antes de ser capturada pero no logra completar los últimos cuatro meses del texto. “Publicar la reescritura es respetar su voluntad. Y sumamos esos cuatro meses en borrador para que el sentido de la obra quedara completo”, explica el director del Centro Ana Frank e impulsor de la edición de esta versión a la que le gusta llamar “completa e integrada” que, por primera vez, llegará a las librerías.
“Creo que Otto, el padre de Ana, es el primer editor. Se ocupó durante años de responder más de 12 mil cartas de lectores. Y también trabajó el texto: sacó las referencias a las peleas con la madre o comentarios sobre el desarrollo sexual, pero respetó a rajatabla la reescritura y el título que ella había pensado. Por eso pensamos esta edición bajo la premisa de que es el sueño de una hija y el desafío de un padre”, reflexiona Shalom. La versión de Eudeba apunta a rescatar la voluntad de la autora: “Ana no escribía para sí misma, quería ser leída. Y de alguna forma, en las marcas de la reescritura está su actitud de escritora. La letra es prolija, las hojas están numeradas y sin enmiendas”.
Los textos fueron traducidos del original neerlandés por el ganador del premio al traductor del Fondo de las Letras Neerlandesas, Diego Puls, y supervisados por la Fundación Casa de Ana Frank, creada por Otto Frank en Ámsterdam en 1960. La foto de portada del volumen de Eudeba respeta la elegida por el padre de Ana, para la primera publicación en 1947.
¿Por qué editarlo 74 años después? ¿Qué cuestiones interpelan a los lectores que acceden hoy por primera vez al texto? ¿Cómo cambia la experiencia de lectura según el contexto? “La temática de los Derechos Humanos es fundante en nuestro catálogo y esa línea se reforzó en 1985 con la publicación del Nunca Más. Nos interesa difundir y pensar alrededor de valores como la tolerancia, la lucha contra la discriminación y la libertad. Y el diario de Ana reúne todo eso. Es un honor editarla”, asegura el Gerente General de Eudeba, Luis Quevedo.
“Los adolescentes suelen ser los más atraídos por el libro porque sienten una enorme empatía con aquellas cosas universales que cuenta Ana: los cambios en su cuerpo, las peleas con sus padres, los celos...Conviven con el texto”, cuenta Shalom y advierte que muchos adultos encaran la lectura para reencontrarse con aquella experiencia lejana que tuvieron de niños o adolescentes.
Quevedo propone entender las lecturas del Diario a la luz de lo que sucede con los clásicos. “¿Cómo nos damos cuenta de que estamos ante un clásico? Porque el clásico nos lee, nos revisa, opera sobre nosotros como lectores. Y en el caso de Ana Frank es imposible no pensar en qué hubiera hecho uno siendo un familiar o el vecino. ¿Cómo nos hubiéramos comportado? ¿Los hubiéramos protegido o denunciado?”, plantea y sostiene que esas relecturas, que se fueron superponiendo y multiplicando a lo largo de los años, ya son parte de una trayectoria que acompaña cada reedición.
Con un precio accesible y un descuento y entradas gratis para visitar el Centro para quienes lo compren online, Eudeba apunta a que la edición integrada sea accesible para estudiantes y que trascienda las aulas y llegue el gran público.
El Centro Ana Frank coincide en esta voluntad de difundir la obra más allá del ámbito escolar. En febrero, se firmó un acuerdo para difundir el Diario en el marco de un programa en 11 unidades penitenciarias de la Provincia de Buenos Aires y también en la escuela penitenciaria. “El libro permite, en el ambiente carcelario, repensar qué es ser víctima o cómo la escritura puede ser una herramienta de denuncia. Es muy interesante ver cómo se resignifica en ese contexto. ¿Qué es estar encerrado? ¿Ser víctima implica necesariamente una posición pasiva?” cuenta Shalom y da cuenta de hasta qué punto aún resuena el eco de aquella historia íntima pero universal que Ana Frank se propuso publicar.
Fuente: Télam
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