La ambición por el dinero y el poder, las relaciones fraternales, el erotismo y el amor, son algunos de los temas que entretejen la trama de El menor, la novela más reciente de Alicia Plante, una de las autoras que es exponente del género negro argentino. La historia se centra en la búsqueda que hace el protagonista de su hermano desaparecido, pero la investigación del ingeniero devenido en detective es sólo una excusa que le permite a la autora de Fuera de temporada y Mala leche sumergirse en la interioridad de un personaje que se ha hecho a sí mismo y que lo entregó todo en pos del éxito pero que va a transformarse a lo largo de la trama.
Pero en el itinerario de ese hombre que deambula en busca de pistas tanto en la ciudad donde él triunfa como en el pueblo en el que él y su hermano nacieron y crecieron, estos ambientes no son sólo escenarios para la acción, sino que condicionan a los personajes, pueden ser amables o tremendamente hostiles. Alicia Plante publicó en 1970 su primer libro de poesía, Asumiendo mi alma. Trabajó en traducciones literarias y científicas y siguió la carrera de Psicología. En 1990 ganó el Premio Azorín de Novela por Un aire de familia. También es autora de El círculo imperfecto, Una mancha más, Fuera de temporada, Verde oscuro, La sombra del otro y Mala leche. Lo que sigue son los tramos principales de la charla respecto de las características de El menor que inscriben la novela dentro del género negro argentino.
—¿Existe la novela negra argentina, con características propias?
—Sin duda ya lo creo que la hay. Existen una cantidad de autores que escriben solo novela negra. Existe una novela negra que tiene sus características distintivas. Por ejemplo, los estadounidenses son localistas, describen situaciones de la década del ’50 y el `60 y los argentinos también describimos situaciones locales, sin descuidar uno de las premisas del género: la crítica del sistema.
—La crítica del entorno que lo arrastra al protagonista en una carrera de ambición y codicia está muy presente en El menor.
—Sucede que los personajes de la novela negra sufren, viven y sienten lo que los rodea. Son víctimas del sistema. Escribí ocho novelas negras y en todas ese tema está presente. Incluso cuando el protagonista pertenece al sistema judicial, por ejemplo, y está encargado de impartir justicia. En una hay un juez penal que se permite cuestionar a la justicia y dejar que un culpable quede libre, porque considera que debe ser así.
—En ese sentido sus novelas parecen más cercanas a Crimen y Castigo que a las historias de Raymond Chandler.
—Es que yo veo más crítica del entorno en Crimen y Castigo que en la novela negra tradicional. Cuando Raskólnikov mata a la usurera está siendo víctima de sus circunstancias.
—¿En qué lugar queda entonces la trama policial, la investigación por la desaparición del hermano del protagonista?
—En mi novela la búsqueda del hermano desaparecido se vuelve secundaria. Lo importante es el entorno de esa investigación. Son las circunstancias. Y eso es precisamente una novela negra. No se trata de una historia oscura o con sangre. En esa búsqueda que hace Martín en El menor se desprende el entramado del entorno. El sistema fue partícipe en la desaparición de Nico y en el presente del protagonista, Martín y eso lo hace verse de otra manera, ver las similitudes que tiene con su hermano.
—Pero el protagonista busca el éxito y su hermano no.
—Sí. Quiere el éxito, el dinero, las mujeres. Pero se da cuenta de que su hermano tiene otras cosas, que es amado y respetado. Son otros parámetros.
—Como en sus otras novelas, las mujeres son importantes en la trama, colaboran con el protagonista o desencadenan sucesos.
—Sí. En este caso también hay una crítica al entorno ya que se refleja la manipulación que el hombre hace de la mujer. Pero también hay mujeres más sinceras, que colaboran en la búsqueda de Martín y tienen valores muy claros. En esta novela las mujeres determinan los acontecimientos, hacen aportes valiosos.
—¿Hay rastros autobiográficos en la historia?
—No. Realicé un “insight” después de la muerte del padre de un amigo. Me llevó a plantearme qué visión tenía de mi padre que había muerto hacía 20 años. Cómo lo veía entonces y cómo lo veo ahora. Entonces usé aspectos de mi padre y de mi tío del que nadie sabía nada, que es más parecido al personaje de Martín. Pero de ningún modo busqué personajes reales. Sí hay rasgos del pueblo donde vivieron mi padre y mi tío en ese pueblo en el que crecen Martín y Nico.
—¿Su profesión de psicóloga le otorga espesor a los personajes, le permite indagar en aquello que los motiva?
—Es difícil de determinar si mis estudios de Psicología generan una tendencia a profundizar en los motivos de los personajes o si estudié la carrera porque me interesaba eso. Lo que está claro es que me interesa esa introspección pero sin caer en el psicoanálisis, ya que no quiero realizar un tratado sino una novela.
—Como en otras de sus historias, en esta el personaje no es policía ni detective…
—Sí. Me interesan los personajes que no son detectives y en este caso se trata de un ingeniero. Sin embargo, no falta el personaje experto, que es el juez, Leo, que lo ayuda. Sin embargo, la mayoría de los datos sobre Nico surgen por la iniciativa personal del protagonista.
—Al narrar la relación de dos hermanos El menor se convierte en una reversión de la historia de Caín y Abel.
—Existe una tentación a hacer la correspondencia ya que se trata de la relación fraternal más famosa de la historia pero no creo que sea una versión del mito. En él hay mucho odio e incluso un asesinato de un hermano por el otro. Más bien pienso que en mi novela pasa todo lo contrario. En el fondo hay mucho amor entre los dos hermanos antagonistas.
—Dentro del mito del hombre que se hace a sí mismo hay un tema fuerte que es el de la tradición que tiene la primogenitura en las familias inmigrantes.
—Es una tradición muy fuerte sobre todo en las familias que han atravesado la miseria. Todo es para el primogénito. Sucede con la tierra, por ejemplo, cuando hay poco para repartir, que lo que hay va para el mayor. En este caso, todos los hermanos no pueden estudiar y toda la familia se traslada, deja el pueblo para que el que estudie sea el mayor, el primogénito que es Martín. De ahí la importancia del título: El menor, Nico es el menor, el que no recibió nada.
Fuente: Télam
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