Cynan Jones: “Las historias más poderosas tienen un espacio por donde el lector puede caminar”

Un año después del éxito de “Tiempo sin lluvia” llega una nueva novela del autor galés. Publicada por Chai y traducida por la poeta Laura Wittner, la ficción indaga en el vínculo de dos hombres rudos, uno de ellos en duelo, en el marco de las granjas y los campos de Gales

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Confiado en que sus lectores sabrán recoger las pistas para transitar la historia que les propone, el escritor galés Cynan Jones reconstruye en La tejonera la anatomía del dolor y del aislamiento con un registro escueto y poético, una clara defensa de la idea de que para contar no hace falta decirlo todo: “las historias más poderosas tienen un espacio por donde el lector puede caminar”, dice en esta entrevista.

Un año después de haber publicado Tiempo sin lluvia, la editorial Chai publica “La tejonera”, en una traducción de la poeta Laura Wittner que apunta a conservar el universo galés, el ritmo y la musicalidad del original.

La novela indaga en el vínculo que entablan Daniel, un granjero que cuida de las ovejas y sus crías mientras transita un duelo, con un hombre rústico que vive de la venta de la chatarra de las rutas del campo de Gales y que, por la noche, cruza los alambrados, cava con palas y hurga con perros para cazar tejones.

- Creciste en una granja similar a la de la novela. ¿Te condicionó como escritor?

- Soy un producto del paisaje en el que crecí, y también lo son mis historias. Cuando era joven, vivía en un vecindario que era una suerte de colección de pequeñas casas muy juntas, pero mi Nain (en galés, abuela) y mi Taid (abuelo) tenían una granja a solo un kilómetro y medio. No era enorme, pero para mí era un mundo. Había bosques, matorrales y campos abiertos que llegaban hasta la playa. En el acantilado que daba sobre la playa había unos hornos de cal abandonados. Era como un castillo pensado para el tamaño de un niño con vista al mar. Este lugar me invitaba a vivir en mi imaginación. Y de alguna forma, elegí no superar esa condición: como aprendí a escribir, no tuve que hacerlo.

- En La tejonera, los caminos de los dos hombres coinciden en un desenlace brutal donde el silencio juega un papel determinante. ¿Qué rol tiene lo no dicho en la literatura?

- Mi apuesta es la siguiente: confío en el lector. Mi tarea es poner pistas, detalles, emociones e historias en un lugar que proporcionen al lector lo suficiente para hacer sus propias determinaciones sobre qué ocurrió cuando no se cuenta explícitamente. Sé que algunos escritores no muestran esa fe. Creo que las historias más poderosas tienen un espacio por donde el lector puede caminar.

- La novela tiene un registro muy preciso, una economía que da cuenta de que cada palabra tiene una razón de ser. ¿Cómo afrontás la idea de la traducción?

- La traducción es una gran responsabilidad y, en mi experiencia, los traductores son extremadamente operativos. Quizás pierdan más el sueño que los propios escritores. Pero, en última instancia, sé que el lenguaje es simplemente la herramienta con la que se cuenta la historia, por lo que confío en un traductor cuando siente que necesita reformular mis palabras para transmitir el significado o el sentimiento de forma más efectiva.

Cynan Jones dice que reproduce en sus ficciones los escenarios en los que creció
Cynan Jones dice que reproduce en sus ficciones los escenarios en los que creció

- ¿Y te involucrás en el proceso?

- Me gusta cuando los traductores me hacen preguntas. Demuestra que se están ocupando. En mis historias, hay muchos términos específicos (por ejemplo, cuando me refiero a los tipos de paisaje y a los lugares) que deben traducirse cuidadosamente para que la historia no naufrague. La verdad es que cuando recibo una edición de uno de mis libros en otro idioma sin haber tenido antes ningún contacto del traductor, me preocupa que algo se haya malinterpretado.

- La tejonera podría encasillarse como una novela rural, pero no transcurre en el campo bucólico que tantas veces se describe en la literatura. ¿Por qué elegiste un registro visceral, violento y contundente?

- La historia manda. Una vez que decidí escribir sobre un granjero exhausto y un hombre que le lanza perros a los animales, se me apareció el tono. Las actividades y emociones del libro son viscerales. Y son esos eventos físicos violentos del libro los que me hicieron tomar decisiones sobre las palabras.

En 2005, Jones viajó a Chile para visitar a un amigo y durante tres días recorrieron juntos los viñedos mendocinos. Su conocimiento de Latinoamérica, dice, es limitado, pero son muchos los autores con los que encuentra cierta sintonía.

En 2020, "Tiempo sin lluvia", de Cynan Jones -traducida por Esther Cross-, fue una novela que tuvo gran impacto en los lectores
En 2020, "Tiempo sin lluvia", de Cynan Jones -traducida por Esther Cross-, fue una novela que tuvo gran impacto en los lectores

- Hay una camada de autores que están reposicionando sus historias en zonas rurales. En el medio, una pandemia nos hace repensar nuestro uso de la tierra. ¿Qué tiene para decir el mundo rural de cómo vivimos los humanos hoy?

- Somos un mundo urbano. Desde 2017, si no recuerdo mal el dato, más personas viven en ciudades que fuera de ellas. Si bien son lugares vibrantes y extraordinarios, la mayoría de las ciudades hoy no pueden garantizar por sí solas ni el alimento, ni el agua, ni el servicio de limpieza. Las zonas rurales crían a las grandes ciudades. Y esa dinámica, en última instancia, es la que determina cómo se maneja la economía, se generan las políticas públicas y se toman muchas decisiones. Esta lógica tiene un gran impacto en las comunidades rurales, muchas veces en desventaja. Y, durante la pandemia, esto se ha vuelto aún más obvio: el campo pareciera estar al servicio de la ciudad y no estoy seguro de que sea sostenible.

- Tus historias orbitan alrededor de la soledad y el aislamiento ¿Cómo lidias con el aislamiento que trajo la pandemia?

- En marzo de 2020, antes de que la pandemia se declarara de forma oficial, tomé la decisión de dejar los jueves libres para escribir. Sin presiones, algo escapista, que pudiera disfrutar. Entonces la COVID golpeó, pero yo ya había tomado la determinación de escribir. En veintiséis jueves escribí el borrador de 52.000 palabras de una “novela de aventuras”. El tipo de historia que me transportó a mi infancia y esa sensación que siempre me impulsó a escribir. Agosto lo dediqué a redactar cuatro cuentos que habían estado en mi mente durante un tiempo, uno por la semana. Desde entonces, he ido y venido con varias ideas, creo que a veces también es necesario alejarse de un trabajo para pensarlo con claridad.

Afronto el aislamiento de forma pragmática. Es la situación que nos toca. No me llaman para viajar a festivales, ni para dar clases particulares de cursos de escritura, ni para reuniones. En algún punto ha sido bueno no tener esas interrupciones y trato todos los días de aprovechar al máximo la oportunidad. Aprovecho para pasar tiempo con mi familia. ¡Y me ocupo de esos trabajos que nunca termino! En definitiva, me ocupo de poner las palabras en la página.

La palabra de la traductora

Santiago La Rosa y Soledad Urquia, fundadores del sello Chai en 2019, apuestan a traducir y editar narrativa contemporánea extranjera.

En esa búsqueda, eligen traductores que, en su mayoría, son escritores que asumen la tarea con la certeza de que muchas veces, para ser respetuoso del texto original, es necesario dejar un huella. A Tomás Downey, Jorge Núñez, Virginia Higa y Esther Cross se sumó la poeta y escritora Laura Wittner, a cargo de la traducción de La Tejonera.

“Queríamos trabajar hace mucho con Laura. La prosa de Cynan Jones parece muy sencilla pero lo difícil es lograr que eso haga sentido, captar el espesor. Los párrafos tienen resonancias, palabras que se repiten y requiere de un trabajo especial. Sé que la traducción tuvo mucho ida y vuelta y nuestra primera intuición funcionó muy bien”, cuenta La Rosa sobre el proceso de la traducción.

¿Cuál fue la primera impresión que tuviste al leer La tejonera? ¿Qué desafíos te generó, después, la traducción?, fueron las primeras preguntas a Wittner acerca de la experiencia. “Mi primera impresión fue que la novela armaba un universo cerrado y completo al que había que entrar y que esto se presentaba desde múltiples perspectivas: la geografía, la emocionalidad de cada uno de los dos personajes centrales y la manera en que esas emocionalidades se yuxtaponen, la estructura de la narración y, por sobre todo, (porque es lo que más directamente me iba a afectar como traductora) la textura de ese lenguaje que por momentos parece desafiar incluso ciertos límites sintácticos”.

Laura Wittner, traductora de "La tejonera" (Telam)
Laura Wittner, traductora de "La tejonera" (Telam)

- Es una novela que, por momentos, parece poesía. ¿Cómo trabajaste para respetar ese registro?

- El trabajo de traducción fue verdaderamente arduo e implicó una toma de posición que, además, discutimos con los editores. La novela no sólo se mueve alrededor de algunos elementos muy idiosincrásicos como pueden ser el paisaje y el idioma galés (aunque está escrita en inglés todo el universo galés está presente) sino que además hay una idiosincrasia lingüística propia del autor, de Cynan Jones, que era necesario reponer en el castellano sin que eso se volviera un obstáculo para la lectura. Un autor puede tomar ciertas decisiones sintácticas, o puede repetir intencionalmente una palabra cinco veces en el mismo párrafo, pero es el autor, ese es su texto y principalmente ese es su idioma. Como traductora, mi mayor ambición es que un gesto así logre trasladarse al castellano con el mismo éxito con que fue pensado en primera instancia, y para eso muchas veces hay que apropiarse del texto, reemplazar cierta puntuación, sacar algunas repeticiones y dejar otras (siempre con el riesgo de que los lectores piensen “la traductora repitió esta palabra tres veces, qué torpeza”), dar una vueltita, eliminar, reponer en otro lado. Para mí, particularmente, siempre prima acompañar un ritmo, la respiración que el texto original ofrece y, donde la haya, hasta la musicalidad. Espero haber logrado todo esto con La tejonera.

*Con información de Télam

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