Javier Sinay: “El periodismo en idish reflejó la Babilonia de fines del siglo XIX que era Buenos Aires”

El periodista y escritor tradujo del idish “La caja de letras”, cuya bajada señala que se trata del hallazgo y recuperación de ‘Apuntes para la historia del periodismo judío en la Argentina’”, de Pinie Katz, una obra que expone una visión del mundo nuevo, de una Argentina a la que los europeos, del supuesto continente civilizado, venían a buscar un horizonte y un futuro promisorio a partir de su mirada comunitaria

"La caja de letras: Hallazgo y recuperación de ‘Apuntes para la historia del periodismo judío en la Argentina’, de Pinie Katz" (Ediciones del Empedrado) de Javier Sinay

El periodista y escritor Javier Sinay acaba de traducir del idish La caja de letras: Hallazgo y recuperación de ‘Apuntes para la historia del periodismo judío en la Argentina’, de Pinie Katz, una obra que según su autor trae al presente la “Babilonia de inmigrantes que era Buenos Aires de fines del siglo XIX” y cuya lectura revela “cuánto ha cambiado el periodismo en un siglo y cuán poco hemos cambiado los periodistas”.

Los inmigrantes de fines del siglo XIX trajeron al país sus lenguas, culturas y oficios, pero también sus costumbres y, con ellas, sus periódicos, que los mantenían ligados a los hábitos y tradiciones de sus pequeñas aldeas o pueblos europeos.

“El rescate del idish es una tarea cultural importante porque la producción literaria y periodística que hubo en ese idioma en Argentina, fue variada y muy vasta”, explica Sinay. Cada idioma o lengua guardaba “un punto de vista sobre el mundo, y eso es lo que hay que volver a poner en valor”, agrega el autor, quien descubrió el libro de Katz casi de casualidad, buscando material para su novela Los crímenes de Moisés Ville, ambos publicados por Ediciones del Empedrado.

Y, desde el valor periodístico al que hace referencia, en este caso se expone una visión del mundo nuevo, de esta Argentina a la que los europeos, del supuesto continente civilizado, venían a buscar un horizonte y un futuro promisorio a partir de su mirada comunitaria.

Sobre el periodismo propiamente dicho, Sinay -que viene de una familia de escritores- considera que “el libro revela aventuras vocacionales y competencias despiadadas entre aquellos pioneros. Es notable cuánto ha cambiado el periodismo en un siglo, y cuán poco hemos cambiado los periodistas”.

“No importa si sos judío o no, lo que importa de este rescate del libro de Pinie Katz es lo que refiere a esos tiempos premodernos del periodismo argentino y a una descripción muy detallada de una Buenos Aires, del período 1898-1914, que era una Babilonia de inmigrantes”

El autor de Camino al este sostiene que el libro que tradujo lo sorprendió “porque era un libro de aventuras. Los héroes y villanos eran un puñado de periodistas, inmigrantes quijotescos llegados a este confín del mundo donde cargaban los abrigos viejos desde la Rusia zarista”. Traían “samovares y ritos milenarios que en Buenos Aires valían poco o nada y a veces, mientras trabajaban de cualquier otra cosa, se ocupaban de fundar una nueva tradición basada en los artículos de prensa”, detalla, tejiendo una fina trama descriptiva.

Javier Sinay (Gentileza Ana Portnoy)

El libro de Pinie Katz muestra a esos inmigrantes “en toda su humanidad, con sus iniciativas vocacionales, sus competencias despiadadas, y sus miserias personales. Lo sorprendente es que cualquier periodista del siglo XXI entiende todo eso perfectamente. El periodismo cambió; los periodistas no tanto”, apunta.

Sinay se mostró fascinado porque casi 100 años más tarde, haya podido rescatar al autor, a quien retrata como “una persona muy relevante dentro de la comunidad judía de las primeras décadas del siglo XX”.

Y en verdad lo fue porque este periodista, escritor y traductor (que supo llevar al idish obras como Don Quijote, de Cervantes, y Facundo, de Sarmiento) además fue un hábil activista político y cultural.

Es así que fue uno de los creadores del ICUF, la rama judía del Partido Comunista, y del diario Di Presse, escrito en idish y que, en la época de la última dictadura cívico militar, editaba el mítico semanario Nueva Presencia en castellano, un valuarte de la defensa de los derechos humanos que traspasó las barreras de la comunidad judía, bajo la dirección de Herman Schiller.

El libro traducido por Sinay refleja el período 1898-1914, también recordado sin idealizaciones por otros autores. En el mismo año de 1914, David Goldman escribe en su libro Di Iuden in Argentine (Los judíos en la Argentina) acerca de “la cantidad de cadáveres que yacen en el cementerio literario argentino”, refiriéndose a los periódicos de corta vida.

“El libro es una caja de letras propiedad de periodistas valientes, aventureros, caóticos y tercos. Héroes y villanos a los que Pinie Katz redimió de la bruma y del olvido”.

“Goldman calcula que en esa breve etapa surgieron unos 40, pero fue un período apasionante. En esos años nacieron o dieron sus primeros pasos algunas instituciones que fueron luego pilares y en 1951, la revista Der Spiegel (El Espejo) definió aquellos tiempos como la época heroica del periodismo judío”.

Sinay explica que en una proyección de casi un siglo (1898-1989), 337 publicaciones judías vieron la calle.

“Entre los judíos había una fiebre comunicativa y como dice un refrán en idish: todo aquel que tuviera al menos una mano o un pie escribía. Por eso creo que hay que rescatar algo de todo eso”, indica el autor al mencionar el origen de su entonces proyecto de traducción, que consideró “necesario y maravilloso”.

Según Sinay, la cultura judía tiene un concepto para referir a la transmisión y la herencia: “la cadena de oro de las generaciones (di goldene keit, en idish)”. Y de eso se trata estos Apuntes para la historia del periodismo judío en la Argentina, ahora rescatados, recuperados y traducidos al castellano.

Esos hombres, que jamás podremos saber si nacieron primero seres humanos o periodistas dado su instinto, buscaron abarcar el mundo para tornarlo más seguro y habitable contra las injusticias de una civilización que parece haber aprendido poco porque, en muchos casos, cambiaron los nombres, pero siguen ocurriendo los mismos hechos denunciados por Katz a principios del siglo XX.

*Con información de Télam

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