Clarice Lispector y una escritura sin pausas y sin etiquetas: publican sus cuentos completos

Los relatos de la gran escritora brasileña nacida en Ucrania fueron publicados por Fondo de Cultura Económica, reunidos en una edición prologada y organizada por su biógrafo Benjamin Moser y traducida por la poeta Paula Abramo

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Todos los cuentos de la periodista, traductora y escritora ucraniana-brasileña Clarice Lispector, desde el primero que escribió a los 19 años hasta los que se encontraron después de su muerte, fueron reunidos en una edición prologada y organizada por su biógrafo Benjamin Moser y traducida por la poeta Paula Abramo, quienes hablan en esta nota sobre la obra de una de las autoras más singulares del siglo XX, la que nunca dejó de escribir y se animó a distintos géneros y formatos.

En las primeras páginas del libro, publicado por Fondo de Cultura Económica, Moser adelanta que en estos 85 relatos Lispector “invoca, ante todo, a la escritora misma” y dice que allí están “desde la promesa adolescente hasta la implosión de una artista que se acerca a la muerte -e incluso la invoca-, pasando por la seguridad de la madurez, permitiéndonos descubrir a esta figura adorada en Brasil, que es más grande que la suma de sus obras individuales”.

Novelista, cuentista, periodista y traductora, Lispector nació en la aldea ucraniana de Chechelnik el 10 de diciembre de 1920, pero su familia dejó Ucrania al año siguiente y, después de un intenso viaje, sus padres Pinjas y Mania Lispector lograron instalarse junto a sus tres hijas, en 1922, en el puertito de Maceió, ubicado en el Nordeste brasileño.

A sus cinco años, Clarice llega con su familia a Recife, capital del Estado de Pernambuco, también en el Nordeste y se apropia del lugar, ya que allí aprende la lengua portuguesa, esa en la que pensó, soñó, proyectó y a través de la cual expandió las capacidades de habitar lo cotidiano.

Fotografía facilitada por el Instituto
Fotografía facilitada por el Instituto Moreira Salles que muestra a la escritora brasileña Clarice Lispector. (EFE/ Acervo Clarice Lispector/Instituto Moreira Salles)

Moser descubrió a Lispector estudiando portugués cuando leyó La hora de la estrella. “Fue una obra tan genial que me enamoré de esa mujer, quería saberlo todo”, rememora el editor, escritor y traductor que luego se dedicó a escribir Por qué este mundo. Una biografía de Clarice Lispector, libro por el que fue finalista del National Book Critics Circle Award y obtuvo el Premio Estatal a la Diplomacia Cultural de Brasil por contribuir a divulgar internacionalmente su obra.

Para el biógrafo, la de Lispector es “una obra tan rica que contiene mil temas” y dice que lo que más le llamó la atención “es que escribió desde la adolescencia hasta la muerte sin interrupción”.

Desde México, Paula Abramo -también traductora del Diario de la peste del portugués Gonçalo Tavares (Interzona) que publicó diariamente Infobae en 2020- relata que en 2017 le propusieron este trabajo de traducción y aunque se sintió “muy honrada” primero dudó “por las dimensiones del reto: Clarice es difícil, por momentos muy oscura, muy adorada y estudiada, y el libro no era pequeño”.

“Además, no era una escritora con la que yo tuviera una relación de mucha intimidad. Pero, ¿cómo negarse a tan sabroso desafío? Y, además, en el trabajo de traducción, la intimidad se construye. Entonces me decidí. El proceso me llevó un poco más de dos años, con intervalos importantes”, explica sobre el libro.

Cuenta que se preocupó por “preservar las rarezas gramaticales de la autora, sus giros sorpresivos, pero dejar que en sus momentos de sencillez y transparencia fuera sencilla y transparente también en español”. En el proceso detalla que consultó a colegas especialistas en literatura brasileña y traductores de Clarice para los puntos en los que no lograba decidirse por una u otra lectura.

“A veces las interpretaciones de todos ellos diferían entre sí, y eso me producía una sensación de libertad y vértigo. Al final grabé toda la traducción: era importante para mí saber cómo sonaba. Solo entonces revisé otras traducciones”, precisa.

Su encuentro con la obra de Lispector fue a partir de Lazos de familia, que recuerda haber leído “cuando tenía veintipocos años”. “Lo encontré, si no mal recuerdo, en una librería de viejo acá en México. Era la traducción de Cristina Peri Rossi, editada en España por Montesinos. En aquel momento lo que más me impactó fue el cuento ‘La cena’, ese retrato inquietante de una figura masculina y poderosa, decayendo, desmoronándose en un restaurante mientras come carne. Luego, por muchos años, salvo por algunos encuentros esporádicos, dejé de leer a Lispector. Pero ese cuento, junto con ‘El búfalo’ y ‘Una gallina’, estaban siempre por allí, en mi memoria”, repasa.

Clarice Lispector (Archivo/Télam/MCL)
Clarice Lispector (Archivo/Télam/MCL)

Abramo (Ciudad de México, 1980) dice que el conjunto agrupado en este volumen “reúne textos bastante heterogéneos, desde escritos muy poéticos, como ‘La repartición de los panes’ o ‘Silencio’, hasta un extraño auto de fe incluido en la heterogénea sección ‘Fondo de cajón’, de ‘La legión extranjera’, pasando por el demoledor ‘Mineirinho’, que es un posicionamiento político de la autora frente a la brutalidad policíaca, un texto más periodístico, que mantiene una tristísima vigencia en la actualidad”.

¿Cómo dialogan los cuentos con las novelas de Lispector? Para Abramo, autora del poemario Fiat Lux, “la lectura de sus cuentos es una buena compañía para la de sus novelas, pues permite un recorrido diacrónico en el que muchas de las inquietudes y exploraciones presentes en los cuentos están también presentes en las novelas que escribió en esos mismos períodos y dialogan con ellas”.

Para Benjamin Moser quien después de la biografía de Lispector se abocó a escribir sobre la vida y la obra de la escritora Susan Sontag, “algunos cuentos son casi como pinturas abstractas que no tienen nada que ver con la comprensión fácil y muchos de esos cuentos empezaron como piezas periodísticas o comenzaron con cuentos y fueron transformándose en piezas periodísticas en el Jornal de Brasil semanal durante varios años”. Ese trabajo, esas columnas son “un lujo para los ciudadanos y ciudadanos de Río en los años 60 y 70”.

Lispector publicó a los 23 años Cerca del corazón salvaje, que había escrito a los 19, y por la que recibió el premio Graça Aranha como mejor novela. Ese mismo año se casó con el diplomático Maury Gurgel Valente, a quien conoció mientras estudiaba en la universidad, y comenzó una vida familiar que la llevó a compartir destinos internacionales sin dejar nunca de lado su vínculo con la escritura.

No se dejó atrapar por convenciones ni etiquetas, estableció una intervención única y personal sobre el lenguaje que puede encontrarse en los libros de cuentos Algunos cuentos, Lazos de familia, La legión extranjera y en las novelas La pasión según G.H., Agua viva, La lámpara” o Para no olvidar”.

“La escritura fue algo fundamental en su vida. Ella dice siendo bastante joven, a sus 25, 30 años que escribir era lo que más quería, por encima de cualquier otra cosa, hasta más que el amor, mientras sospechaba que no valía la pena, que no estaba a la altura de lo que pretendía ser, esa duda la acompañó siempre. Sin embargo, a pesar de sus dudas, se fue formando mientras escribía. Es la figura fundamental de la literatura brasileña del siglo XX, cada día es más famosa, más leída y más querida”, destaca Moser.

(Wikipedia / Instituto Moreira Salles)
(Wikipedia / Instituto Moreira Salles)

Tanto Abramo como Moser eligieron aquellos textos que prefieren de la obra de Lispector. Para la traductora, los elegidos son los que están en “El viacrucis del cuerpo” y en especial “El cuerpo”, al que define como “un cuento desternillante, que me reveló una Clarice totalmente otra: desparpajada, cómica, irreverente”.

Mientras que el biógrafo se inclina por “La imitación de la rosa”, un relato que define como “absolutamente genial” donde “las frases del inicio son muy normales, comprensibles y poquito a poco se va deslizando su habla y el lector se puede dar cuenta de que esa mujer se está volviendo loca. Es algo que me fascina porque la frontera entre la salud mental y la locura es un tema que siempre le admiré a Clarice, ella tiene la fuerza de no volverse loca, de ir, de pensar en los extremos de la experiencia humana sin pasar los limites y volver para contarlo”.

Lispector murió en Río de Janeiro el 9 de diciembre de 1977 a los 56 años en la víspera de su cumpleaños y dejó un universo que convoca a explorar los lazos familiares, los límites con lo establecido y las injusticias, atravesando las tensiones que permiten la lengua y la narrativa.

*Fuente: Télam

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