Si algo aceleró la pandemia fue la digitalización y la virtualización de los vínculos en todas sus formas. Así, casi de un día para otro, el año pasado miles de trabajadores y compañías tuvieron que mutar al home office, una modalidad que sólo estaba reservada para unos pocos y que se terminó convirtiendo en parte de la nueva normalidad.
El trabajo remoto presenta beneficios y desafíos, según por dónde se lo mire. En gran parte depende de cómo se lo transite lo cual depende de múltiples variables que van desde la la calidad de conexión y el espacio en el hogar con el que se cuente, hasta la capacidad de manejo de la atención que tenga la persona que, en un mundo rodeado de pantallas y notificaciones que suenan sin parar, puede resultar muy difícil.
Con el exceso de las videollamadas llegó lo que se conoce como fatiga de zoom. Esto se suma a la dificultad de establecer prioridades cuando estamos bombardeados por todo tipo de estímulos y exigencias tanto en el ámbito personal como laboral. ¿Cómo lidiar con estos nuevos desafíos? ¿Cómo aprender a decir que no, establecer límites y concentrarse mejor en situaciones adversas?
Estos son algunos de los temas que abordan Martina Rua y Pablo Fernández en el libro Cómo domar tus pantallas (Penguin Random House) y sobre los cuales se explayaron en esta entrevista que tuvieron con Infobae Cultura, que, manteniendo la impronta de estos tiempos, ocurrió a través de una videollamada. En la charla, además, comparten algunas claves para hacer un détox digital y cuidar el bienestar en esta era de híper conexión.
-¿Cómo saber si se se está usando la tecnología de forma saludable? ¿Cuáles son los indicadores?
Martina Rua: -Hay algunos indicadores que te demuestran si estás haciendo un uso con bienestar de la tecnología y tiene que ver con cómo te sentís al usarla. Hay un sentimiento de agencia, es decir si vos estás al mando de lo que estás haciendo; si sentís una autonomía en la elección de lo que estás haciendo. Por otra parte hay que ver cuáles son los sentimientos que te genera, eso también es un indicador. Cómo te quedas luego de utilizarla y si sentís que tenés las capacidades para usarlo. Entonces sería: si tengo la capacidad para entender la tecnología que estoy usando, si tengo un sentimiento de autonomía en la elección y también si te genera relaciones o te aísla. Hay muchas personas que al usar la tecnología se sienten más aisladas luego de utilizarla y hay otras que generan relación con otros. Esos son algunos de los indicadores para saber si se está haciendo un buen uso de la tecnología.
-Otro de los temas que abordan en el libro es la fatiga de las videollamadas o de zoom, un tema del que se ha hablado mucho en este último tiempo ¿cómo se identifica y sobre todo cómo se ponen límites?
Pablo Fernández: -Algo que decimos en el libro es que la pandemia nos obligó a muchos a hacer home office. No fue planificado. Allá por mediados de marzo de 2020, muchas empresas decidieron de un día para otro, con razón, que se pase a trabajar a las casas. Y eso, que ocurrió sin planificación, hizo que muchas cosas que con tiempo salen mejor, las hiciéramos de un día para otro. Hacer todas o muchas de las reuniones por videoconferencia, que a muchas personas además se le sumó a las videoconferencias del edificio, de sus hijos, si tiene hijo, hizo que apareciera esta fatiga de zoom. Estar todo el tiempo mirando una cámara no es normal y nos afecta. Pero no es solo mirar a la cámara sino vernos a nosotros mismos y cuando uno está en una reunión en un café uno no se ve a sí mismo todo el tiempo, sino que ve a la otra persona a la cara, los ojos. Esto de verse ver las muecas que se hacen, en general, causa bastante ansiedad y de hecho en el libro damos dos tips: en Zoom y en Meet te podés esconder vos mismos y creo que alguna otra plataforma lo está planificando ahora mismo así que eso ya hace que reduzcas un poco esa situación. Y después lo que siempre decimos es que a veces es posible hacer una llamada por teléfono. Hay veces que no queda otra que usar video; y el video es positivo porque permite ver las reacciones de otras personas; pero hay muchas cosas que podés hacer por teléfono. Otra cosa en la que insistimos mucho con Martu es en hacer conversación asincrónica, es decir no en tiempo real: podés mandar un mail, cargar un documento de Google o Microsoft, donde sea y eso hace que la persona pueda ir a buscar el material ahí cuando pueda. Porque además, estamos pasando una pandemia, no nos tenemos que olvidar de eso, no es una anécdota. Es algo que posiblemente contemos a las futuras generaciones: “Sí, yo viví en 2020, 2021 y pasé por esto” No es algo menor y por eso decimos que hay que tomar las riendas de esto.
MR: -Y también hay una parte de un drenaje cognitivo, donde vos también estás pensando en que la conexión funcione, entonces no solo tenés que conectarte con tu mensajes y contenidos, y con agradar del otro lado de la pantalla sino que también depende de vos cómo anda la conexión. Entonces todo eso genera un peso que hace que llegues más exhausto al final del día por eso es muy necesario hacer los break de la pantalla.
-Hablando de recreos, ustedes mencionan la importancia del ocio y cómo puede ayudarnos a ser más creativos, ¿cómo es esto?
MR: -Con respecto al ocio, hay cada vez más evidencia científica sobre cómo esto impacta en la productividad. Muchos nos dicen: “¿hay que tener ocio para ser más productivo, no se puede tener ocio porque sí? Sí, por supuesto el ocio impacta en el bienestar y la felicidad de la persona; pero también hay evidencia de cómo impacta en la productividad. No un ocio del que te chocás por casualidad, sino un ocio elegido, agendado y cuidado. Así como cuidamos los espacios de reuniones, o los espacios de desarrollo personal espiritual o laboral también se necesitan espacios de ocio elegidos. Cuando uno tiene ocio también puede generar distintas conexiones que no habría generado de otra manera. Muchas ideas ocurren en los momentos de ocio y tiene que ver con lo que le pasa al cerebro en ese momento. Quizás un momento de aburrimiento, dispersión o disfrute genera conexiones distintas que no ocurren cuando estás haciendo algo laboral, por ejemplo.
-¿Cómo se hace para priorizar? ¿Cuáles sería la guía para tener en cuenta y decir: “me conviene decir que sí a esta propuesta, a esta debería decir que no”? ¿Y cómo nos organizamos en función de las prioridades?
PF: -Nosotros venimos trabajando la priorización desde La fábrica de tiempo y en general tiene que ver con lo mismo, y con las pantallas es igual. La idea de : cómo hacemos para elegir? La recomendación es tomarse un café, un mate con uno mismo. Parar la pelota. ¿Cuándo fue la última vez que se tomaron un tiempo solos? Y solos es con el celular apagado o muteado, un café, algo para escribir y pensar qué es lo que quiero hacer este año, hacia dónde quiero que vaya mi carrera, y mi vida personal. Supongamos que la pandemia lo permite, preguntarme ¿quiero pasar más tiempo con mis amigos, mi familia? ¿quiero estudiar más, trabajar más, meterme en este campo nuevo? Todas esas definiciones entran en tensión porque solo tenemos 24 horas. No quiere decir que tengas que apagar una para hacer la otra, pero sí que priorices una por sobre la otra. La idea es que tomes esa decisión, definas eso y a partir de ahí cuando aparezcan nuevas opciones puedas decir que no, sobre todo a nivel laboral. Es muy difícil decir que no en pandemia, más en una economía como la otra, lo sabemos. Entonces seguramente al principio de una carrera, yo al menos decía que sí a casi todo pero cuando uno va creciendo se hace más fácil decir que no. Muchas veces decir que no deja plata en la mesa y eso uno lo puede hacer también siendo joven porque estás priorizando terminar tus estudios universitarios o terciarios, no importa, lo importante es que tengas claro más o menos lo que querés y sabés que estás haciendo una apuesta que puede salir o no. Decir que sí a todo te puede producir, como decía Martu, ese peso cognitivo que se genera cuando tenés 70 cosas en la cabeza. Así que es priorizar y aprender a decir que no, que es difícil. Hay que evitar decir que sí o no en caliente. Esto es importante: “te contesto mañana”. No es para evadir la respuesta sino para asentar las ideas.
MR: -Por eso en el libro tenemos ejercicios para aprender a decir que no y tenemos unas técnicas donde vos podés decir un “no” que ofrece soluciones, que ofrece la ayuda de otros colegas, donde se explica con honestidad el presente y cuál puede ser el compromiso a futuro. Invitamos a que los lectores puedan hacer el ejercicio y que ensayen los no, porque hay formas en las que uno puede cuidar las relaciones, preservar el trabajo y seguir cuidando su marca personal diciendo que no.
-Uno de los desafíos que plantean en este libro como también en La fábrica de tiempo es la atención dividida. Esa situación que ocurre cuando uno está atento a múltiples pantallas y sobre todo múltiples redes sociales porque están diseñadas para que eso ocurra, de hecho Tristan Harris habla mucho de esto ¿Qué se puede hacer para reducir esas distracciones?
MR: -Uno puede primero mirar el celular y entender cómo lo está usando. Nosotros decimos siempre que hay que hacer una consulta médica pero de cómo estás usando el teléfono, entonces una vez que lo hacés, comenzás a tomar decisiones. Primero informándote cómo están construidas las aplicaciones, que ahí nos parece que hay mucha información y por eso le dedicamos un capítulo entero a contar cómo está hecha la tecnología que usás todos los días, porque al entender esto podés usarla de una forma más crítica. Esto quiere decir que cuando me compro el celular todas las notificaciones llegan prendidas. ¿Lo sabías? entonces apagalas, elegí cuales priorizar y así podés trabajar. Creemos que sobre todas las cosas tener información sobre cómo está construida la tecnología te permite a vos saber cómo utilizarla
PF: -Una cosa muy concreta que pueden hacer es dividir entre apps que son infinitas, bottomless le dicen en inglés, porque son como un agujero negro que te metés y no sabés cuando salís. Todos sabemos cuales son esas apps en las que “me meto un minuto” y permanecés dos horas. A nosotros nos gusta la tecnología, hace un montón que cubrimos Tecnología, lo que proponemos en “Cómo domar tus pantallas” es tener agencia sobre eso, hacer un uso cociente. Si yo quiero ver stories, de hecho yo publico stories, Martu también publica stories, pensar en qué momento del día lo quiero hacer, cuánto tiempo me meto ahí. Entonces con esas apps en las cuales el uso no empieza y termina rápido, la recomendación es al menos ponerlas en la segunda pantalla del celular y colocar en la primera pantalla las que empiezan y terminan rápido como Google Maps o las apps para tomar notas, la cámara, que son apps con las que no te vas a enganchar horas o minutos largos. Eso es algo muy simple que recomendamos que hagan.
-En el libro también hacen mención de los software de vigilancia que usan algunas compañías para monitorear a sus trabajadores, algo que también se potenció en el marco de la pandemia. ¿Son útiles y convenientes?
MR: -Hemos hablado mucho de esto con Alicia Gasca, que es una especialista en el futuro del trabajo y ella nos contaba cómo está avanzando este tema, y que es una amenaza para la autonomía y también para la privacidad de las personas. Cuando aumenta el trabajo híbrido o remoto, hay distintas compañías que están apostando a este tipo de softwares que en general sería todo lo contrario a una manera sana de vivir el trabajo remoto. Creemos que el trabajo remoto tiene una filosofía que se basa en la autonomía y conversaciones donde hay responsabilidad y compromiso. Sabemos por supuesto que hay muchas estructuras, muy tradicionales a las que les resulta muy difícil ir hacia este tipo de autonomía y trabajo por objetivos pero las compañías más productivas e innovadoras están apostando mucho más a la autonomía y el compromiso que a estos tipos de software que pueden llegar a vulnerar algunos de los derechos de las personas.
-¿Qué consecuencia positiva nos deja esta nueva normalidad? Estuvimos hablando de los desafíos que llegan de la mano del trabajo remoto y del virtualidad en general, pero quizás, en medio de todas estas dificultades (y de la tragedia que implica esta pandemia) hay algún aspecto positivo para destacar
PF: -Lo que seguro hizo fue acelerar muchos procesos. Con Martu venimos analizando el tema del trabajo remoto hace años. De hecho así surgió La fábrica de tiempo. Nos íbamos a centrar casi exclusivamente en ese tema. Creemos que tiene muchas cosas positivas el trabajo remoto o híbrido, en el libro lo decimos: creemos que muchos de los que probaron el trabajo remoto van a pedirlo a futuro. Creemos que eso puede ser positivo porque en general te da, si lo hacés bien y es difícil, una autonomía que estar en una oficina no te la da, además del tiempo que te ahorrás en ir y venir. También hay un montón de cosas que la gente dice que extraña de la oficina que es esa charla de café, de pasillo pero después tiene muchas otras cosas positivas trabajar en casa.
MR: -Y la pandemia también les permitió a muchas personas preguntarse: ¿para qué hago lo que hago? ¿Esto lo quiero seguir haciendo? Les dio mucha información también sobre lo productivos que pueden ser de forma remota, entendieron cuáles son las actividades que se pueden hacer de forma remota, y cuales requieren relación, entendieron cómo la creatividad sufre a lo lejos. Hay mucha información sobre cómo el proceso creativo se está viendo dañado por la era híbrida, donde no podés tener esa conversación discusión cara a cara, ese intercambio que muchos extrañamos; pero también se ha visto cómo muchas personas volvieron a lo esencial: a cuidarse, a pensar en sus hobbies, a su momento de descanso y conexión con su familia y que no están dispuestos a abandonarlos. También fuimos muy productivos porque sino esta era híbrida no estaría acá, muchas empresas estarían desesperadas por volver a las oficinas y si eso no ocurre, hasta en las empresas más tradicionales es porque fuimos muy productivos, el tema es a qué costo. Entonces ahora vemos que hay compañías que lo están tomando muy en serio y están virando hacia una nueva manera de trabajar donde se tiene al bienestar de las personas en el centro.
PF: -Y mucha más gente entendió que trabajar en casa es complicado, eso muchos no lo sabían antes, como que tenés un montón de interrupciones, o que la gente piensa que no estás trabajando. Todo eso que los freelancers sabemos desde antes ahora lo sabe un montón de otra gente y eso seguramente va a generar relaciones idealmente mejores a futuro.
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