La belleza del día: “La ciudad de París”, de Robert Delaunay

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

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“La villa de París”, de
“La villa de París”, de Robert Delaunay, en el Museo Pompidou, París

La historia del arte está llena de obsesiones temáticas. Ideas, sentimientos, experiencias, objetos. Muchos son los artistas que vuelven una y otra vez a un asunto, en los diferentes momentos de su desarrollo pictórico, tal como sucedió con el francés Robert Delaunay y la torre Eiffel.

Delaunay (1885 - 1941), de quien hoy se cumple el 136 aniversario de nacimiento, fue uno de los pioneros del arte abstracto, uno de los máximos representantes del orfismo -cubismo abstracto y colorido- y junto a su esposa, Sonia Delaunay, uno de los creadores del simultaneísmo.

Al inicio de su obra pictórica, el artista parisino realizó obras en serie con diferentes temáticas, pero -casi- siempre con la ciudad de la luz como inspiración: la catedral de Saint-Sévrin (1909–10); Ciudad (1909-1911); Torre Eiffel (1909-1912); Ciudad de París (1911–12); Ventanas (1912-1914); el equipo de rugby de Cardiff (a partir de un partido contra el de Paris, 1913); Formas circulares (1913); y Discos (1913). Salvo en la última, en todas, de alguna manera, aparece el monumento construido para la Exposición Universal de 1889.

3 momentos de la Torre
3 momentos de la Torre según Delauney: 1909-1910, 1911 y 1924

En el caso de La villa de París, Delauney la realizó para el Salón de los Independientes de 1912 y allí se sintetizan, tanto en su formato monumental, 267 x 406 cm, como en su riqueza iconográfica algunas de las claves de la obra del artista.

El pintor expone algunos de los motivos recurrentes de toda su obra, tanto en lo que hace de la vista de París como de su fetiche, la Torre Eiffel. Pero al mismo tiempo, integran la obra las Tres Gracias, las Cárites de la mitología griega: Aglaya (Belleza), Eufrósine (Júbilo) y Talia (Abundancia).

La manera en que Delauney representa a lass hermanas -que en la historias fueron reproducidas en frescos del siglo I en Pompeya hasta en cuadros de Rafael, Rubens y Van Loo, por nombrar algunos- revelan un momento de cambio, en su paso del cubismo a la abstracción a través de varios contrastes.

Fresco de Pompeya; "Las señoritas
Fresco de Pompeya; "Las señoritas de Avignon", de Picasso, y "Yo mismo - retrato de paisaje", de Rousseau

La obra, además, tiene diferentes referencias estéticas, algunas más evidentes que otras. Por ejemplo, la figura de las tres gracias corresponden a las realizadas en el fresco de Pompeya, pero lo rostros primitivistas hacen referencia Las señoritas de Avignon de Pablo Picasso. El puente y el barco sobre la izquierda, abajo, son un homenaje a su maestro, Henri Rousseau, tomada de la pintura Yo mismo - retrato de paisaje.

“Visión de París: transición al color constructivo, estado entre lo constructivo y lo destructivo. […] Síntesis de la Ciudad y la Torre […]. Los desnudos femeninos son edificios, los edificios son desnudos. Reaparece la gracia ancestral: ¡Pompeya! Pero ahogado en el deseo de una nueva composición”, escribió Delaunay, como se cita en el libro recopilatorio de cartas Del cubismo al arte abstracto.

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