La belleza del día: “El pastor distraído”, de William Holman Hunt

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

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“El pastor distraído”, de William
“El pastor distraído”, de William Hunt, en la Galería de Arte de Mánchester

Cuando William Holman Hunt (1827- 1910) comenzó a pintar El pastor distraído su compañero prerrafaelita John Everett Millais realizaba su emblemática Ofelia. Era el año 1851, la Hermandad ya tenía tres años de existencia, y ellos vivían uno cerca del otro en Ewell, Surrey, donde se asistían mutuamente en los trabajos.

Ambas pinturas representan escenas rurales en el estilo prerrafaelita, con abundantes detalles, colores intensos y composiciones que remiten al arte italiano del Quattrocento. Como también poseen detalles que se vuelven perturbadores detrás de piezas que, en una mirada rápida, parecen inocentes.

La obra de Hunt recrea un momento pastoril con cierto romanticismo, un hombre, sus ovejas, una joven, un cortejo. Pero es un pastor que olvida su rebaño, lo abandona a su suerte, y mientras algunas permanecen juntas otras, por ahora pocas, comienzan a alejarse. Él se acerca de atrás y pasa un brazo por sobre el hombro de ella, que si se observa la composición de las manos, la expresión de la cara, no queda demasiado claro si está de acuerdo con lo que sucede.

¿Hay complicidad o rechazo?, ¿está forzando el pastor la situación?, ¿hay una violación del espacio no consentido? Él tiene una “razón” para asediarla: mostrarle la polilla que ha atrapado, aunque para eso tenga que rodearla con el brazo.

Lo detallado de las obras prerrafaelitas no era al azar. No era sencillamente construir obras sobrecargadas, sino que tenían una intención simbolista, abrir interpretaciones. En este caso la polilla no es solo la “razón”, sino el núcleo, ya que no es cualquiera de la familia del insecto, sino una conocida como acherontia o popularmente como “cabeza de la muerte”

El nombe se lo debe al patrón en forma de cráneo que posee entre sus alas, sobre el lomo, y a lo largo de la historia ha sido asociada a lo sobrenatural, como un preludio del mal. De todos los prerrafaelitas, quiza Hunt fue el más conservador, religiosamente hablando. En varias de sus obras hay una conciencia sobre el mal y el bien basado en la moral. Incluso en El despertar de la conciencia (1853), su obra más famosa y que escandalizó al público de la época por mostrar una relación extramatrimonial, el fondo de la cuestión es que ella encuentra “la luz”, entiende que esa vida no es la correcta. En ese sentido, el hombre y su accionar es la representación del mal.

 El despertar de la
El despertar de la conciencia

Se desconoce quién fue el modelo del hombre, pero no quién fue ella: Emma Watkins, a quien conoció en Ewell mientras caminaba por el campo y lo fascinó a primera vista. Tanto es así que fue hasta el pueblo vecino ese mismo día para convencer a su madre y hermano para que ella se convirtiera en su musa para El pastor distraído. Eso sí, tenía que viajar a su estudio en Chelsea. Y así sucedió.

Watkins causó una fuerte impresión entre varios de los artistas de la Hermandad y Dante Gabriel Rossetti la llamó “la copta” (la egipcia o la esfigie) debido a sus rasgos exóticos, pero sobre todo en Hunt. Ella viajó las primeras veces a Londres con su prometido, a quien se describe como “un marinero”, pero luego viajó por su cuenta y se quedó en el mismo alojamiento que Hunt, lo que disparó una serie de rumores en la Hermandad. Cuando la obra se terminó, Watkins volvió a su pueblo, se casó y siguió con su vida.

La historia parecía terminada hasta que en la edición del 3 de abril de 1858 de la revista semanal Household Words, que pertenecía a Charles Dickens, se publicó una historia titulada Calmuck, con la firma de Robert Barnabas Brough. Se relata allí como un artista llamado Mildmay Strong sedujo a una chica de campo que estaba usando como modelo, a pesar de que ella estaba comprometida con un marinero celoso.

Cuando Hunt leyó la historia se puso lívido y amenazó con demandar al medio, escribió una carta a Dickens, quien le contestó que no estaba al tanto de que estuviera basado en un caso real. La reputación de Hunt estaba en duda, sus familiares le daban la espalda por el affaire e incluso su casera, la señora Bradshaw, estaba indignada debido a que se describía a su alojamiento “ficticio” como miserable. ¿Qué sucedió realmente? Nadie lo sabe, pero para algunos El pastor distraído, que se encuentra en la Galería de Arte de Mánchester, no es otra cosa que una metáfora de la obsesión de Hunt por una joven muchacha de campo. O quizá, todo sea una casualidad.

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