Un corto argentino se llevó el Gran Premio en la Competencia Internacional, mientras que un documental mexicano hizo lo propio en la Competencia Americana de la edición 22 del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici), que este año presentó una programación con cierta disparidad, con atractivos en el drama, filmes delirantes y algunos más que podrían ser catalogados de pretenciosos.
La cinta ganadora en el plano internacional, titulada Mi última aventura, de 15 minutos y dirigida por Ezequiel Salinas y Ramiro Sonzini, narra la historia de un chico pobre que decide dejar de serlo y, junto a su amigo, intenta huir llevándose un bolso lleno de dinero de su jefe. La última noche en su ciudad natal es un repaso a modo de despedida de los dos amigos por los lugares, la emoción y las canciones que marcaron sus vidas.
En la misma sección, acaso lo más sobresaliente llegó sobre el final de los más de 10 días de muestra -inició el 17 y termina formalmente mañana domingo- con El Planeta, ópera prima de la artista plástica argentina Amalia Ulman, quien escribe, produce y coprotagoniza -junto a su madre- esta cinta que hace mella en el uso de las apariencias, tanto para crear una imagen como para sobrevivir. Ulman ganó en Mejor Dirección y, junto a su progenitora, recibió una mención especial por sus actuaciones.
The Nose or the Conspiracy of Mavericks, del ruso Andrei Khzhanovsky, ganó como Mejor Largometraje en la misma sección con una cinta animada que combina múltiples técnicas, formatos, líneas temporales y géneros para llevar adelante su disruptivo réquiem a la vanguardia rusa: un elaborado popurrí de época, basado en el cuento La nariz de Gogol y en la ópera de Shostakovich que este inspiró.
Otra destacado, aunque sin suerte en los premios, fue el prometedor debut cinematográfico del crítico británico Christopher Small, Communists!, que comienza como un “comming of age” para transformarse en una cinta que indaga en la influencia de la tragedia en el arte y cómo esto puede afectar a los artistas.
Otros de los puntos altos, aunque su duración de cerca de tres horas peca para su correcto visionado, fue el documental Selfportrait 2020, del coreano Lee Dongwoo, que puede ser descrito como un grito de amor al arte, cargado de desesperación, que recorre las calles de Seúl en la piel de Lee Sang-Yol, un director de cine bipolar, alcohólico y en situación de calle, que añora su fugaz éxito como realizador audiovisual y se entusiasma por ser el protagonista de un nuevo filme.
El delirio también estuvo presente en Jesus Shows You the Way to the Highway, del español Manuel Llansó, y la película de animación estonia The Old Man Movie, de Oskar Lehemaa y Mikk Mägi, cintas extravagantes a más no poder, donde se pierde todo el sentido de la lógica en pos de la comedia sin sentido y tramas por demás atractivas.
En tanto, el realizador argentino Rodrigo Caprotti estrenó su ópera prima Bahía Blanca, filme basado en la homónima novela de Martín Kohan, al que definió como “un thriller deforme que no se olvida de la comedia negra”.
La trama sigue los pasos de Mario, un docente universitario, un hombre atormentado y obsesivo, que llega a la ciudad del título con la excusa de una investigación, y ya en el lugar busca escapar de un pasado que lo apabulla hasta que se encuentra con un antiguo amigo que lo lleva a un peligroso camino sin retorno.
Competencia Americana
La Competencia Americana fue, quizá, la que mostró menos atractivos, aunque deja en el saldo del haber la búsqueda y experimentación de las cintas presentadas; tal el caso de Canción para la Batalla del Tala, de Mariano Llinás, a quien se le resalta el valor de siempre buscar por donde casi nadie lo hace o nadie se anima, aunque por momentos se torna algo soporífero, exigiendo un gran nivel de concentración para poder conectar la música con los textos e imágenes hogareñas insertadas a lo largo del relato que recrea el combate que da título al documental.
Ganadora del Gran Premio en esta sección, la mexicana Cosas que no hacemos, de Bruno Santamaría Razo, deja las mismas sensaciones. Se trata de un documental sobre la niñez en un poblado perdido de México pero que, si no se lee la sinopsis antes de ver el filme, uno no puede percatarse de qué va la trama. Será, seguramente, el formato ensayístico e intimista el que atrapó al jurado para el lauro.
Interesantes búsquedas se vieron, sin embargo, en el debut de la uruguaya Eva Dans con Carmen Vidal, mujer detective y la brasileña Marcela Lordy con El libro de los placeres, que se llevó la Mención Especial y cuya protagonista, Simone Spoladore, fue elegida como Mejor Actriz.
El primer caso es un film noir de una joven investigadora que nunca conoció a su padre, alcohólica, adicta a la pizza y a la marihuana, que no usa celular ni internet, y que comienza el filme perdiendo a su amigo y compañero de trabajo.
El filme apela a una montaña de clichés que solo se utilizan con al afán de resaltarlos para no caer en el lugar común, un interesante recurso de esta joven uruguaya que debuta en pantalla grande en los tres roles.
Lordy, en cambio, trajo un drama erótico en el que una acaudalada maestra treintañera del interior de Brasil se va a vivir al lujoso departamento que su familia tiene en Rio de Janeiro para dar rienda suelta a sus deseos sexuales.
Sin embargo, pronto resulta evidente que el desenfreno sexual es solo una forma de esconder sus verdaderos sentimientos: el abandono de su madre -quien falleció- y la necesidad de encontrarse a sí misma en un mundo marcado por el machismo.
Esta edición 22 del Bafici contó, como de costumbre, con el Baficito, la sección con filmes para niñes; algunas charlas magistrales, seminarios y otras secciones no competitivas que como Trayectorias, Noches Especiales y el debut de Discos, apartado que mostró documentales sobre álbumes musicales.
Fuente: Télam
SEGUIR LEYENDO