Rafael Fillipelli: retrato de un solitario apasionado por el cine y un maestro de cineastas

Es uno de los realizadores más reconocidos por su obra y por su ejercicio de la docencia y su película “No va más” fue elegida para cerrar el BAFICI 2021. A sus 82 años recuerda su juventud y primeros pasos en el cine, habla de quienes considera los mejores directores de hoy y revela cuán severa es como crítica de su obra Beatriz Sarlo, su pareja de décadas.

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El primer corto de Rafael
El primer corto de Rafael Filipelli es de 1961. (Foto: Gustavo Gavotti)

El bar de Caballito donde se realiza la entrevista le presta a Rafael Filipelli (82 años, director de cine, maestro de realizadores, pensador de la cinematografía) el piso de arriba como si fuese una oficina oscura y nocturna para que realice sus asuntos con discreción y whisky. Mientras el cronista de Infobae llega a la cita pautada, el fotógrafo y Filipelli discuten las virtudes de una serie televisiva sobre crimen y asesinatos. Ambos coinciden. El fotógrafo propone discutir un film de James McAvoy en el que interpreta a un asesino con personalidades múltiples, pero el cronista decide que ya ha sido suficiente.

–Está bien la película, pero me parece que es como un despliegue demasiado grande de actoralidad, ¿no?

Filipelli, cuyo último film No va más se estrena en la jornada final del BAFICI y cierra el festival, interviene:

–Está bien la frase que decís: despliegue de actoralidad. Es una forma de decirlo, hay veces que es más importante la forma. En lugar de decir: “el actor sobreactúa, exagera”, vos lo dijiste de una manera más precisa digamos y el lenguaje se convierte en un lenguaje mucho más preciso. Es el trabajo del objetivo.

Trailer de "No Va Más", película argentina dirigida por Rafael Filippelli

–Hablando sobre actores, un director con quien usted comparte oficio, Hitchcock decía que los actores eran como ganado.

–No, “ganado” decía, no eran “como ganado”, eran ganado. Era más fuerte. La gente no sabe que la frase más fuerte de Antonioni se la dijo nada menos que a Jeanne Moreau cuando ella le inquiría sobre que quería entender más de lo que estaba pasando. Él le dijo: “Tenga en cuenta, señora, que para mí usted es una parte más del decorado”.

–Bueno, esa es una manera de señalar que el director autor considera que todo forma parte de un todo. Si se piensa el control milimétrico de cada escena de Kubrick...

–Claro, ¿a vos te gusta?

–Me gusta mucho, ¿a usted no?

–Yo creo que cuando se dice: “a mí me gusta”... Por ejemplo, a mí me gusta mucho el jazz, ¿no? Entonces alguien te dice: “¿Cuál es su saxo tenor preferido?”, yo digo: “Según el día”. O: “¿Cuál es la mejor peli?. ¡Qué se yo! “¿Cuál es la mejor película para usted?” ¡Qué se yo cuál es la mejor película! Yo toda la vida fui un fanático, un defensor de un famoso libro sobre guión y montaje, que dice que con ellos se hace un film. O sea que la filmación es una garcha, para decirlo rápidamente. Lamentablemente hay que pasar por la filmación.

Antes y durante del rodaje de No va más, Filipelli anunciaba que sería su última película. Sin embargo ya se encuentra en un nuevo proyecto. Es que el vicio del cine es más fuerte.

Pero no parece que Filipelli se lamente al comenzar una filmación: su primer cortometraje Porque hoy es sábado data de 1961 y participó de innumerables películas en diversos roles, a la vez que también incursionó en el cine publicitario. Antes y durante del rodaje de No va más, Filipelli anunciaba que sería su última película. Sin embargo ya se encuentra en un nuevo proyecto. Es que el vicio del cine es más fuerte. Siempre lo fue. Entre 1970 y 1974 formó parte del grupo Underground (junto a Edgardo Cozarinsky, Miguel Bejo, Hugo Gil, Bebe Kamin, Edgardo Kleinman, Néstor Lescovich y Julio Ludueña) que se diferenciaba del cine político imperante en la época y cuya política era la forma cinematográfica. Más cerca en el tiempo se convirtió en uno de los baluartes de la Universidad del Cine (FUC), donde marcó una manera de introducir a la realización cinematográfica a toda una camada de directores muy potentes de la filmografía argentina actual. Junto a un grupo de ellos y algunos ensayistas como David Oubiña y Beatriz Sarlo conformó el staff de la Revista de Cine, en cuyos números anuales se despliega toda una discusión sobre el arte de filmar. No va más lo tiene también como único protagonista de esta reflexión sobre la soledad, la vejez y la muerte que no escapa a ciertos pasos de comedia.

–En todos sus años en el oficio asistió a lo que se podría decir una pequeña historia del cine argentino.

–La gente ya podría hacer una biografía mía con las boludeces que yo dije, nada más. Mirá, cuando estaba en el colegio secundario, colegio que yo odio porque al Nacional Buenos Aires lo atiborraron con el lenguaje inclusivo y toda esa huevada y ahora hay que decir ellas, ellos, nosotras, nosotros y todas esas pelotudeces. Pero, en fin, está bien, el mundo avanza de la manera que puede, emplea la imposición, también, ¿no?, hay que decir arroba o… ¡dejate de joder! Beatriz Sarlo lo dice claro en una discusión y pone como ejemplo la palabra gaucho, que era mal entretenido, borracho, etcétera, y después se convirtió en “haceme una gauchada”. Ahora eso no lo decide el Colegio Nacional Buenos Aires ni el Carlos Pellegrini, lo decide la cultura y la historia argentina. Imponer cómo se debe hablar es una especie, para mí, de disparate. Bueno, yo iba al colegio secundario y era un boludo como todos los muchachos de ese momento y mi compañero de banco me dijo: “Vamos al cine club esta noche”, yo dije: “¿Adónde?”. Yo estaba en quinto año, entonces me explicó lo que íbamos a hacer. Esa noche daban Ingmar Bergman.

Su película "No va más
Su película "No va más cierra" hoy el BAFICI.

–Ah, pero se inició bien, entonces.

–No sé si bien, cuando salí del cine, ¿sabés qué me preguntaba? “¿Por qué mata al oso?” El personaje del circo mata al oso y la única preocupación mía era por qué mata al oso, y yo diría que por eso me dediqué al cine, porque no me podía responder, quería pero no me podía responder por qué mataba al oso. Y después, bueno, seguí estando ahí, trabajé desde el 57, 58 hasta el 63, más o menos, en la industria. Mucho con Babsy Torre Nilsson, o Daniel Tinayre. Algunos más interesantes que otros. Hugo del Carril era más simpático, por ejemplo, era un bruto, pero era más simpático. Me acuerdo que llegue a mi primera película con él y le dije: “Mi nombre es Rafael Filipelli” el tipo me miró y me dijo: “Qué bueno, pibe”, estaba jugando al truco con los electricistas. “Qué bueno, pibe, cebate unos mates”, y fue uno de los momentos mejores de mi vida, no me jodió, mientras que Demare apenas me conoció me dijo: “Muy bueno, barra el piso”. Entonces hay dos morales ahí en juego, ¿no?, a mí no me gustan ni las películas de Demare ni las películas de Del Carril, pero el peroncho me resultaba el más simpático, esa es la verdad.

–Usted planteó que No va más iba a ser su última película.

–Pensé eso, sí, en su momento.

–Pero eso sigue o cómo és.

–Digamos que es una relación que mantengo con la muerte. O sea, medio tragicómico porque yo no le temo a la muerte, tengo 82 años, tengo epoc, insuficiencia cardíaca, en fin, me falta ser hincha de Boca. (N. de la R.: Filipelli es hincha de Racing)

–O peronista.

–No me queda nada, y la verdad es que no sé si voy a poder hacer la nueva película, que es complicada, de las más complicadas de las veintitantas que hice, es de difícil resolución. Estoy trabajando otra vez con David Oubiña, estoy trabajando en este caso por primera vez con Sergio Wolf, que me hace el soporte de la película. Pero me canso. Soy un privilegiado, pero me canso.

No va más cierra el festival. Significa un reconocimiento muy fuerte del BAFICI hacia Filipelli, el director.

–Si, me doy cuenta, no soy gil me doy cuenta, y me doy cuenta del trabajo que hicieron muchos para que eso sucediera, como el director del BAFICI: yo no soy amigo de (Javier) Porta Fouz, lo conozco de toda la vida pero no es que comemos todas las semanas.

–¿Y cómo definiría al personaje de No va más que usted interpreta, que es una persona que está dentro de un departamento, solo, hablando solo.

–Es una triada: viejo, enfermo y bastante loco. En realidad, si tuviera que pensar cuánto tiene de mí, lo de viejo está, lo de enfermo está claro, lo de loco ya es más complicado, porque aceptar que también estoy loco, adecuarse a esa idea forma parte de hacer la película.

– Y la soledad, ¿piensa que existe en usted?

–Sí, soy una persona más bien solitaria a pesar de mi pasión. Soy más bien una persona solitaria, imbuido en mi mismo.

–¿Nota el reconocimiento un tanto general sobre usted como realizador y maestro de realizadores?

–Sí, sí, no me voy a hacer el boludo, sí. Hasta los más jóvenes me tienen en sus materias con mis artículos. Y tengo grandes amigos con los cuales yo mantengo una relación. Yo creo que Juan Villegas, Sergio Wolf, Mariano Llinás y Rodrigo Moreno son los mejores cineastas de la Argentina.

Filipelli es el marido de
Filipelli es el marido de Beatriz Sarlo desde hace décadas. Dice que lo de la escritora con su cine es "solidaridad absoluta".

–¿Y Lucrecia Martel?

–Es una cineasta muy interesante pero que no atrae mi atención, digamos, me gusta otro foco. Ah, Alejo Moguillansky. Alejo nació para el cine, lo tocó una varita mágica, después te pueden gustar las películas, te puede gustar o no, es algo impresionante cómo piensa ese hombre; es una máquina de filmar, él dice en uno de los artículos que escribió hace poco, frases que a mí me conmueven.

–Lo último, su mujer es Beatriz Sarlo.

–Si, yo me olvido pero después llego a casa...

–Y ve ahí a una señora.. ¿Es una crítica muy severa?

–¿Con qué?

–Con lo que hace, con lo que filma...

–No, es solidaridad absoluta, absoluta. Bueno, hay algunas películas que no le gustan, imaginate que Música nocturna, esas películas mías más romántico existencialistas digamos, no son las que prefiere Beatriz. Pero allá ella...

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