¿Qué poder tiene el arte? ¿Qué potencia posee el fotoperiodismo? Tenía 27 años Adriana Lastido cuando el diario La Voz la envió a cubrir una manifestación en Avellaneda. Hacía apenas una semana que trabajaba en el medio. Corría el año 1982, continuaba el Proceso de Reorganización Nacional, continuaba la dictadura cívico-militar más sangrienta de nuestra historia, y un grupo de familiares de detenidos-desaparecidos y vecinos y activistas exigían justicia.
Madre e hija es el nombre de la foto que está en el Museo Nacional de Bellas Artes. La donó la artista en 2015: es una copia manual gelatina de plata sobre papel de 38,5 centímetros de alto por 58 de alto. Una de las postales icónicas de aquel tiempo oscuro que revela la esperanza: una madre y una hija, ambas con pañuelos blancos, ambas con los puños en alto, ambas con las bocas abiertas gritando, reclamando, luchando.
Para Verónica Tell, historiadora del arte, “es una de esas imágenes de los años de plomo en la Argentina que logran condensar una cantidad de sentidos en torno a la opresión y la resistencia, y varias reutilizaciones posteriores en prensa, libros y en la vía pública, con y sin el crédito a su autora, dan clara cuenta de esto. Con idéntica actitud, mujeres de dos generaciones –una de las cuales no llega aun siquiera a la altura necesaria para marchar por su cuenta- piden por un familiar desaparecido”.
Y agrega: “Es una familia diezmada, pero el gesto espejado de madre e hija expone la imagen de una herencia, de una identidad que era, sabemos, otro de los focos de ataque del régimen (recordemos que la entrega de bebés de militantes detenidas-desaparecidas a familias de militares o de adeptos al régimen era concebida como un freno a la propagación de las ideologías subversivas). La fotografía de Lestido se lanza hacia el futuro: esa niña es y será una voz por los derechos humanos”.
Adriana Lastido nació en el barrio porteño de Mataderos en 1955. Estudió fotografía en la Escuela de Arte y Técnicas Audiovisuales de Avellaneda. Madre e hija fue un trabajo que se convirtió en la bisagra de su carrera: no sólo porque acentuó su labor como fotoperiodista, también porque en su obra personal aparece la maternidad con mucha fuerza. Las series Madres adolescentes (1988-1990), Mujeres presas (1991-1993) y Madres e hijas (1995-1998) son los ejemplos.
“Para mí ésta es una foto que marcó mis trabajos. Todo lo que hice después vino de ésta”, dijo la fotógrafa que, treinta años después, supo quiénes eran las retratadas: la hermana y sobrina de Avelino Freitas, delegado de Molinos secuestrado en julio de 1976. Cuatro meses antes, el 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas dieron un Golpe de Estado y la historia, la tragedia y el horror ya son conocidos. De ese día, hoy se cumplen 45 años.
SEGUIR LEYENDO