“Verso”, un libro en el que Paula Maffía “escribe sobre el papel como si fuera nuestra propia carne”

Así definió la potencia de este poemario -ilustrado por su autora- la escritora cordobesa Camila Sosa Villada. Infobae Cultura publica uno de los poemas junto con un video donde la poeta y música lo recita

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“Verso”, de Paula Maffía
“Verso”, de Paula Maffía

A Paula Maffía se la conoce como cantante, guitarrista y compositora argentina. Por formar parte de las bandas La Cosa Mostra y Las Taradas, pero también por su intempestiva carrera solista que poco a poco logró consolidarse dentro de la escena local. Ahora, además de música, se dio a conocer como poeta. Acaba de salir su primer poemario, con una delicada tapa con flores y editado por Emecé, bajo el título Verso.

“Leer Verso es encontrarse con la poeta que a una le hubiera gustado ser. Paula Maffía realiza un asombroso gesto de economía, de acopio de fuerzas en la escritura, y entrega a sus criaturas una inteligencia particular. Una inteligencia sin solemnidad, y esto es muy importante aclararlo. Al contrario, en este acierto en lo escrito, lo que queda en los ojos que leen es perplejidad y picardía”, dijo la escritora Camila Sosa Villada.

“Para acercarse a este libro es preciso estar desnuda y en paz, body and soul como dice la canción, porque hay poetas como Paula Maffía que escriben sobre el papel como si fuera nuestra propia carne”, concluyó. Como adelanto de este libro, Infobae Cultura publica un poema de Verso titulado “Como con el pelo, corté un poco de este poema, pero puedo quitar más”.

"Ropa final", un poema de Paula Maffia.

Mirá la pila de ropa,

siempre derretida al costado del placard, a veces sobre su sucursal, la silla,

me reprocha la falta de consideración con ella (y por ende,

conmigo),

de invertir unos instantes en comodidad y finalmente ordenarla.

Me sirvo de su sinfín de tela parda, y como quien bucea aguas turbias, por más que escarbo y revuelvo, sólo me suministra

la misma musculosa negra, en un eterno retorno,

imposible desenmarañarle otra prenda.

Debo reconocer que, a pesar

del halo de desprecio que emana,

es la guardiana de mis vestuarios preferidos, desinflada y chorreada,

cela mis mayores tesoros, que fundidos cual sedimento,

cuentan la estratigrafía de tantas veladas:

La musculosa negra me la puse cuando cené con M.,

la había usado fugazmente para una entrevista

la mañana anterior, me quedó tan linda que la vestí como un talismán,

algo parecido con el vestido estampado, ese que usé para ir al cine con C.,

que me costó tanto encontrar, sepultado bajo la camisola de algodón,

la que usé cuando me llevaste al cocktail, yo quería estar re churra para vos,

te acordás que tardé en bajar, te enojaste por mi demora y

la interpretaste como un descuido, pero quizá ahora puedas entender, que sustraerle una pieza

a este yacimiento de tela sagrada, es un ritual riguroso y preciado, que me obliga a honrar la historia de cada uno de esos pliegues

y también de quienes me los quitaron.

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