En 1901, cuando fue retratado por Boris Kustodiev, Ivan Bilibin era un ilustrador en boga de 25 años. Dos años antes había publicado sus innovadoras ilustraciones de cuentos de hadas rusos y todo el mundo hablaba de él.
Kustodiev era dos años menor que él, se estaba formando como pintor y cuando lo vio sentado en un silla con las piernas cruzadas y la flor en el saco, le dijo: esa es la posición en la que voy a retratarte. Dicen que tenía esa chispa: veía pinturas antes de hacerlas. Así funcionaba su mente. Y luego llevaba la idea al cuadro.
Casi nunca se equivocaba. Sus amigos, como Bilibin, quedaban boquiabiertos. Él, por su parte, no sonreía. Se dedicaba a ver la expresión de los otros. Era su goce secreto: la sorpresa.
El cuadro está en el Museo Estatal Ruso, que hasta 1917 se llamaba Museo Imperial de su Majestad Alejandro III. Está en San Petersburgo, en el Palacio Mijáilovski, y es un lugar dedicado íntegramente a artistas rusos. Junto a la Galería Tretiakov de Moscú es el más importante de su especialidad. Fue inaugurado ene 1895 por Nicolás II en memoria de su padre, el zar Alejandro III. Es el museo más grande de arte ruso de San Petersburgo y uno de los más grandes del país.
Kustodiev nació en 1878 en Astracán. Su padre era profesor de filosofía, historia de la literatura y también daba clases de lógica en el seminario teológico local. Allí estudió este joven entre 1893 y 1896, y se dedicó al arte al tomar clases particulares con Pável Vlásov, un alumno de Vasili Perov.
Ese año, 1896, expuso por primera vez. Pero no dejó de aprender: hasta 1903, estudió en el taller de Iliá Repin en la Academia Imperial de las Artes en San Petersburgo. Como todo artista inquieto, salió de su país para recorrer el mundo, comprenderlo y, luego sí, retratarlo.
Estuvo en Francia, en España, en Italia, en Austria, en Alemania. En esa época se dedicó a pintar retratos y trabajos de género. También ilustró libros, un género que cultivaría el resto de su vida.
Debido a una enfermedad pasó un año en una clínica privada de Suiza y en 1916 quedó parapléjico. No le impidió pintar; de hecho, fue lo único que hizo desde entonces.
Hizo diseño de escenarios en diversos teatros como los decorados que realizó para la famosa obra de Aleksandr Ostrovski, Un corazón ardiente. En 1923, Kustodiev se unió a la Asociación de Artistas de la Rusia Revolucionaria. Trabajó con mucho entusiasmo hasta su muerte, el 28 de mayo de 1927, en Leningrado.
Dejó una prolífica obra que grafica toda una época, como Zar Nicolás II, de 1915, antes de la Revolución Rusa, y Bolchevique, de 1920, posterior. Juntas forman una parábola visual en el tiempo.
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