“Donde no hago pie”, cuando el infierno de denunciar un abuso sexual se convierte en literatura

En su segundo libro, Belén López Peiró se aleja de los hechos que narra en “Por qué volvías cada verano” para centrarse en el laberinto legal que deben atravesar las víctimas de violencia sexual. En entrevista con Infobae Cultura, la autora reflexiona sobre el peso de la denuncia y la escritura como forma de reparación

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Belén López Peiró vuelve con un nuevo libro: "Donde no hago pie" (Alejandra López)
Belén López Peiró vuelve con un nuevo libro: "Donde no hago pie" (Alejandra López)

“Yo quería ser corresponsal de guerra”, cuenta Belén entre risas mientras toma un sorbo de sidra tirada y pincha un pedazo de tortilla. Son casi las 9 de la noche de un martes de marzo, y Belén López Peiró se tienta un poco cuando cuenta anécdotas de la facultad en el bar notable de San Telmo en el que nos encontramos para una entrevista por el lanzamiento de su nuevo libro, Donde no hago pie (Lumen). “Yo estudié periodismo para ser corresponsal de guerra, tenía esa fantasía. Quería escribir sobre noticias internacionales. Eso antes de darme cuenta de que cubrir lo que pasaba afuera era copiar y pegar cables porque nunca va a haber suficiente plata para que te manden”.

La primera vez que vi a Belén fue en una clase en el tercer piso de la escuela de periodismo TEA. Era el segundo día de cursada del primer año, y éramos poco más de 20 personas. Nos tocó presentarnos uno a uno y, cuando llegó su turno, ella dijo que le gustaba bailar. Es lo único que me acuerdo de ese día porque me sorprendió esa simple afirmación en medio del snobismo inocente de chicos de 18 años que sueñan con convertirse en grandes periodistas. Alta, de pelo castaño oscuro larguísimo, sentada casi al fondo: “Me gusta bailar”. Una oración sin pretensiones. Ese día, o el siguiente, nos tocó, por suerte o por diseño, hacer un trabajo en equipo con otras dos compañeras. Durante los tres años de cursada, las cuatro nos volvimos inseparables. Salíamos a la calle a hacer móviles juntas; investigábamos para notas en el archivo “Roberto Santoro” mientras devorábamos entre las cuatro casi una docena de medialunas de nuestra panadería preferida -y más cercana- de Balvanera; escribíamos perfiles de personajes en computadoras que se habían quedado en los primeros años de Windows; salíamos a bares, boliches y recorríamos la Ciudad de día y de noche. Siempre juntas.

Sin saberlo nosotras, esos años -desde marzo del 2010 a diciembre del 2012- fueron para Belén los de mayor distanciamiento de Santa Lucía, el pueblo del interior donde padeció la mayoría de los abusos perpetrados por su tío, un comisario de la provincia de Buenos Aires, cuando ella tenía entre 13 y 16 años.

A las 7 de la mañana de un día del verano del 2014, Belén llega a la redacción del diario local en el que trabajábamos juntas. Luego de terminar el “urgente” del día, escribe “abuso” en Google y aprieta enter. Escribe “cómo denunciar abuso sexual en Argentina” y aprieta enter de nuevo. Ese año, hace la denuncia, y en abril del 2018 publica Por qué volvías cada verano. Allí relata los terribles hechos de su infancia.

“Martu, te quería invitar a la presentación de mi libro”, me escribe Belu por Whatsapp. Después de recibir las felicitaciones y de los detalles que acompañan, cuenta que se trata de los abusos que sufrió una niña en el pueblo en el que veraneaba todos los años. “¿Es ficción o está basada en hechos reales?”, pregunto. “Es una historia real”, contesta. Unos días antes del lanzamiento, me entero de que esa historia es la suya.

Belén López Peiró relató en su libro los abusos sexuales que padeció de parte de su tío cuando ella era una adolescente (Clara Bohner)
Belén López Peiró relató en su libro los abusos sexuales que padeció de parte de su tío cuando ella era una adolescente (Clara Bohner)

“El motivo por el que escribo no ficción es porque no pienso que lo va a leer mi familia, porque sino no puedo escribir”, confiesa. Su familia se enteró de qué trataba el libro cuando ella leyó un extracto en un evento de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y la mayoría de sus amigos más tarde en la presentación formal de su escrito.

Por qué volvías cada verano fue un éxito de ventas. Madreselva, la pequeña editorial independiente que lo publicó, no daba abasto. Imprimía miles de ejemplares que se agotaban en un par de días. “Fue muy progresivo. Salió en varios medios, se movió mucho en círculos feministas y políticos, pero con lo de Thelma -Fardin lo citó en varias entrevistas como el libro que le brindó herramientas para presentar la denuncia contra el actor Juan Darthés por violación- llegó a otras personas que yo ni pensaba, de otras clases sociales, fiscales de la Nación, jueces… Lo presenté en casi todas las facultades de la UBA porque es un libro muy atravesado por las instituciones. Estalló, en muchos sentidos, en los hogares de los argentinos”.

Casi todos los días recibe mensajes de lectores. Quizás es tan sólo un “leí tu libro”, pero a veces una persona le comparte una situación de violencia que vive o vivió. Un día la contactó una señora de 80 años que por fin pudo contarles a sus hijas sobre los abusos que había sufrido años atrás. “Lo mejor que puedo hacer yo es ayudar a través de mi escritura. Pero sí es cierto que genera cierta responsabilidad con lo que decís, con lo que compartís”, reconoce. “Eso influyó en Donde no hago pie”.

Su segunda obra arranca después de un año sin noticias con una llamada desde la Fiscalía que anuncia que la denuncia por abuso sexual ha sido elevada a juicio. A continuación comienza el vericueto de encontrar representación legal, entender las lógicas del sistema judicial, crear redes de apoyo, ensayar respuestas para audiencias humillantes y sofocantes, indagar en los laberintos de los juicios por jurado y las implicancias de optar por un juicio abreviado.

Hay un peso social detrás cuando de alguna manera te convertís en… No me gusta la palabra referente, pero sí cuando sabés que tu causa es leída y de alguna manera pueden saber qué camino elegís vos. Yo no quiero decir ‘denunciá’ o ‘no denuncies’. Este libro trata mucho de eso, de qué es la reparación para uno. Y eso pesa un poco en mí, porque en definitiva hay muchas cosas mías que se volvieron políticas. Para mí la reparación no sé si está en la pena, quizás está en otro lugar, en la escritura. Pero, ¿por qué denunciamos? ¿Qué buscamos? La Justicia no tiene un acompañamiento transversal. Si tu reparación está en la pena, en que alguien vaya preso solamente, tenés que esperar 8 ó 10 años para que esto suceda. ¿Y mientras tanto?”.

La periodista-narradora

Su segunda obra arranca después de un año sin noticias con una llamada desde la Fiscalía que anuncia que la denuncia por abuso sexual ha sido elevada a juicio (Lumen. Ilustración de portada de Jimena Losada Lacerna)
Su segunda obra arranca después de un año sin noticias con una llamada desde la Fiscalía que anuncia que la denuncia por abuso sexual ha sido elevada a juicio (Lumen. Ilustración de portada de Jimena Losada Lacerna)

“Ésta es mi biblioteca”, dice una Belén de 18 años y me señala los estantes en su habitación del departamento de Congreso en el que vive en ese entonces. “Eran dos estantes locos pero yo estaba re orgullosa”, se acuerda sonriente durante nuestra conversación. “Es que hasta ese momento no tenía a nadie con quién compartirlo. Más tarde, por suerte, en los talleres literarios me encontré con gente que estaba ahí porque quería leer, y no por cumplir con una materia como pasaba en la facultad”.

A la par de periodismo, Belén estudiaba Comunicación Social en la UBA y trabajaba. “No tenía vida”, recuerda. “Lo que más me marcó de TEA fue cuando un profesor nos mandó a leer como siete libros de no ficción de distintos autores como Tomás Eloy Martínez, Rodolfo Walsh, Tom Wolfe...Y yo me leí lo pedido y más. Fue un antes y un después porque a mí me gustaba el periodismo pero más me gustó eso. Me gustaba hacer notas, entrevistar gente, pero sentía que la non fiction conjugaba algo asociado a la literatura que me atrapaba”.

Luego de trabajar en medios de Argentina, viajó a España y escribió sobre temas internacionales como soñaba desde chica, pero a su regreso se dio cuenta de que quería hacer otra cosa: “Me gustan más las crónicas, lo que no está tan asociado a correr detrás de las noticias, donde hay más reflexión. La no ficción reúne todo eso”.

Su oficio de periodista atraviesa transversalmente toda la trama de Donde no hago pie, donde Belén es el sujeto y el objeto de la investigación.

En los libros y en las películas, el narrador-periodista siempre es ajeno a la causa. Lo que yo me preguntaba cuando estaba con el juicio por jurados era qué leer para meterme en tema, que es lo mismo que me pasó cuando fui a denunciar, con quién hablo. Googleé, busqué asociaciones... No había tanta literatura, y con este libro pasó lo mismo. Sigue siendo muy nuevo este tipo de juicios. Es algo que viene de Estados Unidos, cuando la normativa acá es muy diferente; aplicarlo acá en un pueblo es muy difícil, y de pronto yo era la protagonista pero tenía que ser la investigadora”.

Ser periodista y protagonista le permitió a Belén el distanciamiento que necesitaba para escribir, ya que iba plasmándolo en paralelo a que sucedía la causa: “Pensaba en los hechos de un abuso de tal persona, trataba de no pensar constantemente que yo era esa persona, porque sino no podía escribir. En ese sentido no fue catártico, sino que escribir me permitía transitar ese momento de mi vida; tener tanta distancia al punto de poder no vincularme emocionalmente. Aunque eso pasaba también, obviamente”.

Un experimento literario con propósito

Ser periodista y protagonista le permitió a Belén el distanciamiento que necesitaba para escribir, ya que iba plasmándolo en paralelo a que sucedía la causa (Alejandra López)
Ser periodista y protagonista le permitió a Belén el distanciamiento que necesitaba para escribir, ya que iba plasmándolo en paralelo a que sucedía la causa (Alejandra López)

Cuando terminó Por qué volvías, estuvo un año escribiendo ficción, e incluso lo anunció durante una charla en la facultad de Filosofía y Letras, pero pronto su causa se eleva a juicio, y la realidad la interpela de frente. “Me di cuenta de que eso también era necesario que se formulara, que yo tenía esa necesidad, pero no sabía cómo. Empecé a escribir utilizando la polifonía del primer libro, pero me di cuenta de que todo el tiempo predominaba la primera persona porque yo era la que estaba investigando y decidí que la diferencia con Por qué volvías es que allí no tenía voz: quien denuncia está acorralada y las voces de los demás pesan más que la de una misma. Eso es un poco lo que quiero mostrar ahí: el peso que tiene el contexto, la imposibilidad de la voz, todo ese cerco que crea el entorno. Y en esta instancia fue diferente”.

En Donde no hago pie -publicado por Lumen- la polifonía se ve de otra manera. Apartados dentro de distintos mecanismos y recursos que toma, por ejemplo, de David Foster Wallace contribuyen a una narrativa dinámica y efectiva. La innovación en este texto tiene que ver quizás con la mezcla de géneros: la trama central es una crónica judicial, intercalada con crónicas de la infancia y perfiles de los personajes principales. “Me gusta experimentar con la forma”, confirma la escritora. “Hay algo ahí que me interesa muchísimo; es como un rompecabezas”.

Y ese rompecabezas se va armando no sólo a través de la investigación, sino a través de un entramado de manos aliadas que da fuerzas a la protagonista. “En este libro lo que traté de mostrar es qué camino podés seguir después de una denuncia, de decir basta en una familia. Sí, toda mi familia del pueblo quedó atrás, pero el amor de mi mamá sigue estando, de mi papá, de mi novio, mi hermano, mis amigas… Y por otro lado quería que se sepa que no soy yo sola cuando voy a la Justicia, hay una abogada, hay una red de otras penalistas. Hicimos una comisión interna. Éramos un montón de mujeres que habían leído Por qué volvías y que decidieron agruparse para poder acompañarme. Yo un poco lo muestro, todas las gestiones legales, qué es el abuso en un pueblo de la Provincia de Buenos Aires. Hay que entender las implicancias que tienen las denuncias por abuso sexual y armar comisiones y grupos interdisciplinarios para trazar un camino. Quise agradecer eso, y también mostrar que no soy yo sola cuando denuncio, que hay gente atrás y que necesitás un respaldo. Sola no podés”.

Esta vez, además, prefirió alejarse de los hechos de abuso. “En Por qué volvías lo dije con todas las palabras. Narrarlo me permitió registrar detalles, la escena, los hechos. Dije todo lo que tenía que decir. Lo puse en palabras sin eufemismos. En este libro ni los nombro. Hay un capítulo que se llama Hechos que habla más bien sobre cómo se reconstruye todo eso en términos judiciales, pero sin la necesidad de nombrar otra vez lo que me pasó, porque me parecía que sobre eso había hablado lo suficiente. Que entonces ya era momento de pasar a otra cosa”.

Epílogo

Su primer libro también fue editado en España, en idioma original y en catalán (Alejandra López)
Su primer libro también fue editado en España, en idioma original y en catalán (Alejandra López)

Belén pintó dos cuadros en su adolescencia: uno ilustra la portada de su primer libro. Hace tres años comenzó a pintar de nuevo. Vive en San Telmo con su novio Adri, su gato Antoño y su perrito Ziro. Por las mañanas escribe y por las tardes y noches da talleres de escritura en los que ya no hay lugar. También enseña la obra de una autora iberoamericana por mes en el Centro Cultural de España en Buenos Aires y va a empezar a dar clases en Sociales de la UBA. Su primer libro ya se publicó con éxito en España, en idioma original y en catalán. Pronto llegará a Chile y a Brasil. Y quién sabe qué vendrá después.

Hoy descansa un poco de la escritura con la publicación de Donde no hago pie, que viene gestándose hace unos tres años y al que en pandemia le dio los toques finales. “Yo no creo que sea un libro feminista, es un libro de non fiction”, aclara. “Si alguien quiere verlo como un libro de abuso que es feminista y activista nada más, OK, pero la realidad es que hay un proyecto literario. Es aplicar todo lo que yo sé para contar algo de una situación que a mí me interesa. Después si el día de mañana me interesa otra cosa o hay algo que quiera contar usaré las mismas herramientas”. Hace una pausa y reflexiona: “Ojalá tenga más”.

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