La belleza del día: “Hora del desayuno”, de Hanna Pauli

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

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“Hora del desayuno” (1887) de
“Hora del desayuno” (1887) de Hanna Pauli

I

Unos años atrás, el Museo Nacional de Estocolmo hizo una encuesta. “¿Cuál es el cuadro que más le gusta del museo y por qué?”, era la pregunta.

Muchos elegían El juramento de los bátavos de Rembrandt o La Verdad, el Tiempo y la Historia de Goya, pero la mayoría, sobre todos los suecos, se quedaban con Hora del desayuno de Hanna Pauli, un óleo de 1887 de 87 centímetros de alto por 91 de ancho que está en el museo desde 1910 y ya es un clásico.

Uno de los tantos espectadores que lo escogió como el mejor cuadro del museo, respondió al por qué de la elección así: “Te sientes invitado. Es como mi hora del desayuno. La silla me está esperando y puedo sentir cómo la tetera se bambolea cuando la levantas”.

Es una enunciación anónima que refleja algo muy puro: cómo se filtra el arte, este arte, el de Pauli, en la sensibilidad de las personas que lo observan y que, al describir lo que ven, sólo pueden hacerlo de forma poética.

II

Tenía 23 años cuando pintó esta obra y se casó con Georg Pauli, un destacado pintor nueve años mayor, de quien tomó el apellido. EL público conoció Hora del desayuno en las Exposiciones Universales de París en 1889 y de Chicago en 1893.

Para muchos es su gran obra, aunque están los que prefieren Retrato de Venny Soldan-Brofeldt, que en 1887 se expuso en el Salón de París y le dio la fama inaugural, o Los amigos (1900), donde retrata una conversación nocturna entrañable con, justamente, sus mejores amigos.

III

Hanna Pauli nació como Hanna Hirsch en 1864 en Estocolmo. Hija del músico, empresario y político Abraham Hirsch, estudió en la escuela de arte de August Malmström en Estocolmo, en la Academia de Bellas Artes y en la Académie Colarossi en París, cuando vivió en el país galo entre 1885 y 1887. A partir de ese año su vida cambia: los críticos comenzaron a valorar su arte, y se casa.

Enseguida llegan los hijos y apareció la pregunta: ¿debo posponer mi carrera? La respuesta es esta: comienza a aprovechar su vida “doméstica” para hacer reuniones culturales y retratar a las personalidades destacadas de la época.

En 1905 ella y su marido construyen Villa Pauli, una casona en el barrio de Storängen en la ciudad de Nacka, en Suecia, diseñada por el arquitecto Albin Brag. Allí montaron su estudio y su vida familiar, pintaron grandes cuadros y estuvieron juntos hasta el final: George murió en 1935, Hanna en 1940. Ambos están enterrados en el cementerio de la ciudad.

IV

Cuando Hora del desayuno fue presentado en sociedad, la crítica fue dispar. Algunos catalogaron el cuadro como “demasiado moderno”. ¿Qué significa eso? ¿Acaso un exceso de osadía y disrupción con el estilo vigente?

Hanna Pauli acababa de llegar de Francia donde se vivía la Belle Époque y el furor del impresionismo. Influida por Édouard Manet y Jules Bastien-Lepage, comenzó a edificar su obra. Hora del desayuno se enmarca dentro de esta corriente y de la pintura à plein-air.

A muchos críticos suecos de la época no les gustó el tratamiento de la luz que hacía en este cuadro. Uno de ellos llegó a decir que las manchas de luz sobre la mesa se debían a que la propio artista “secó sus pinceles en el mantel”.

Es llamativo ese comentario crítico porque, justamente, la luz que se posa, bellísima y enceguecedora, sobre el mantel es la iluminación protagonista del cuadro, y desde ahí se percibe el desayuno de una forma mucho más estética, sublime, perfecta.

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