“La voz de la mujer puede ser muy poderosa incluso la de las mujeres más inesperadas, voces muy dulces, cuerpos pequeños que se atreven a pesar de condiciones muy adversas”, dijo Elena Poniatowska, en entrevista con No se puede vivir del amor, ciclo que conduce Franco Torchia por La Once Diez, la radio pública de la Ciudad de Buenos Aires. La escritora y periodista mexicana nacida en París, autora de libros como La noche de Tlatelolco, Testimonios de historia oral, Lilus Kikus y El tren pasa primero, y ganadora del Premio Cervantes, se brindó a una conversación de cuarenta minutos en una jornada muy especial: el Día Internacional de la Mujer.
“Puedo hablar de lo que está sucediendo, pero a partir de mi país y de la ciudad donde vivo, la Ciudad de México”, comenzó diciendo respecto a las manifestaciones y movilizaciones que realizan los diferentes feminismos para visibilizar la desigualdad de género, y agregó: “En México hay grupos tóxicos que entran encapuchados. Muchas de nosotras creemos que son hombres o jóvenes furiosos y rompen monumentos y destruyen. Esperemos que esto no suceda ahora, pues es una tristeza: manifestar la rabia a través de la destrucción”.
“Argentina siempre ha estado avanzadísima. De allí vino la feminista más reconocida en México que es Marta Lamas, que su origen es argentino. Yo siempre he sentido que las mujeres argentinas tienen una voz muy fuerte en las luchas feministas, una presencia muy grande y que ahora las mexicanas han seguido con este mismo tema”, dijo y continuó: “Yo en general me considero feminista. En todos los libros que he escrito los personajes han sido mujeres. Desde que me inició en el periodista hice muchísimas entrevistas a mujeres. Mujeres reconocidas pero también campesinas y trabajadoras en las casas. Mujeres de todas las condiciones”.
Luego recordó sus primeros acercamientos, algunos muy “cómicos”, a la lucha feminista: “Metía un poco la pata porque cuando me decían que hablara... Las mujeres hablaban de la opresión y yo decía que creía que no había nada mejor que estar enamorada. Decían que no se trataba de eso ni de personalizar sino de tener un discurso más combativo”.
“A las mujeres en México se las barre con la escoba”, sentenció. “Tenemos un gobierno paritario donde hay ocho o diez hombres y diez mujeres, creo que es un enorme avance. Pero en general en México las mujeres han tenido lo que se llama un segundo lugar, a pesar de Frida Kahlo que se menciona en el mundo entero, y de escritoras como la esposa de Octavio Paz, Elena Garro, porque siempre ponen ‘esposa de Octavio Paz’, o también Rosario Castellanos”.
“Se ve que hoy mismo hay una marcha inmensa de mujeres que han rodeado al Palacio Nacional con una barda en la que en vez de insultos al Presidente de la República, lo cual me parece un gran acierto, lo que han hecho es poner los nombres de todas las mujeres que han sido asesinadas en estos últimos años”, dijo.
En 2019, Poniatowska rompió un silencio de más de sesenta años: reveló que fue violada por su afamado maestro, el escritor Juan José Arreola, cuando ella tenía 23 años y él 37. Fue a partir de que la pianista Tita Valencia contó que fue víctima de maltrato psicológico por parte de Arreola. “Jamás lo hubiera contado si no hubiera habido un artículo en el periódico Reforma de una pianista diciendo que este señor había abusado de sus discípulas y que no quería dar el nombre porque algunas eran reconocidas”, explica. Fruto de esa violación, nació su primer hijo, Emmanuel Haro Poniatowska. En aquel entonces se marchó a Italia donde dio a luz.
“Entonces, de plano, hablé con mi hijo. Él vino aquí, en el momento que yo estaba escribiendo, porque para mí era muy importante su presencia, y sobre todo su aquiescencia, que él estuviera de acuerdo. Me dijo que sí, que estaba de acuerdo”. La escritora decidió revelarlo todo en 2019 con una novela: El amante polaco. Allí se lee: “Estoy sola. No sé que es el amor. Lo que me ha sucedido. El catre, la amenaza, el ataque nada tienen que ver con lo que leí en los libros”.
“No lo dije antes, creo que por dolor. También por mi propio hijo. No lo dije porque, bueno, hay veces que salen de adentro a uno y otras veces no. Yo finalmente tengo una educación muy religiosa, la tuve, muy católica, y de ofrecérselo todo a Dios. Además hay una cosa que yo practico siempre y creo que sigue siendo muy fuerte a pesar de mi edad que es el pudor. No suelo hablar de mi vida privada”, agregó.
“Un día como hoy pienso en mi madre, en Jesusa Palancares, Marlene Dietrich, Elena Garro y en María Félix a quien le pregunté por qué tenía voz de sargento. Me he inclinado por las mujeres por la falta de reconocimiento”, dijo y más tarde manifestó: “No sé cómo definir al poder ejercido por mujeres: la respuesta me la tienen que dar ustedes que tuvieron a Eva y a Isabel Perón”.
También habló del amor: “Mi apellido materno es curiosamente Amor. No sé si es un apellido anarquista o de dónde sale”. Y de la muerte: “No hay nada más alegre que un cementerio mexicano”. La relación de México con la muerte, dijo, “es de alegría, es de juego, es de papel picado, es de comida, incluso el muerto bebe, le llevan sus botellas. Es una relación festiva. Aquí los pésames son abrazos y grandes lagos de lágrimas y de presencia”. “Estoy orgullosa de mi país”, concluyó.
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