¿Cómo llegó una diosa frigia a convertirse en una de los iconos de Madrid?, ¿cuál era su función en sus inicios? y ¿por qué el Real Madrid festeja allí sus títulos? La fuente de Cibeles, La Cibeles, es una de las esculturas más conocidas del mundo, pero ¿qué representa?, ¿cuándo se realizó?
Cibeles era la diosa griega, de origen frigia, de la Madre Tierra, que fue adorada desde el neolítico en Anatolia (Asia Menor). También se la considera la personificación de la fértil tierra, y la protectora de la naturaleza y los animales, las cavernas, las montañas y las fortalezas.
Está identificada en el panteón griego con Rea, madre de los dioses olímpicos y símbolo de la tierra y la fecundidad, y en el romano con Magna Mater, la Gran Madre.
En la obra aparece en un carro tirado por leones, que son a Atalanta e Hipómenes. Cuenta la leyenda que Atalanta (diosa de la caza), consagrada a Artemisa, debía mantenerse virgen y que un oráculo le predijo que el día en que se casara sería convertida en animal. Así, desafiaba a sus pretendientes a correr una carrera y solo se casaría con aquel que la venciera. Si ella salía victoriosa, ellos debían entregarle su vida.
Así, vencía a unos y otros, hasta que Hipómenes, también conocido como Melanión, la venció a través de una trampa. Tenía en su ropa unas manzanas de oro que le había regalado Afrodita, diosa del amor, y cada vez que Atalanta estaba por alcanzarlo, lanzaba una en el camino y ella quedaba hechizada por la belleza mágica del fruto.
Se enamoraron y fueron felices por un tiempo, hasta que en una de las cacerías que compartían tuvieron un encuentro en uno de los santuarios de Cibeles. Según la tradición habría sido Cibeles quien los transformó en dos leones, aunque otras versiones aseguran que lo hizo Zeus, que no les perdonó el sacrilegio, e incluso Afrodita, que se sentía herida por la falta de gratitud de Hipómenes.
¿Y por qué leones? En la antigua Grecia se creía que los leones solo se apareaban con leopardos, pero nunca entre sí. De esta manera, se los condenó a tener una vida juntas en la que no se sintieran atraídos por el otro.
Historia de una estátua
Todo comenzó con el rey Carlos III (1716-1788), que deseaba embellecer la ciudad y quitarle el aire medieval, tal como ya venía sucediendo en París, por ejemplo. Se diseñó entonces un extenso plan de remodelación urbana con estética neoclásica, que buscaba reflejar los principios intelectuales de la Ilustración a través de motivos mitológicos. Así surgieron la Puerta de Alcalá, la Fuente de Neptuno, la Fuente de Apolo, el Museo de ciencias naturales (hoy Museo del Prado), el Real Jardín Botánico y otros espacios que aún perduran. No por nada a Carlos III, que fue rey de España desde 1759 hasta su muerte en 1788, se lo conoce como “el mejor alcalde de Madrid”.
El diseño en lápiz y papel fue encargado al arquitecto local Ventura Rodríguez, que realizó el proyecto entre el ‘77 y el ’82 y en sus inicios no era solo una renovación estética, sino también funcional: había una figura infantil con una jarra de la que brotaba un surtidor de agua potable para el uso público.
Cibeles en sí misma fue esculpida por el español Francisco Gutiérrez, mientras que los leones, por el francés Roberto Michel, y Miguel Jiménez se encargó de las cenefas decorativas del carro. Para la construcción se emplearon unos 10 000 kilos de piedra. Entre 1791 y 1862, tuvo a los costados dos esculturas menores de piedra de un grifo (personaje mitológico mitad león, mitad águila) y un oso, ambas obra de Alfonso Bergaz hijo, que suministraban agua por sus bocas a los aguadores y los ciudadanos.
Al principio, se colocó a la entrada del Paseo de Recoletos y mirando hacia la de Neptuno, pero luego fue traslada su ubicación actual, entre el Palacio de Buenavista (Cuartel General del Ejército), el Palacio de Linares (Casa de América), el Palacio de Comunicaciones (antes sede de Correos y actualmente de la Alcaldía de Madrid) y Banco de España. En esa mudanza se le colocó la plataforma de cuatro peldaños a tres metros sobre el suelo desde donde hoy reina.
La fuente de Cibeles es una de las esculturas más precidas, sino la más, de los madrileños. Durante la guerra civil española, la resistencia republicana armó un bunker a su alrededor para protegerla: la cubrió con una montaña de sacos terreros y se armó una estructura piramidal con ladrillos para cuidarla de las bombas y disparos de los nacionales. Aunque no siempre pudo evitar el bandalismo: en 1994 y 2002, se le arrancó en ambas ocasiones la mano izquierda; en la primea oportunidad se recuperó la original, pero en la segunda debió ser sustituida por una de origen moderno.
Mucho más acá en el tiempo, la fuente se convirtió en el centro de reunión de los seguidores del Real Madrid, aunque esto no siempre fue así. De hecho, entre los ‘60 y ’80 el lugar estaba más relacionado al otro equipo grande de la capital, el Atlético de Madrid. Pero los cuatro goles de Emilio Butragueño, El Buitre, referente madridista de entonces, a Dinamarca en la Copa Mundial de México ‘86 lo cambió todo.
Este hito en la selección española, que en su habr sol otenpia hasta el momento una Copa de Europa, produjo una gran reunión de fanáticos del fútbol que cantaban “Oa, oa, oa, Butragueño a la Moncloa”, en referencia a que estaban a pocos días de celebrar las elecciones generales. A partir de allí, Cibeles se convirtió en el bastión madridista y para los ‘90, los seguidores del Aleti adoptaron la Fuente de Neptuno como centro de celebración.
La Cibeles tiene dos réplicas idénticas. Una, sobre la avenida Oaxaca, en la Ciudad de México, fue donada por la comunidad de residentes españoles en el país norteamericano como símbolo de hermandad entre las ciudades. La segunda se encuentra en la Plaza Presidencial de una zona residencial de Beijing.
Sin embargo, ninguna tiene el encanto de la madrileña que, como escribió Joaquín Sabina en A la sombra de un león, puede enamorar hasta a un fugitivo de un pisquiátrico: “Y al pasar por la Cibeles / quiso sacarla a bailar un vals / como dos enamorados / y dormirse acurrucados / a la sombra de un león / Qué tal / estoy sola y sin marido / gracias por haber venido / a abrigarme el corazón”.
A Cibeles
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